Jungkook se durmió en toda la clase de Ciencias, era algo que soportaba, pero la profesora era más aburrida que escuchar a Jimin hablando de sus cosméticos.
Al momento de tocar la campana, se levantó de golpe.
Frunció el ceño al encontrarse con una nota más; no estaba en su casillero, estaba ahí, al frente suyo.
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—Mierda. —terminó de leer aquel papel. —¿Quién eres y qué estás haciéndome? —se desesperó.
Él ya estaba demasiado seguro que, se había enamorado de su acosador. Aunque suene muy malo, era la verdad. Amaba cada gesto tierno que tenía.
Volvió a leerlo y se dio cuenta de algo, ¿ya se conocían? ¿Cómo es eso? No conocía a ningún chico con tan delicadas facciones.
—Espera. —habló. —Recuerdo que dije algo de un tal Tae.
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Flashback
—Kookie, no me dejes caer. —ambos niños jugaban en un muy lindo bosque.
—No lo haré, Taehyung. —respondió.
—¿Lo prometes? —preguntó.
—Lo prometo. —sonrió y ambos se dieron un corto beso.
—¡Me duele la cabeza! ¡¿Quién mierda es Taehyung?! —estaba en shock, había tenido ya muchos recuerdos pasados. —¡Ah! ¡Mierda!
—¡¿KOOKIE?! ¡¿QUÉ TE PASA?! —Jimin llegó y corrió hacia el menor, quien estaba a punto de desmayarse.
—Já. —se le notaba cansado, pero relajado. —¿Quién es Taehyung? —preguntó con indiferencia.
—¿P-Por qué preguntas eso? —no podía creerlo.
—¿Te acuerdas de las cosas que sueño con ese niño delgado y lindo de piel morena? —preguntó.
—S-Sí. —respondió nervioso.
—Bien, creo que ya sé su nombre. Es Taehyung. —habló tranquilamente, como si no le importara.
—Y-yo deb-debo irme. Adiós, Kookie. Estarás bien. —hizo una mueca.
—Está bien, adiós. —se despidió confundido.
Al momento en que se fue, Jungkook no lograba sacar todos esos recuerdos de su mente.
—Si eres tal niño, ¿por qué sueño contigo, Taehyung?
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—¡Tae! ¡Tae! —gritó Jimin empujando a media escuela.
—Hey, ¿qué te pasa? —preguntó el castaño.
—Jungkook, él.. Ya sabe tu nombre. —apareció un brillo en los ojos del moreno. —Pero no te recuerda, joder. —y al oír eso, todos sus bellos pensamientos esfumaron.
—Ah.. Bueno, algo es algo. Hay que esperar a que me recuerde. —susurró.
—Lo se, Tae. No pierdas las esperanzas. —habló más animado.
