Capítulo 15

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Seguían abrazados; Cesar besaba su cabeza una y otra vez mientras sus brazos la estrechaban con fuerza. Victoria de repente comenzó a reír, pero al mismo, tiempo de sus ojos verdes salían algunas lagrimas, era una mezcla de llanto y alegría. Él hizo que ella lo mirara y con el ceño fruncido analizaba su reacción.

—¿Qué te pasa mi amor?

—Las lagrimas son de felicidad mi vida. Estaba pensando en lo mucho que te insistí para que me dijeras de que eran las llaves, nunca me imaginé que se trataba de esto. Gracias por no decirme nada porque esta sorpresa ha sido maravillosa.

—¿De verdad estás contenta?

—Claro que sí mi amor, estoy muy sorprendida, pero feliz.

—¿Te gusta el departamento? Podemos cambiarle lo que sea.

—No hace falta cambiarle nada, está perfecto, pero lo que más me gusta son los detalles que le pusiste, pensaste en todo. En el café, los cigarros, el chocolate, el perfume. Eres tan lindo Cesar, siempre buscas la manera de sorprenderme y de hacerme feliz.

—Tú te mereces lo mejor del mundo. —sus labios se unían en un tierno beso que luego de unos segundos se convirtió en uno lleno de absoluta pasión. Se separaron después de un par de minutos tan solo para sentarse juntos y tomados de las manos en el borde de la cama.

—Te amo Cesar. —sus delicadas manos acariciaban el rostro varonil de él.

—Y yo a ti Victoria, significas tanto para mí, es por esa razón que decidí adquirir este departamento para los dos. Pero dime qué piensas de esto, de que tengamos un lugar para ambos...

—Pues, la verdad no me lo esperaba, pero me gusta la idea. Tú tienes razón, nuestra situación no es fácil, pero dentro de lo que vivimos, merecemos algo que nos brinde un poco de paz y estabilidad, y qué mejor que esto, tener un departamento para los dos, donde podamos venir de vez en cuando y compartir. Tenerlo implica un compromiso mayor entre los dos y para serte sincera, me gusta tener este compromiso contigo.

—Victoria, quizá yo no pueda ponerte un anillo en el dedo a modo de compromiso, pero necesito que sepas que para mí tú eres muy importante, que el mayor compromiso que tenemos es y será siempre éste de amarnos con toda el alma. El departamento es una prueba de que lo quiero todo contigo, y que daría lo que fuera para que nuestra vida fuese diferente, pero más allá de eso, mi corazón está comprometido contigo desde la primera vez que te vi, desde el primer beso, la primera vez que estuvimos juntos, el primer te amo.

—Mi corazón también está comprometido contigo. No necesito un anillo en mi dedo que me confirme cuánto nos amamos, yo lo sé sin necesidad de nada, y el hecho de que hayas escogido este departamento para los dos, que quisiste que tuviéramos un refugio de amor, me deja ver cuán importante soy para ti.

—Mucho. —sus labios cual imán se pegaban a los de ella para besuquearle la boca con ganas.

—Oye te lo tenías bien guardadito, ¿desde cuándo compraste este lugar?

—Hace poco terminé de cerrar el trato, aunque ya tenía las llaves y me encargué de que lo decoraran y de comprar algunas cosas para los dos, cuando te di las llaves me moría por traerte para que lo vieras, pero preferí esperar para darte la sorpresa.

—Y vaya que me sorprendiste.

—¿De verdad no te imaginabas nada?

—No, siempre trataba de adivinar de donde serían las llaves, pero no se me ocurrió que estuvieras tramando todo esto.

—Pues me alegra haberla sorprendido señora.

—Tú siempre me sorprendes. —se acercó más a él para comenzar a besarlo, primero lento, pero a medida que los segundos pasaban el beso se volvía más y más fogoso.

—Tenemos una cena esperándonos… —le dijo él entre besos.

—La podemos calentar después…

—¿Y por qué, qué tienes ganas de hacer antes de comer? —preguntó fingiendo inocencia.

Victoria levantó una ceja y sonrió con picardía, acto seguido se puso de pie y se quedó allí frente a él, las manos masculinas le envolvieron la pequeña cintura y las de ella reposaron en sus hombros.

—Pues a mí me parece que antes de cualquier otra cosa, lo primero que deberíamos hacer es estrenar nuestra cama. Se me ocurren varias cosas que podemos hacer, y ninguna de ellas es dormir.

—Yo también estoy de acuerdo en que debemos estrenar la cama, la cena puede esperar… prefiero comerte a ti.

Ella soltó una risita coqueta y se acercó hasta él para sentarse a horcadas sobre su cuerpo. Con sus brazos le rodeó el cuello y sus labios se estamparon contra los masculinos.

—Yo también deseo comerte a ti… —su voz sonó tan pastosa y llena de lujuria que Cesar se estremeció de pies a cabeza y una corriente eléctrica se centró en su entrepierna causándole un efecto de excitación que comenzó a crecer como la espuma.

—Me encantas Cesar, y te amo tanto, amo todo lo que haces por mí, como me haces feliz a cada instante que pasamos juntos, incluso cuando no lo estamos, cuando te pienso y te recuerdo, aun así me brindas alegría aunque sea a la distancia.

Todo esto se lo decía entre besos, lo había hecho recostarse en la cama y ella sobre él lo llenaba de caricias y lo besaba con ardor.

Dejaron de hablar, sus bocas estaban demasiado ocupadas devorándose. Victoria llevó sus manos hasta los botones de la camisa de Cesar y comenzó quitarlos con rapidez, quería sentir su piel, necesitaba ver y tocar su desnudez. Mientras sus manos se encargaban de quitar todas las barreras que le impedían amarlo por completo, su boca se fundía con la de él y sus lenguas danzaban a un ritmo apasionado.

Cesar le acariciaba la espalda y los glúteos casi marcándole la piel por encima de la tela. Con deseo acumulado se encargó de comenzar a quitarle toda la ropa que no permitía que pudieran unirse libremente.

Minutos después ambos quedaban completamente desnudos, no había sido mucho lo que se tardaron en arrancarse esas prendas que ninguna falta hacían. Victoria seguía sobre él, sus labios fueron bajando desde su boca hasta su cuello, después por su pecho y abdomen, Cesar estaba delirando, esa mujer lo volvía loco, siempre sabía qué hacer, donde tocar y besar para hacerlo perder el control.

Y fue cuando Victoria bajó hasta su entrepierna para darle atención con su boca, que él supo que esa sería una larga y placentera noche. Si así le iba a dar las gracias, él pensó que debía comprarle un departamento cada semana. Quiso ser reciproco con ella y darle el mismo placer que recibía, por lo que se incorporó para ayudarla a cambiar de posición. No pronunció palabra alguna, pero con la mirada de pasión que le dedicó, Victoria supo cuales eran sus intenciones. 

En la posición del 69 ahora se daban placer los dos, ella succionaba con su boca el erecto miembro de él al mismo tiempo que sentía como Cesar la hacía enloquecer con su traviesa lengua entre sus pliegues. Ambos gemían y respiraban entrecortadamente, era muy sensual lo que hacían, como todo lo que experimentaban juntos. Siempre era un gusto probar cosas nuevas si lo hacían uno con el otro.

Estando cerca de explotar en un orgasmo se detuvieron porque no querían acabar de esa manera, ansiaban unirse y convertirse así en uno solo. Victoria se incorporó y se subió sobre su cuerpo deslizándose con lentitud tortuosa sobre su erección. Milésimas de segundos después comenzaba a subir y a bajar en un ritmo un poco más acelerado. Cesar la agarró por las caderas para ayudarla con los movimientos mientras las manos de ella descansaban en su pecho cubierto de finos vellos.

—Me encanta verte y sentirte sobre mí, me gusta cuando te mueves así. —Cesar le apretó los senos con sus manos mientras ella saltaba con rapidez sobre su cuerpo gimiendo descontroladamente. Él se estaba volviendo loco de sólo verla así tan apasionada y disfrutando tanto.

Victoria había permanecido con los ojos cerrados disfrutando de las sensaciones que todo su cuerpo experimentaba, pero luego de unos minutos los abrió para mirarlo. Vaya que ese hombre era condenadamente guapo y en definitiva era la mejor imagen que se podía tener cuando se está cerca de tocar el cielo. Ella se echó hacia adelante y sin dejar de moverse lo besó ardientemente en los labios, sus lenguas se entrelazaron por un corto tiempo que les pareció eterno. Poco después y sin dejar de mirarse a los ojos, rostro con rostro, sus narices rozando, un fuerte orgasmo los azotó casi al mismo tiempo causándole tanto placer que sus cuerpos se sacudieron sin control. Cesar la llenó de su simiente y ella lo recibió gustosa apretándolo con sus músculos internos.

Victoria se dejó caer encima del varonil pecho aun con la respiración agitada y sintiendo todavía como Cesar permanecía en su interior.

—Voy a comprarte un departamento más a menudo si así me vas a recompensar. —soltó Cesar agitado todavía y estallando en una fuerte carcajada que la terminó por contagiar a ella.

—No tienes que comprarme nada para que yo desee estar contigo. —levantó su cabeza tan solo para mordisquearle la barbilla. —Te amo.

—Y yo a ti mi reina. —la abrazó contra su cuerpo cuando ella se separó íntimamente de él y recostó su cabeza en su hombro.

—Gracias por todo Cesar.

—Tú te mereces el cielo. ¿Te gusta el departamento?

—Está hermoso, pero lo que más me gustó es que pensaras en esos pequeños detalles que me hacen feliz. El que te fijes en lo que me gusta y te desvivas por complacerme me da tanta dicha. Tú siempre me haces sentir como si fuera la persona más especial del mundo.

—Lo eres. Te amo y siempre voy a hacer lo que esté en mis manos para arrancarte más de esas hermosas sonrisas que me das y que me derriten por completo.

—¿Por qué eres tan lindo? —le besaba la mejilla.

—Pues no sé, supongo que tu sacas lo más dulce de mí… ¿Nos duchamos?

—Sí, pero solamente eso, ducharnos, me muero de hambre, tengo que recuperar energías.

—Yo igual, esta será una noche muy larga. Hasta mañana no vamos a irnos de aquí.

—No te preocupes, no tenía intenciones de huir ni nada por el estilo.

—Que bueno porque no pensaba dejar que lo hicieras. —en medio de una risitas sellaron el momento con un tierno beso.
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SECRETO A VOCESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora