Capítulo 12

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¿Por qué será que en los momentos incomodos el tiempo se hace más lento? Al menos así lo había sentido Victoria con el encuentro que tuvo con Cesar y su esposa. Los dos escasos minutos que estuvo frente a ellos y le toco interactuar con esa mujer, se le hicieron eternos. Estar allí delante de ambos, verlos tomados de las manos y compartiendo como el matrimonio que eran, le había desecho el corazón. Era como si una realidad muy fuerte le hubiese caído de golpe encima. Fue en ese momento donde se sintió verdaderamente como lo que era, la amante... la otra mujer.

No había soportado mucho estar allí, con una excusa rápida se había marchado y casi corrió fuera del área hasta dirigirse a su camerino. Le estaba costando respirar, el aire se había tornado pesado, un montón de lagrimas se habían acumulado en sus ojos y un nudo enorme se le atravesó en la garganta. Antes de poder siquiera abrir la puerta de su camerino, sus ojos ya dejaban caer unas cuantas gotas llenas de dolor, decepción y angustia. Alguien se acercó a ella al verla así y le frotó un brazo en señal de apoyo. Victoria soltó un sollozo más fuerte y simplemente se abrazó a la persona sin decir nada.

Nunca sobra un abrazo en los momentos de tristeza.

—Llora Vicky, a veces es bueno sacar todo lo que se lleva atravesado en el pecho. —Jacqueline la confortaba, Victoria sollozó en silencio por algunos segundos hasta que fue consciente de su estado, rompió el abrazo sintiéndose apenada.

—Perdóname Jacky, no me siento bien.

—Nunca pidas perdón por necesitar un abrazo. ¿Quieres hablar? —le señalaba la puerta.

—No sé… —necesitaba desahogarse, pero no podía decirle nada acerca de lo que le estaba pasando.

Lo que Victoria no sabía es que Jacqueline ya se lo imaginaba.

—Platica conmigo, sabes que puedes confiar en mí Vicky… para lo que sea.

Entraron al camerino, Victoria no dijo nada, sólo se sentó en silencio en el sofá, ya no lloraba pero se sentía abatida. Jacqueline la miró como si estuviese analizándola.

—¿Estás así porque la esposa de Cesar está aquí?

Victoria tragó en seco, levantó la vista y la miró con ojos muy abiertos.

—¿Por qué me preguntas eso? —la voz se le cortó.

Jacqueline se acercó a ella, se sentó a su lado y le tomó las manos entre las suyas.

—Mira Vicky, yo no soy quien para juzgarte o meterme en tu vida, pero hay cosas que saltan a la vista, cosas que no he podido evitar ver.

—No te entiendo Jacky.

—Sí me entiendes Victoria… Cesar y tú son mucho más que amigos, ¿o me equivoco?

—Jacqueline… —Victoria esquivó la mirada penetrante de su compañera y amiga, y no es que fuera una mirada de acusación, tampoco parecía por su voz que la estuviese juzgando, pero sonaba segura en lo que decía. ¿Cómo sabía ella de lo que tenía con Cesar?  —¿Tú cómo… por qué dices eso?

—Porque tengo dos ojos en la cara Vicky. —dijo relajada transmitiéndole de alguna manera un poco de alivio a Victoria. —Me he dado cuenta como se miran, como hablan el uno del otro, y hace un tiempo, en una ocasión que fui a buscar a Cesar a su camerino, nadie me respondió y luego te vi salir a ti.

Victoria palideció.

—¿Me… me viste?

— Sí, lo cual me resultó extraño porque nadie me abrió la puerta y minutos después tú salías de ahí como si estuvieses escondiéndote o algo.

—Dios. —murmuró angustiada. —Jaqueline yo...

—Mira Victoria, yo no sé porque a mí me ha tocado ser testigo de estas situaciones, talvez sea casualidad, pero sea cual sea la razón, para bien o para mal, he presenciado más de una. Hoy durante el día, los vi abrazados, sólo era un abrazo, pero había demasiado escondido detrás de ese contacto. No parecían dos amigos… parecían muchísimo más que eso.

—Nos queremos Jacky… —comenzó a explicar Victoria como si intentara justificar los sucesos. —No es un romance o una aventura si eso crees…

—Yo no he dicho eso.

—Pero has sido testigo de todo esto y pensarás que…

—No quiero pensar nada, quisiera que tú me contaras. —le acarició un brazo casi como una madre lo haría, Victoria sintió tranquilidad, Jacqueline le transmitía demasiada confianza, a pesar de tener todo el derecho de imaginarse lo peor, no parecía estar juzgándola.

—Al principio comenzó como atracción, fue en la época de Abrázame muy Fuerte, aunque en ese entonces no paso mucho entre nosotros, no tanto como ahora... —se ponía de pie y le daba la espalda. —Pero luego nos reencontramos en esta novela, y todos esos sentimientos, por llamarlos de alguna manera, resurgieron, y nuevamente vino la atracción, el deseo... luego el cariño, y así, sin darnos cuenta, terminamos completamente enamorados el uno del otro.

—Podía imaginarlo, la forma en que se miraban y hablaban del otro los delataba, luego cuando los vi abrazados ya no me quedaron dudas, se veia amor en ese abrazo, parecían mucho más que un par de amigos o compañeros.

—¿Tan obvios hemos sido? —se sentaba nuevamente a su lado.

—Bueno un poco, pero entiendo que a veces no se puedan controlar. Sabes Vicky, en la vida podemos mentir, fingir lo que sea, decir lo que queramos, pero por desgracia no tenemos control sobre nuestros ojos, esos no mienten, y menos cuando se trata de amor.

—Tienes razón, lo amo Jacqueline, en ocasiones me da miedo ser demasiado obvia, y que la gente se de cuenta de todo lo que siento por Cesar, pero es más fuerte que yo este sentimiento.

—Y por lo visto él también te corresponde, nada más hay que ver la forma en que sus ojos se mueven para donde quiera que estés.

—Sí, es un sentimiento con demasiado poder… pero a veces pienso que de nada nos vale sentirlo. —soltó de golpe al tiempo que el aire se escapaba de sus pulmones.

—¿Lo dices por Vivian, la esposa de Cesar?

—Lo digo por ella, por Omar, por mis hijos, por los de Cesar… por su vida, por la mía. No nos pertenecemos, por más que nos queramos, simplemente yo no soy suya, ni él es mío. —sus ojos se cristalizaban.

—Somos de la persona que tiene nuestro corazón. Le pertenecemos a quien nos ama, y amamos.

—¿Aunque al final del día ambos nos vayamos a dormir en camas distintas?

—¿En quién piensas antes de quedarte dormida?

Victoria se quedó en silencio, recordó que cada noche inevitablemente al cerrar los ojos era Cesar a quien veía, su sonrisa, sus ojos, todo de él la acompañaba antes de dormirse.

—En él... pienso en Cesar siempre, más de lo que quisiera.

—Entonces se pertenecen.

—Aun así, desearía que la situación fuera otra. Hace un rato cuando lo vi con su esposa sentí que mi corazón se encogía, es como si me hubiera caído el veinte de nuestra realidad. Somos solamente un par de… amantes. Yo soy la otra mujer.

—La vida no siempre es justa querida. Sin embargo, yo sí creo que todo lo que sucede es por algo, por un motivo, porque estaba escrito. ¿Tú no lo crees así?

—A veces, pero quisiera que nuestra historia hubiese sido escrita diferente, que no fuera tan complicada.

—Ojalá uno tuviera el poder de controlar el destino.

—Jacky, yo sé que no está bien lo que estamos haciendo, pero…

—Tranquila, yo no te estoy juzgando, ni soy quien para hacerlo. A ninguno de los dos los juzgo. Óyeme querida yo seré ya una señora ancianita, pero sé lo que es el amor. —se reía, Victoria la acompañó relajándose un poco.

—Estás muy lejos de ser una ancianita.

—Favor que me haces chiquita.

—¿Puedo pedirte un favor?

—No tienes que hacerlo cariño, desde ya te digo que puedes contar conmigo, yo no pienso decir nada, no me corresponde, ni soy quien para meterme en la vida de ustedes.

—Gracias Jacky. —se abrazaba a ella.

—Un consejo sí quiero darte. Ten cuidado Victoria, tengan cuidado los dos, así como yo los vi y tuve mis sospechas, alguien más puede verlos y darse cuenta de que tienen algo más que amistad, y no todos son tan discretos. Sean más… precavidos. —le guiñó el ojo.

—Tomaré en cuenta lo que me dices, gracias por todo Jacqueline.

—A ti por tenerme confianza… y Victoria, recuerda que siempre debes hacer lo que te dicte tu corazón, déjalo a él decidir, no hay nada peor que ir en contra de nuestros sentimientos y terminar sufriendo.

Victoria asintió con una media sonrisa, en ese momento tocaron la puerta, la plática tenía que concluir puesto que la presentación estaba por comenzar.

SECRETO A VOCESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora