Número Dos

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Llegamos a una cafetería cercana donde el hombre me guió a una mesa un poco alejada del todo, pedimos un simple café poco más.

Comencé a beber mi café mirando fijamente las servilletas que estaban allí, no sabía y no tenía ni idea de qué tema hablar ¿Qué tipo de cosas le interesa a un hombre como él?

──Me gustaría definir los temas con los que planeas trabajar estas semanas ¿Le parece bien? ──Una vez más fue el primero en comenzar la conversación.

──Por supuesto, no me importa si solo son tres horas a la semana... Sé que usted es un hombre ocupado así que puedo comenzar con lo básico.

Sonrió con más confianza, probablemente le divertía el simple hecho de que estaba intentando aparentar ser más profesional cuando era incapaz de hacerlo.

Me percaté de cómo jugueteaba con el borde de su taza, pasaba sus dedos lentamente por el orillo de este contemplando mi rostro confundido.

──Señorita no tiene que ser tan formal conmigo, de igual manera puedo hacer un espacio más amplio en mi agenda por usted ──Se dirigió a mí en un tono muy educado, su voz grave implementó el toque perfecto a la frase para desatar el descontrol en mis hormonas.

──No es para tanto, con una tres horas a la semana estoy bien

──No sea modesta conmigo, por favor ──Aún mantenía aquella sonrisa, no lo estaba mirando pero sabía que estaba sonriendo con suma confianza── Son muy pocas horas para dedicarle a algo tan precioso como la rama de la psicología.

──¿Tengo opción? ──Suspiré rendida── ¿Cuántas horas pensará en dedicarme?

Apoyó su mentón en una de sus grandes manos y comenzó a pensar en silencio, probablemente estaba meditando la pregunta con calma.

──¿Qué le parece a las 15:30? ── interrumpió el Doctor con una sonrisa en sus labios.

──¿Y cuánto duraría?

──No definiré el tiempo, no por ahora.

Pasaron unos 8 minutos tal vez, Y seguíamos sin decir nada, hasta que interrumpí el silencio incómodo con una simple frase.

──No podría...

──No se preocupe señori-

──No quiero quitarle tanto tiempo... Me incomoda demasiado.

──No lo hace ──dijo esto con tanta seriedad que por un momento pensé que lo decía en un tono seductor.

Terminé mi café y mencioné aguantando la respiración.

──Vale... Todo sea por el semestre perdido.

Parecía satisfecho ante esta aceptación de mi parte, me daba un escalofrío al mirar su expresión. El hombre miró su reloj y me hizo una seña para que le viera, este marcaba las 15:42, era una hora bastante aceptable como para empezar aunque para cuando regresara a mi casa ya sería bastante tarde.

El doctor pagó todo lo que comimos en esa cafetería, después salimos de esta y me condujo a su casa, era bastante caballeroso en su forma de dirigirse a mí, yo simplemente le imitaba para intentar estar a su nivel y que poder empatizar un poco más.

Al llegar a su vivienda me quedé como cuando un niño ve una tienda de mascotas, era bastante grande y era en un estilo algo gótico, no solía ver casas así.

Casi parecía ser de un ambiente gris, el Doctor abrió la puerta y me invitó a entrar, pasé con cautela intenta ver todo el ambiente de forma discreta sin ser tan vulgar.

──Tome asiento, no tenga miedo ──dijo mientras se quitaba su hermosa gabardina y lo guindaba en su antebrazo

──«Miedo es lo ultimo que tengo» ──pensé mientras caminaba hacía el sofá que complementaba al gran salón.

──¿Le apetece algo de beber?

──Solo un poco de agua, por favor.

More than I would like [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora