El 2007 parecía haber comenzado con el pie derecho; la relación entre ellos marchaba mejor que nunca, aquella crisis que habían tenido a comienzos del año anterior ahora parecía muy lejana. Se veían tanto como sus ocupaciones personales se lo permitieran, aunque siempre trataban de que fuera a menudo. Por suerte las cosas en sus respectivas casas se habían calmado sobremanera, ni Vivian ni Omar hacían más reclamos. A veces les sorprendía mucho que fuera así, tanta paz parecía mentira en ocasiones. Ellos no entendían el porqué de esa tranquilidad en sus matrimonios, quizá se debía al orgullo de sus correspondientes parejas, ninguno de los dos era capaz de aceptar la derrota, de aceptar que habían perdido. Parecía ser mejor pretender vivir en un mundo color de rosa que agachar la cabeza ante el mundo y admitir que estaban siendo engañados. Les convenía más vivir en la mentira que quedar ante la sociedad como los traicionados que cargaban grandes cuernos en sus cabezas.
A Victoria y a Cesar la vida les sonreía en cuanto al amor, aun no entendían como era posible amar tanto a alguien y que esa persona te correspondiera con la misma intensidad. Cada día se amaban más y se les hacía muy difícil estar uno lejos del otro, tanto así que Cesar ya estaba desesperado, al punto de comenzar a acosar a Salvador para que les diera algún proyecto juntos. Se estaba muriendo por volver a trabajar a su lado y pasar todos los días junto a ella.
—Cesar… —comenzaba a explicar Chava. —El año está comenzando apenas, estamos en el tercer mes, tú estás haciendo la participación especial en Juan Querendón con Mapat, Victoria está ocupada con lo del DIF y no sé si sigue con lo de la obra…
—Ya no, y queremos hacer un proyecto juntos, estamos desesperados por volver a trabajar en una misma novela y poder vernos todo el día.
—Pero tú tienes el año ya prácticamente comprometido, vas a participar también en Amor sin maquillaje, ya te invitaron no.
—Sí, pero para eso todavía falta, además será sólo una pequeña participación, puedo hacer otra novela mientras, anda Salvador… —le suplicaba. —Algo puedes hacer, danos una novela, una serie, lo que se te ocurra por favor.
Chava se recostó en su silla y sonrió con algo de malicia; Cesar frunció el ceño molesto.
—Nunca había visto un hombre tan desesperado por hacer algún proyecto… aunque yo sé que no lo haces por trabajar en sí, sino porque te mueres por hacer algo con ella.
—Tú no entiendes la tortura que es no poder verla todos los días, no poder pasar las horas a su lado así sea trabajando.
—Te ha pegado fuerte el amor hombre. —casi se burlaba, aunque lo hacía en broma, no había mayor cómplice en la relación de Victoria y Cesar, que él.
—Créeme que sí y estoy realmente desesperado ya, ella también…
—Yo no la veo aquí prácticamente obligándome a conseguirle un proyecto contigo. —se mofó.
—Gracias por eso. —resopló y se pasó las manos por la cabeza en clara señal de frustración.
—Era una broma, estoy seguro que si no lo ha hecho es porque anda ocupada con lo del DIF.
—Así es, pero si le propones algo estoy seguro que no se negaría.
Salvador lo pensó un momento, desde hacía tiempo una idea rondaba en su cabeza, pero no se había decidido a hacer nada, sin embargo, ahora Cesar con su insistencia le había dado el empujón que necesitaba. ¿Debía comentárselo a sabiendas de que no podría quitárselo de encima si lo hacía?
—Mira Cesar, te voy a contar algo, es una idea que tengo en mente, pero no es nada concreto aun, así que ni te me ilusiones antes de tiempo.
—Dime por favor. —su tono era el de un niño pequeño cuando sabe que le van a conceder quizá algo que desea.
—Bueno… —dubitativo.
—Habla. —decía casi como exigencia.
—Tú sabes que están pasando otra vez La Madrastra por el Canal de las Estrellas, y pues he estado pensando que sería bueno llamar la atención del público con un final diferente, algo que grabemos nuevo.
A Cesar se le iluminaron los ojos de repente sin siquiera haber escuchado por completo lo que su amigo tenía que decirle.
—Eso sería maravilloso… ¿Cuándo empezamos a grabar?
—Ya sabía yo que no debía decirte nada; a ver Cesar, déjame explicarte, esto es solamente una idea que tengo, no lo he hablado con los ejecutivos, no sé si podamos hacerle esos arreglos a los últimos capítulos, ni siquiera sé si tendremos foros disponibles para recrear los sets. La verdad es que no debí ni comentártelo.
—No Chava, ya me lo dijiste, ahora haz lo que tengas que hacer para que esto se pueda dar.
—Cesar, aunque se diera sería algo muy pequeñito, unas escasas escenas para cambiar al asesino y un par de secuencias con ustedes y con las parejas principales para volver a grabar las bodas, no sería algo muy extenso si es lo que estás pensando.
—Yo sé, entiendo que será algo corto, pero no me importa, así sean sólo unos días que tenga que venir aquí me conformo si estoy con ella, si puedo tener la excusa de verla todo el día por algún tiempo. No sabes cuánto la extraño, lo mucho que ansío poder vernos a diario.
—Yo no los comprendo Cesar, si tan desesperados están por estar juntos y vivir su amor a plenitud por qué no se divorcian… decídanse a dejar esas relaciones que no los hacen felices y vivan lo suyo libremente, sin secretos o mentiras.
—No es tan fácil Chava, lo hemos hablado, y no te creas, hemos llegado a considerarlo, pero siempre llegamos a la conclusión de que no podemos hacerlo, al menos no por ahora.
—¿Por qué no?
—Porque le vamos a hacer daño a nuestros hijos, Victoria no quiere que sus niños crezcan lejos de su padre, y yo no quisiera que Carla sufriera, está en una edad difícil y muy aferrada a mí, sé que si me separo de su madre, la lastimaría.
—Pero va a ser más difícil si el tiempo sigue pasando y ustedes siguen ahí sólo por obligación, a la larga el daño que van a causar será peor.
—Puede ser, pero por muchas razones este no es el momento, ambos estamos muy claros en eso, además Victoria está desempeñando un cargo ahora en Pachuca que no puede simplemente dejar tirado. ¿Te imaginas el escandalo que se armaría si se separara en este instante? Ella no quiere pasar ese mal rato con los medios ni hacer que su familia se vea perjudicada de esa manera y yo sinceramente la entiendo y la apoyo. No puedo ser egoísta…
—¿Y tú, tú no has pensado en divorciarte de Vivian?
—Ya te expliqué que no es tan sencillo, claro que lo he pensado, fantaseo con hacer una vida al lado de la mujer que amo sin que nada nos impida ser felices, pero como te dije no quiero hacerle daño a mi hija, ella está por encima de todo, lo he hablado con Victoria y ella también lo entiende.
—Ustedes son excelentes padres, están sacrificando tanto por sus hijos y yo sinceramente los admiro por eso, pero pienso también que es peor esperar, tarde o temprano las cosas se van a volver más y más difíciles. Sus parejas no van a soportar eternamente que los estén engañando, ellos saben perfectamente que ustedes tienen algo y aun así han decidido callar y hacerse los locos, pero llegará el día en que se harten y entonces la bomba explotará y el problema será mayor.
Cesar guardó silencio, Salvador tenía razón, a la larga el montón de mentiras y secretos que llevaban a cuestas terminaría por volverse gigante cual bola de nieve y se armaría contra ellos causándole un gran daño a todos los involucrados. No obstante, la decisión de separarse cada uno para vivir con libertad su amor, era una que debía aplazarse, aun no era el momento… y quizá nunca lo sería. Eran victimas de un secreto y prisioneros de un amor prohibido. Les tocaba seguir esperando, seguir fingiendo ante todos que eran felices dentro de sus matrimonios, cuando lo único que querían era pasar sus vidas junto a la persona realmente amada.
…
—Te quedaste mudo de repente. —le decía Chava con voz divertida.
—Estaba pensando en lo complicado que es todo esto, ojalá hubiese conocido a Victoria en otro tiempo de la vida, la amo tanto y me duele que no podamos estar juntos del todo. Sentirla a medias es una tortura.
—Lo siento Cesar, yo mejor que nadie sé lo mucho que ustedes se quieren, por eso insisto en que no dejen pasar demasiado tiempo para liberarse de las cadenas que los amarran a una vida de infelicidad y se decidan a vivir plenamente su amor.
—Esperemos que algún día podamos tener esa libertad para amarnos… pero, por ahora necesito de verdad tenerla cerca, haz todo lo posible por conseguir que te permitan grabar ese nuevo final de la novela. Sería increíble tener nuevamente la oportunidad de encarnar a los personajes que nos cambiaron la vida, María y Esteban son los causantes de todo esto.
—Yo diría que son Cristina y Federico, la historia de ustedes viene desde entonces.
—Pues sí, desde que nos conocimos comenzó esta locura que nos ha puesto la vida de cabeza, a pesar de que por años no nos vimos hasta que hicimos La Madrastra, debo confesar que yo nunca dejé de pensarla, jamás pude sacarla de mi cabeza. Victoria se convirtió en mi todo desde que la conocí.
—Ay el amor, el amor… —se burlaba. —Veré que puedo hacer por ustedes en cuanto a lo del nuevo final de la novela, era sólo una idea, pero no me voy a condenar a escucharte reclamándome toda la vida que los privé de una pequeña oportunidad de trabajar juntos.
—Por favor, avísame cualquier cosa, yo sé que tú puedes conseguir eso por nosotros.
—¿Qué harían ustedes sin mí?
—Nada, tu has sido nuestro mayor cómplice, y el único que movería cielo, mar y tierra para unirnos.
—Me conviene en parte a mí también, me dan buen rating, no me puedo quejar.
—Ah pues es una ayuda mutua entonces. —se paraba para despedirse. —Me tengo que ir Chava, pero estaré esperando la llamada para que me digas que empezamos a grabar dentro de poco.
Salvador rodaba los ojos en actitud divertida y negaba con la cabeza.
—No le digas nada a la comadre por ahora, recuerda que no es seguro y para qué entusiasmarla si aun no sabemos si se podrá.
—Tienes razón, esperaremos para comentarle… mil gracias Chava, fuera de broma no sé que haríamos sin ti. Eres el mejor cómplice, productor y amigo que podríamos tener.
Y efectivamente lo era, pues aunque se tratase de algo corto, al parecer Salvador Mejía era el único que se animaba a juntarlos. Para Cesar esa oportunidad que su amigo le planteaba era un bálsamo dentro de tanto desespero por poder estar cerca de Victoria. No le importaba si sólo les tocaba grabar un par de escenas en un par de días, cualquier segundo que pudieran pasar juntos sin tener que estar escondidos en su departamento sería un alivio para los dos.
La peor parte de su relación era tener que vivir en las sombras como si amarse fuese un pecado, tener que esconderse en la oscuridad de su casa tal como lo haría un criminal, pero ellos no eran criminales, quererse con la fuerza que lo hacían no era un delito. Sin embargo en su historia de vida, por alguna razón ellos siempre terminaban siendo los villanos, a pesar de que en realidad eran victimas del destino, de ese destino cruel e injusto que no los unió a tiempo.
> > > >
Dos días después de la plática con Salvador, Cesar y Victoria se encontraban en el departamento de ambos charlando luego de haber hecho el amor como dos locos en el sofá grande del living.
—¿Será normal extrañarte cada día un poco más? Me estaba muriendo por estar contigo Cesar… —le decía ella vistiendo sólo la enorme camisa de él y recostada en su pecho.
—Supongo que sí porque a mí me pasa lo mismo. Hace días que ansiaba verte y hacerte el amor, pero ninguno de los dos había podido y… bueno, ya sabes.
Victoria suspiró y se abrazó más al cuerpo masculino que solamente vestía un bóxer.
—Lo sé, a veces se nos complica un poco vernos, pero tampoco podemos quejarnos, al menos hemos aprendido a manejar la situación y ya no discutimos como antes por esa razón.
—Eso sí, creo que hemos crecido en ese sentido. —la besaba.
—Hemos aprendido a ser buenos amantes. —hubo un ligero toque de diversión en su voz, pero ese tono de entretenimiento no subió a sus ojos color aceituna.
—Sin duda… Es malo no poder vernos tan a menudo como quisiéramos, pero quien sabe si dentro de poco surge algún proyecto o algo y podemos trabajar juntos nuevamente. —había un brillo especial en sus ojos y una sonrisa distinta en sus labios; ella lo notó.
—¿Y por qué lo dices así, acaso sabes de algún proyecto para los dos?
—No, yo no sé nada. —sin embargo, se reía.
—Algo sabes, no seas mentiroso, ahora que lo pienso andas muy raro, hasta por teléfono sonaste misterioso el otro día. —lo miraba con el entrecejo fruncido.
—Imaginaciones tuyas mi cielo.
—Dime Cesar.
—No sé para qué insistes si no sé absolutamente nada, sólo que tengo fe en que muy pronto podamos hacer algo juntos, no sé alguna novela, quizá la obra que nunca hicimos. —le decía para despistarla.
—Aja… —con mirada inquisidora.
—Es cierto… —besándola. —Pero bueno, mejor dime cómo te va allá en el DIF.
—Bien, me gusta ayudar a la gente y escuchar sus necesidades, pero no sé, extraño hacer novela, trabajar en la televisión que es lo mío, a veces siento que no pertenezco allá, me siento como si me faltara algo.
—Te falto yo.
—Tienes mucha razón, me faltas tú, y cuando me faltas tú es como si me faltara el aire que necesito para respirar.
—Que romántica mi amor.
—Sacas lo más cursi de mí Évora… sabes, a parte de extrañarte a ti, extraño las cámaras, el pasar un día entero en el foro, me hace falta trabajar, primero quería descansar, pero ya siento que llegó el momento de regresar a mi mundo.
—Me da gusto oír eso, yo estoy deseando desde hace mucho que regreses a Televisa. Ya deja de ser tan floja y vuelve a trabajar que no te puedo mantener toda la vida, me sales cara.
Ella se reía mientras alcanzaba un par de cigarros y un encendedor de la mesita del centro.
—Yo te lo advertí desde que esta relación comenzó, soy floja, no sé cocinar, me gusta que me traten como una reina, por lo tanto no salgo nada económica, duermo mucho, soy celosa, enojona y caprichosa, me gusta hacer mi voluntad y que los demás hagan lo que yo quiera.
—No bueno me saqué la lotería contigo. —se burlaba.
—Tienes una maldición cariño.
—¿Ah sí? ¿Cuál es?
—Que aun con todos mis defectos me amas más que a nadie en el mundo.
—Me encanta lo modesta que eres. —ambos fumaban.
—¿Acaso no es cierto?
—Por desgracia lo es.
—¿Por desgracia? —abría la boca fingiendo indignación.
—Es mentira, la verdad es que es una bendición haberte conocido y haberme enamorado de ti aun con todas tus cosas, a las cuales les llamas defectos, pero para mí son simplemente características que me hacen amarte como te amo.
—Eres un lindo, tú sí que eres perfecto, he intentado encontrarte defectos, pero no tienes.
—Pues no…
—Ahora el modesto es otro. —estallaban en risas.
—Aprendí de ti
—Aunque pensándolo bien, sí tienes un defecto…
—¿Cuál?
—Eres impuntual.
—Claro que no, yo odio la impuntualidad, siempre intento llegar a tiempo para todo.
—Y lo consigues casi siempre, excepto la única vez que tenías que haber llegado un poco antes… no fuiste puntual para llegar a mí.
Cesar sonrió con nostalgia y le acarició delicadamente la mejilla.
—Es verdad, ahí sí fallé.
—En realidad fallamos los dos. Somos una impuntualidad imperdonable de la vida.
—El destino no supo leer las manecillas del reloj cuando le indicaban que era tiempo de juntarnos, y por no saber hacerlo, nos condenó a vivir en secreto.
Inevitablemente Victoria dejó escapar una lagrima ante esas palabras y ésta bajó por su rostro y mojó los dedos de Cesar, él también sintió que quería llorar, pero no lo hizo, aun así se sintió triste y su corazón se nubló un poco.
Siempre les gustaba revolcarse un poco en el dolor, reposar un rato en la melancolía de su situación, era un tipo de ritual masoquista. Se recordaban uno al otro que no podían estar completamente juntos y ambos se daban ese pequeño espacio para deprimirse y luego volvían a la carga con más fuerzas. ¿Por qué lo hacían? A decir verdad ni ellos mismos lo sabían. Quizá era una especie de autocompasión que los hacía sentir menos culpables por estar dañando a personas a su alrededor, o talvez simplemente porque a veces hace falta sufrir un poco para apreciar los momentos de felicidad. Cada arcoíris necesita un poco de lluvia, así como no existen las rosas sin un par de espinas.
…
Después de ese momento de flagelación propia, volvieron al ruedo y decidieron disfrutar del poco rato que les quedaba esa tarde, por desgracia no podían pasar la noche entera juntos, y eso sí que era una verdadera tortura.
—Que lastima que no podamos quedarnos toda la noche.
—Ya sé, lo siento mi amor, tengo que estar mañana en mi casa porque… bueno…
—Sí, lo sé, se ve feo que la esposa no amanezca en su cama junto a su marido en el día de su sexto aniversario. —con voz seca.
—Tampoco lo digas así, en realidad a mí me da igual esa fecha, pero ni modo, no puedo borrarla del calendario, además Cesar si no me quedo esta noche contigo no es por lo que estás pensando.
—Yo no estoy pensando nada, más bien, prefiero no pensarlo.
—Mi amor, ya te expliqué que prefiero no quedarme hoy para evitar discusiones, las cosas en la casa están tan en calma y lo que menos deseo es que otra vez se formen problemas que nos impidan a ti y a mí vernos y de nuevo comiencen las peleas y discusiones de un tiempo atrás.
—Está bien Victoria, yo lo entiendo, no pretendía presionarte para que te quedaras, es sólo que de verdad odio esa fecha.
—Yo lo sé mi vida, yo a veces quisiera poder arrancarla del almanaque te lo juro, pero eso no se puede.
Cesar resopló frustrado.
—Mejor no hablemos de eso, quedamos en que disfrutaríamos de la tarde antes de que te tengas que ir, creo que no debemos perder el tiempo en temas como ese.
—Sí, tienes razón, olvidemos todo lo que nos amargue la existencia, no vale la pena. —se acercaba para besarlo.
—Yo sé de algo que siempre nos hace olvidar todo lo malo. —comenzaba a acariciarle una pierna.
—¿Oh sí? ¿Y qué cosa es esa?
Él le sonrió, pero no emitió sonido alguno, poco a poco siguió subiendo su mano hasta llegar a la entrepierna femenina que esperaba sin ropa interior a ser tocada. La acarició a allí con experiencia y atrevimiento mientras la miraba a los ojos y veía un brillo lujurioso aparecer en ellos a medida que iba sintiendo su exploración.
—Me encanta que me toques, me fascina que me provoques con calma cuando quieres hacer el amor. —jadeaba e instintivamente abría más sus piernas y recargaba su cabeza en el sillón.
—No se trata de llegar y sólo penetrarte, me gusta que disfrutes, que desees que entre en ti y te haga mía. —añadía un dedo a sus caricias y al tiempo que con el pulgar frotaba su botoncito sensible con dos dedos la invadía en aquella húmeda cueva.
—Siempre deseo que me hagas tuya, que estés dentro de mí. —su respiración se aceleraba, sus gemidos se iban intensificando y el placer aumentaba ahora que Cesar la embestía rápidamente dentro y fuera con sus dedos.
Se acercó a su boca sin detener lo que hacía con su mano y la besó apasionadamente juntando su lengua a la de ella. Los gemidos femeninos iban muriendo en los labios masculinos y todo su cuerpo comenzaba a tensarse indicando que la culminación estaba cerca, sin embargo no llegó a ella porque él se detuvo de golpe dejándola a medias.
—¿Por qué paras? —preguntó bastante agitada.
—No quiero que te corras así. —sin dejar de besuquearle los labios llevaba sus manos hasta los botones de la única prenda que ella vestía para quitarlos; en cuestión de segundos la dejaba completamente desnuda y se incorporaba para quitarse también la escasa tela que cubría su desnudez.
—¿Y cómo quiere que termine señor Évora? —inevitablemente sus ojos y una de sus manos se iban hasta la enorme protuberancia que ya apuntaba erecta hacia ella.
—Conmigo adentro. —se acomodaba en el sofá y la atraía hasta él para que se sentara a horcadas sobre su cuerpo.
—No hay mejor manera de hacerlo, y estoy deseando más que nunca sentirte. —ella misma acomodaba la erección en la entrada del centro de su ser y se iba deslizando tortuosamente sobre ésta.
Lo miró a los ojos una vez lo sintió llegar hasta lo más hondo y comenzó lentamente a moverse sin perder el contacto de su mirada.
—Victoria, quisiera que sólo fueras mía, que sólo mis labios besaran los tuyos, que nadie más te mirara siquiera y solamente yo te hiciera sentir mujer.
—Solamente tú me haces sentir así, sólo tú me llenas de esta manera. Te amo Cesar, yo soy tuya… lo seré siempre.
Las palabras fueron volviéndose escasas, su forma de comunicarse en ese momento sólo constaba de la fricción de sus cuerpos y de los intensos movimientos que compartían. Ella saltaba sobre él sin dejar de besarlo y Cesar la ayudaba agitando sus caderas y de vez en cuando besando sus pecas y sus perfectos senos a la luz del atardecer que se colaba por el enorme ventanal cerca de ellos.
Sus gemidos y fuertes jadeos se mezclaban creando así una melodía perfecta que llenaba los oídos de ambos y los hacían volverse locos de placer.
—Yo también quiero que seas solamente mío, que sólo a mi lado te sientas así y disfrutes tanto. —entre gimoteos.
—Es que así es, contigo lo siento todo, eres perfecta, esto es perfecto.
De repente y sin que Victoria lo esperase Cesar cambió de posición y la recostó en el mueble para ser él quien llevase el control del acto. Ella enroscó las piernas en sus caderas y se dejó hacer; él la besaba, le mordisqueaba los labios al tiempo que la seguía embistiendo con ahínco.
El orgasmo llegó luego de un tiempo que lo mismo pudo haber sido unos minutos, una hora o tres siglos porque les pareció eterno. Cuando alcanzaron el clímax gritaron sus nombres, y él en un arranque de pasión le hizo un chupetón en el cuello; ella le arañó la espalda raspándole un poco.
Cuánta razón tenía Cesar; hacer el amor era la única manera en la que siempre conseguían olvidarse de todo lo malo. Y sí, quizá el día siguiente marcaba una fecha fatídica para ambos por ser la conmemoración de un matrimonio sin amor, pero gracias a esa entrega tan llena de pasión se habían olvidado de todo al menos por esa tarde.
A la mañana siguiente despertaron en camas separadas, pero no le dieron mayor importancia a ese hecho porque al menos sus mentes y sus corazones estaban donde debían estar, conectados unos a otros así fuese a la distancia.
Y como la existencia es un juego y a veces pasan cosas demasiado irónicas, aquel aniversario de bodas Victoria se levantó con una marca en el cuello que no había sido hecha por su marido y Cesar abrió los ojos con un arañazo en la espalda que no fue realizado por la mujer que dormía a su lado… así de osada era la vida.
> > > >
Entre una cosa y otra los días fueron pasando, a decir verdad transcurrían bastante rápido, sin embargo, para Victoria y Cesar parecían moverse con demasiada calma. Hubo un lapso de tiempo entre el tercer y cuarto mes del año en el que no se vieron mucho. Sólo hablaban escasamente por teléfono y se veían poco entre semanas, y usualmente cuando lo hacían no podían pasar la noche entera juntos. Si no era por el trabajo de él, era por las ocupaciones de ella en el DIF o los asuntos relacionados a las familias de ambos, pero siempre había algo que les impedía verse como querían y eso inevitablemente estaba comenzando a traer problemas una vez más.
Esa tarde después de haber ido a almorzar juntas Victoria regresó con Gaby a la casa de ésta y mientras se fumaba un cigarro le platicaba cómo andaban las cosas.
—¿Están peleados?
Victoria miró a su hermana y lo pensó un momento antes de contestar analizando en realidad lo que sucedía, lo cierto era que a ella misma le costaba entenderlo a veces.
—No sé explicarlo, realmente no estamos peleados porque ya no discutimos como antes ni gritamos o llegamos a los insultos, pero simplemente no hablamos, hay días en los que ni un mensaje de buenos días nos mandamos.
—¿Enserio? —parecía sorprendida.
—Sí… no estoy diciendo que siempre sea así, pero nos sucede algunos días, y me deprime un poco porque antes no podíamos estar ni un día sin hablarnos o aunque sea enviarnos un mensajito y ahora sencillamente lo siento distante.
—¿Pero es sólo de su parte o tú también te has alejado?
—Es de parte de los dos, y tampoco es que nos hayamos alejado por discusiones o demás, es sólo que a veces estamos tan ocupados en otras cosas que nos damos ese espacio para respirar.
—Y tú no quieres ese espacio… —era mitad pregunta, mitad afirmación.
—No es que no lo quiera, yo entiendo que los dos tengamos cosas que hacer y que no podemos andar pegados como chicle, pero… —se escuchaba confusa, como si intentara encontrar las palabras para explicarse y no pudiera.
—Pero te duele pensar que ese espacio que se dan pueda abrir una brecha entre ustedes y terminar con lo que tienen.
Ella miró a Gabriela y asintió en silencio mientras respiraba hondo para calmar el llanto que se comenzaba a formar en sus ojos. Se obligó a no derramar ni una sola lagrima porque sabía que si empezaba no iba a poder parar después.
—Tengo miedo Gaby… mi relación con él ha sido desde siempre una montaña rusa, a veces estamos muy arriba y de repente bajamos de golpe y sin aviso y terminamos mareados y hechos pedazos una vez llegamos abajo. Me angustio de sólo pensar que en alguna de esas veces cuando nos distanciemos así no volvamos y la brecha entre los dos sea tan grande que ya no tengamos interés en seguir.
—Pero ustedes se aman…
—Sí, pero a veces el amor no es suficiente, uno necesita también caricias y besos sin andar mirando la hora para ver cuánto tiempo nos queda, compartir con la persona amada, pasar los días y las noches juntos y no sólo verse una vez cada mes y pretender que todo esté bien. A veces siento que somos una estación de trenes vacía que sólo está esperando a que llegue el ferrocarril un momento, haga su trabajo y después se vaya nuevamente hasta la próxima ocasión.
Gabriela sonrió un poco por la metáfora que viniendo de la boca de su hermana era bastante profunda, y eso que la que tenía en sus venas sangre de escritora era ella.
—Victoria y por qué no te divorcias, vive tu amor con Cesar libremente, no te condenes a vivir de esta forma para siempre.
—No puedo Gaby.
—¿Por tus hijos?
—Por mis hijos, por la hija de Cesar… ninguno de los dos estamos dispuestos a poner en juego la estabilidad de nuestros niños, ellos están por encima de todo.
—¿Hasta de su propia felicidad?
—Hasta de eso Gabriela.
—¿Y tú no crees que es peor para sus hijos vivir dentro de unos matrimonios de mentiras, de una bola de secretos gigante?
—No creo que eso sea peor que crecer con sus padres separados… yo no voy a hacer que Anuar y Vicky se críen como lo ha hecho José Eduardo, que si su padre se acuerda de él una vez cada dos meses es mucho.
—¿Y Cesar?
—Él tampoco quiere que su hija sufra, es apegada a él y también a su madre, los quiere juntos, la destruiría verlos separados.
—Yo pienso que ustedes sacrifican demasiado intentando hacer un bien cuando en realidad se están haciendo más daño y no sólo a ustedes sino que a la larga quienes van a pagar, son esos mismos hijos que tanto quieren proteger... Dime algo Victoria, ¿tú crees que nosotras hubiésemos tenido una mejor niñez si mamá y papá no se divorciaban y seguían juntos pretendiendo quererse y por otro lado hacían una vida aparte?
Victoria sintió que sus ojos se humedecían, hacía demasiado tiempo que había dejado de ser una niña, pero el tema del divorcio de sus padres siempre era una espinita que vivía ahí y que nunca había superado ni siendo una señora ya.
—Posiblemente no… pero tú sabes que tampoco fue fácil verlos separados y crecer con papá lejos de aquí haciendo otra vida mientras mamá se partía el lomo para sacarnos adelante. A mí me dolió mucho no terminar de crecer con los dos juntos, esa sensación de estar entre la espada y la pared porque quieres igual a tú madre y a tu padre, pero sientes que no puedes tomar partido por ninguno porque te estarías poniendo en contra del otro… no, ese efecto es horrible y crecer con ellos separados peor… yo no quiero que mis hijos crezcan así, y tampoco deseo que la hija de Cesar que está precisamente en una edad difícil pase por lo mismo.
—¿Entonces?
—Entonces ni modo, tengo que seguir aguantando que mi relación con Cesar sea esto, un sube y baja de situaciones, y rogar para que seamos eternos a pesar de todo lo que nos separa… si tan sólo pudiéramos unirnos un poco, trabajar juntos, volver yo a Televisa, sentirlo cerca… no sé, algo, porque detesto esta lejanía que ahora nos consume.
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.
Paralelamente en el canal Cesar entró a la oficina de Salvador detrás de éste mientras lo acosaba con preguntas.
—Chava, ¿vas a decirme de una vez por todas si lo del bendito nuevo final se va a dar? Llevas semanas haciéndome esperar y no me dices nada… me dijeron que vieron a Sabine salir de aquí de tu oficina hace un par de días, acaso…
—Necesitaba hablar con ella y con otros actores del elenco que irán viniendo poco a poco.
—¿Eso qué quiere decir? —se sentaba frente al escritorio y veía como Salvador se recargaba cómodamente en su silla y sonreía de repente con un brillo divertido en sus ojos.
—Quiere decir que puedes ir preparándote para ser Esteban de nuevo. Yo logro todo lo que me propongo Cesar y el regreso de mi elenco de La Madrastra no es la excepción. —decía con demasiado orgullo y se reía al ver la cara de excesiva emoción de su amigo.
—¿De verdad Salvador?
—Sí, todavía no comenzamos a grabar hasta dentro de unas semanitas, pero ya es oficial, ya lo tenemos aprobado y estoy hablando con el resto de los actores.
—¿Y qué esperabas para decírselo a tus protagonistas?
—Quería estar seguro de que los demás también podían.
—¿Cuándo vas a hablar con Victoria? —se movía ansioso en su silla, Chava se reía porque parecía un niño chiquito en vez de un adulto maduro.
—Pues cuanto antes mejor, pero Cesar, ¿tú estás seguro que ella va a aceptar? Porque estoy haciendo todo esto prácticamente por ustedes dos y ya otros actores me han confirmado, qué tal que Victoria me diga que no...
—No creo que lo haga, ella quiere volver a trabajar y si es conmigo aun más.
—Vaya… modestia es tu segundo nombre por lo visto.
—Llámala.
—¿Ahora?
—Claro, le dices que venga y acá le explicas.
—¿Por qué no se lo quieres decir tú?
—Tú eres el productor, debes ser tú quien se lo informe y hable con ella.
—¿Es eso o es que acaso están enojados y tienes miedo de que si se lo propones tú, no acepte?
Cesar soltó una carcajada ante la perspicacia de Chava.
—Que bien me conoces, pues algo así, o sea no es que estemos enojados, pero en los últimos días no hemos estado del todo bien y no quisiera que se negara por alguna u otra razón, y estoy seguro que si eres tú quien le dices pues no podrá decir un no.
—De acuerdo, voy a llamarla. —sacaba su celular. —Ay, ustedes me van a volver loco, parecen niños a veces y yo el padre que tiene que estar arreglando las cosas para ambos… está sonando, espera. —alguien le respondía al otro lado luego de un par de timbrazos.
—Bueno... Chavita. —se escuchaba la voz de Victoria al otro extremo. —Que milagro que me llames, pensaba que ya no te acordabas de mí, eres un pésimo amigo. —bromeaba.
—Ey, cuidadito con lo que me dices porque te llamo para proponerte algo importante y me puedo arrepentir.
—¿Enserio? —se entusiasmaba. —¿Y qué tienes para mí?
—Ah no, por teléfono no, vienes a Televisa. —miraba a Cesar frente a él quien el hacía señas preguntando qué pasaba.
—¿En este momento?
—Para luego es tarde.
—Pues estaba con mi hermana en su casa... —vio como Gaby le hacía una seña de que no importaba, que se fuera a resolver lo que necesitara. —Está bien, estoy en la ciudad así que llego allá dentro de poco… me intrigas Mejía.
—Me encanta el misterio lo sabes.
—Te veo pronto.
Colgaron la llamada y Victoria salió a los pocos minutos rumbo a Televisa San Ángel, Cesar de repente se ponía un poco nervioso, hacía un par de semanas que no la veía y habían hablado escasamente por teléfono. Estaba ansioso por verla y también por escuchar su respuesta ante esa propuesta de trabajo; no podía negarse a darle un nuevo final al público y sobre todo a trabajar con él, ¿o sí?
Él se quedó esperándola en la oficina de Chava mientras platicaban, pero luego de un rato éste se disculpó un momento para resolver un asunto cuando alguien lo solicitó fuera de allí. Victoria llegó no mucho tiempo después y subió hasta el área de las oficinas saludando a quienes veía a su paso. Ansiosa por saber eso que Salvador quería proponerle entró a su despacho sin tocar la puerta, fue consiente de ello cuando al ingresar vio la silla detrás del escritorio vacía. Sin embargo, alguien estaba sentado justo al frente y le daba la espalda, no tardó dos segundos en reconocer al hombre allí presente, sobretodo cuando escuchó esa voz que reconocería entre mil otras.
—Tú y esa mala costumbre de entrar a los sitios sin tocar la puerta, lo mismo hiciste hace algunos años cuando nos conocimos en la época de Abrázame muy fuerte, me acuerdo que estaba sentado aquí mismo y entraste de igual forma sin siquiera tener la menor educación de golpear antes.
Él no había volteado a verla, pero a través del cristal de un anaquel en un rincón de la oficina vio que se trataba de ella. Seguía dándole la espalda y sonrió cuando la sintió acercarse. Victoria no pudo evitar sonreírse un poco cuando escuchó sus palabras.
—¿Por qué siempre estás aquí cuando llego a esta oficina? Lo estuviste en Abrázame muy fuerte, también en La Madrastra y ahora vengo a hablar con Chava y vuelvo a encontrarte. —se paró detrás de él, pero no se acercó a besarlo, lo cual fue extraño y él tampoco hizo por moverse.
—Estoy aquí porque mi lugar está donde vayas a llegar tú, aunque sea siempre tarde y de esa forma tan maleducada de entrar así como una salvajita sin tocar la puerta.
Ella se rió por el comentario y él se puso de pie y volteó a verla.
—¿Qué haces aquí Cesar?
—Te lo diré si me das un beso, no puedes llegar así luego de semanas y pretender que hablemos sin darme el placer de tus labios antes.
—¿Eso es un reclamo?
Él sonrió y se pegó a ella.
—Te extrañé. —la besó en los labios con ardor sin darle tiempo a nada, ni siquiera a negarse, aunque a decir verdad ella no deseaba negarse ni un poquito, fue todo lo contario, se prendió a su cuello y abrió la boca para recibir su lengua y dejar que la explorara completa.
Cesar la tomó por la cintura y la apretó tan fuerte que parecía querer hacerla parte de su cuerpo. Sin poder evitarlo sus manos bajaron hasta el trasero femenino y acariciaron allí haciendo que Victoria se estremeciera; ella había extrañado mucho sus caricias.
En el momento que los besos se hacían más fogosos y que comenzaban a acariciarse con mayor atrevimiento olvidando el lugar donde se encontraban, la puerta se abrió repentinamente y un chillido de sorpresa los obligó a separarse de golpe.
—¡Dios mío! Lo que uno ve por tener ojos, ¿es que acaso ya se aburrieron de su departamento y no les alcanza para los hoteles y tienen que venir a hacer sus cochinadas en mi oficina? —Chava caminaba hasta su silla tapándose un poco los ojos y fingiendo estar traumado. —Acomódense y vístanse.
Victoria soltó una risita.
—No estamos desnudos.
—Poco les faltó. ¡Santo Dios! Se imaginan si hubiese venido con alguien más.
—Tenías que haberte imaginado. —le decía Cesar mientras los tres se sentaban en sus sillas.
—Sí, claro porque es totalmente normal encontrar a dos personas en tu oficina a punto de coger. —irónico.
—Que exagerado, sólo nos estábamos besando. —se defendía Victoria.
—Aja comadre…
—Bueno ya, ya, mejor dime para qué querías que viniera aquí.
—Pues te cuento que no te llamé para que vinieras a usar mi oficina de hotel con éste. —señalaba a Cesar. —En realidad tengo algo que proponerte, él ya lo sabe y aceptó, bueno en realidad me obligó casi a hacerlo.
Victoria le echó una mirada a Cesar quien la miró con una sonrisa, ella frunció el ceño y regresó su vista a Salvador.
—¿De qué se trata?
—Bueno, como sabrás La Madrastra está siendo retransmitida por el Canal de las Estrellas, pero está muy reciente en la mente del público así que estuve pensando en hacerle un nuevo final, darle un nuevo asesino, nuevos capítulos y nueva escena de bodas.
Cesar tomó una mano de Victoria y vio como ella abría los ojos muy grande.
—¿Qué? O sea, eso quiere decir que…
—Que estaremos grabando muy pronto algunas escenas con algunos de los actores y por supuesto no puedo hacer un nuevo final sin mis protagonistas, y sin mi madrastra obviamente.
Victoria se quedó callada un segundo procesando las palabras de su amigo y acto seguido sonrió ampliamente. Cesar inconscientemente soltó el aire contenido en sus pulmones.
—Salvador, esto es… pero cuándo, cómo… —no terminaba de formular ninguna pregunta.
Chava le explicó los pormenores de lo que ya era mucho más que una idea puesto que varios actores habían confirmado y ya más o menos tenían fecha para comenzar a grabar tan pronto les facilitaran un foro para recrear los sets. Victoria escuchaba con atención y de vez en cuando miraba a Cesar y éste le sonreía y tomaba su mano como rogándole que aceptara, que por nada del mundo fuera a decir que no. Por eso finalmente cuando la pregunta definitiva vino, ella no pudo negarse y con el corazón latiéndole a mil por hora aceptó. Realmente sería algo corto, pero le daría la oportunidad de pasar un pequeño tiempo con el hombre que amaba y eso era algo a lo que no podría negarse nunca.
—¿Y cuándo empezamos?
—Tan pronto tengamos foros disponibles, pero los estaré llamando en un par de semanas para locaciones y ver unas cositas en su imagen, aunque ustedes están prácticamente igualitos a hace dos años.
—Cesar se puso un poco más viejo. —bromeó Victoria.
—Eso no me dices cuando estamos haciendo…
Salvador lo interrumpía.
—Por favor no necesito traumarme, con lo de hace un rato fue suficiente.
—Disculpa a Cesar, la prudencia no es lo suyo.
—Lo dice la que entra a los sitios sin tocar la puerta. —contraatacó él.
—Va a ser divertido tenerlos otra vez por aquí aunque sea por un ratito, pero eso sí eh, se me portan bien, es lo único que siempre les pido, aunque no sé ni para qué me molesto si realmente nunca me hacen caso.
—Siempre nos portamos bien Chavita, no sé a qué te refieres.
—A la escenita de hace unos minutos por ejemplo. —los tres estallaban en risas.
El día había comenzado un poco gris para el par de amantes, pero después de todo terminó arreglándose.
El destino siempre terminaba por juntarlos de una u otra manera y hacer que regresaran a ellos, a casa… a la vida.
>>> Rato después Cesar había convencido a Victoria de que se fueran juntos a dar un paseo porque quería platicar, ella se negó al principio, pero a punta de besos él logró que aceptara. Ahora rodaban los dos en la camioneta de ella y no parecían tener rumbo fijo.
—¿Seguro que ya no tenías trabajo en Televisa?
—No, hoy no tenía, pero fui a ver a Chava para acosarlo con lo del nuevo final de la novela.
—¿Bueno y tú camioneta?
—Me llevas de regreso más tarde.
—Está bien… —se recargó en el asiento en silencio, él era quien manejaba en ese momento.
—¿No vas a decirme nada? —la miraba de reojo.
—¿Cómo qué?
—Bueno, hace prácticamente dos semanas que no nos vemos, casi no hemos hablado por teléfono, ahora tenemos una nueva oportunidad de trabajar juntos aunque sea por un corto tiempo. No sé, me podrías decir si me extrañaste, si piensas en mí, si aun me amas, si quieres que terminemos lo que íbamos a comenzar en la oficina de Chava… se me ocurren esos poquitos temas. —sarcástico, pero al mismo tiempo con un deje de diversión.
Victoria volteó a mirarlo y dejó escapar una media sonrisa. Le acarició la sien y se acercó para besarlo en la mejilla.
—Te extrañé mucho, perdóname, estoy todavía procesando todo, la noticia de la novela me tomó por sorpresa, además de que no esperaba encontrarte ahí. Claro que te amo y te pienso siempre y me moría por verte… y sí, quiero que terminemos lo que pretendíamos hacer en la oficina de Salvador, siempre quiero eso. —lo miró de una forma tan apasionada que hizo que Cesar quien la miraba con el rabillo del ojo sintiera que una corriente eléctrica lo recorría por todo el cuerpo.
—¿Quieres que vayamos al departamento?
—No hace falta… en realidad Chava tiene razón, a veces me aburro de hacerlo allí.
Él soltó una risotada.
—Pues cuando lo estamos haciendo no parece…
—Hagámoslo aquí.
—¿En la camioneta? —la miró con los ojos abiertos de par en par. —¿Estás loca?
—Y por qué no, no seas aguafiestas, es de los pocos lugares que nos faltan.
—Te falta un tornillo a ti, es de día. —miraba las calles repletas. —Y hay decenas de carros por todas partes.
—Ay que dramático, no dije que sería en medio de la avenida, podemos estacionarnos por ahí… pero está bien si no quieres, mejor nos regresamos a Televisa para que te vayas a tu casita. —se sentaba derecha en su asiento.
—¿Ahora te vas a enojar?
—No estoy enojada. —le sacó la lengua, el ambiente no era de pelea, más bien hablaban un poco divertidos y eso era un alivio, sinceramente no querían discutir. —Oye, ¿desde cuando sabías lo del nuevo final? No me dijiste nada.
—Hace unas semanas, pero no era nada seguro, por eso no te lo comenté, apenas hoy Salvador me lo confirmó.
—Debiste decirme, para compartir la alegría y no andar por ahí como alma en pena deprimida porque no podíamos vernos.
—¿Estabas deprimida?
—Estaba triste porque casi no nos veíamos y hablábamos poco por teléfono. —hizo un pucherito muy tierno y Cesar deseó comérsela a besos.
—Pero ya nos estamos viendo y podremos vernos bastante a menudo ahora con la excusa de la novela.
Victoria sonrió y aplaudió emocionada de repente arrancándole risas a Cesar… le encantaba verla reír, los ojos le brillaban y su sonrisa iluminaba todo a su alrededor.
—Estoy contenta ahora. —volvía a acercarse para besarlo en la boca como podía, él estaba manejando.
—¿Quieres que nos estrellemos?
—Perdón mi amor, es que extraño tus labios.
—¿Entonces… estamos bien?
—Nunca dejamos de estarlo, en realidad fueron las circunstancias las que nos obligaron a distanciarnos un poco, pero sabes qué, ya hoy no me importa nada, la noticia de que trabajaremos juntos de nuevo me iluminó el día.
Cesar le tomó la mano y se la besó.
—Te amo.
—Yo también mi vida… ¿oye a dónde vamos? —fijándose en que él se metía a una calle que parecía ser sin salida y no habían casas ni pasaban autos.
—A cumplir tu capricho. —se estacionaba en un área llena de matorrales y se desabrochaba el cinturón para acercarse a ella.
Victoria abrió la boca y sus ojos se llenaron de lujuria.
—Ay sí, tú tan sacrificado, de seguro dirás después que yo te obligué a esto.
—Diré que me violaste si salen fotos mañana en algún programa de farándula, mira que esos periodistas hasta en los arboles trabajan.
—No sé si sea un buena idea entonces.
—Tú la propusiste, no te arrepientas ahora. ¿Y bien, cómo diablos hacemos esto? Creo que es más incomodo de lo que pensé. —le acariciaba las piernas por encima de la tela de su pantalón negro y le iba besando la barbilla y el cuello de a poco.
—¿Nunca lo hiciste con alguien más?
—No, ¿tú sí? —sacudió su cabeza rápidamente. —Mejor no me contestes.
—Deja de hablar y ven acá. —hizo que se subiera sobre ella y bajo su cuerpo se acomodó y entre besos y caricias las cosas se prendieron bastante luego de unos minutos.
Él estaba algo incomodo, pero ella se desenvolvía con facilidad, lo cual lo hizo pensar un poco y arder en celos al imaginarse a su mujer en esa situación con otro, así hubiera sido quinientos años atrás.
Dejó de pensar cuando finalmente entró en ella y los movimientos comenzaron. Algunos envites y jadeos después y ya los vidrios terminaban completamente empañados.
Sólo a ellos dos se les ocurrían esas locuras... después de eso a cruzar los dedos para qué nadie los hubiese visto.
> > > >
Un par de días después Victoria por fin se armaba de valor para comentarle a Omar lo de las nuevas escenas que grabaría de la novela. Ella sabía que eso podría desencadenar nuevamente las discusiones y peleas, pero ni modo, tendría que aguantarse.
…
—¿Qué? —gritó. —¿Otra vez con el imbécil de Évora? —caminaba furioso de un lado a otro por la habitación.
—Omar, no se trata de él, se trata de hacer algo que Chava me propuso, quiere hacer un nuevo final y obviamente me necesita a mí.
—Por Dios Victoria, no me quieras ver aun más la cara de estúpido. Es obvio que todo esto es una excusa para seguir revolcándote con el infeliz ese.
—Omar no grites, los niños ya están dormidos, ¿qué quieres, despertar a toda la casa?
—Debería, para que tus hijos se den cuenta de lo… —se aguantaba la palabra que estaba deseando lanzarle.
—Ya no sigas, voy a trabajar, no a…
—Eso ni tú misma te lo crees, los dos sabemos a lo que vas. —se acercó a ella y la vio agachar la cabeza en silencio. —Eso, baja la cabeza, no me mires, no des la cara… como siempre escóndete detrás del trabajo o de tus excusas baratas para verte con ese hombre. Mira Victoria, puede que yo esté haciéndome el loco con todo esto, que no diga nada, pero yo sé perfectamente que te revuelcas con él cada vez que tienes oportunidad… ¿Por qué lo haces? ¿Estás enamorada?
A Victoria le sorprendió el tono tan pacifico con el cual preguntó lo último… mil veces le había reclamado, cientos de ocasiones le había lanzado en cara lo zorra que era, pero ahora por primera vez le preguntaba de frente si estaba enamorada. No pudo contestarle, la respuesta era obvia, sin embargo, no se atrevió a verbalizarlo tan abiertamente delante de él.
—No me contestas…
—Prefiero que dejemos el tema.
—Claro, como siempre es mejor evadir ciertas cosas. —le daba la espalda.
—No sé porqué te quejas, tú también evades muchas cosas, también finges una vida perfecta conmigo cuando sabes que esto no sirve, ni servirá nunca.
—Yo te quiero, a diferencia tuya…
—Yo no creo que sea así.
—Si no te quisiera hace mucho te habría mandado al diablo con todo y amante, ¿no crees?
Victoria negó con la cabeza y se pasó las manos por el pelo.
—Más bien pienso que me usas para tu beneficio.
—Piensa lo que quieras… y haz lo que quieras también, ya no me importa, a fin de cuentas, hagas las estúpidas escenas esas o no, no vas a dejar de correr a los brazos de tu querido amiguito.
Salió de la habitación dando un portazo y Victoria suspiró dejándose caer en la cama. ¡Qué vida tan difícil! Unos días estaba teniendo los mejores orgasmos con el amor de su vida y otros discutía a muerte con el hombre que por desgracia era su marido. Lo peor de todo eso era que esa vida, ella solita se la había buscado al comenzar una relación extramatrimonial y al decidir seguir viviendo un secreto a voces.
La noticia ya estaba dada de ambas partes; Cesar igual había hablado con su esposa y la pelea que se buscó no fue muy diferente a la de Victoria. Ese tipo de situaciones eran unas de las que nunca podrían huir si decidían seguir juntos a pesar de todo.
> > > >
Otra vez el tiempo comenzó a transcurrir entre algunas discusiones en las casas de ambos y más de un enfrentamiento a causa de las próximas grabaciones. Lo único que mantenía en pie al par de enamorados era saber que pronto comenzarían a trabajar juntos. Según Chava les había explicado, le aumentarían bastante escenas a la novela, además del final que tendrían que recrearlo completamente, por tal motivo les tocaría grabar por un poco más de tiempo del esperado.
Finalmente en el mes de junio comenzaron los llamados, y el primer día que les tocó grabación en foro ellos estaban que no cabían de la felicidad y lo cierto era que ni se molestaban en esconderlo.
—Extrañaba a Esteban. —le decía Victoria mientras pasaba su mano por encima de la suave tela del saco negro que él vestía.
—¿Te gusta más Esteban que Cesar?
—Cesar es guapo, pero creo que Esteban tiene más dinero.
—Que interesada me saliste. —se reía, ambos platicaban fuera del set del supuesto despacho San Román. —Yo prefiero a Victoria, más que a María para que veas.
—¿Ah sí? ¿Y por qué?
—Porque afloja más, María siempre me terminaba mandando a tomar baños de agua fría.
Ella dejó escapar una risita y se mordisqueó el labio inferior.
—Sí, lo recuerdo… ¿entonces yo aflojo?
—Bastante. Me acuerdo la primera vez que aflojaste cuando comenzábamos a grabar la novela hace un par de años
—Cállate, alguien te puede oír. —miraba a su alrededor, sólo se encontraban los camarógrafos a lo lejos terminando de acomodar todo para comenzar a grabar.
—Perdón es que me vienen a la mente esos recuerdos tan exquisitos.
—Pervertido…
—Dejen el chisme y vamos a alistarnos para comenzar con la secuencia. —entraba Salvador dando indicaciones, seguido del director de escena.
—Ahora se queja del chisme, pero bien que nos extrañó estos dos años, tanto así que hasta nos buscó para hacer un final nuevo y todo. —bromeaba Cesar.
—No crean, eso lo hice por el público, pero también porque un amigo por ahí estuvo acosándome durante siglos para que lo hiciera.
—¿Quién será ese amigo Chava? —Victoria miraba a Cesar de reojo con una sonrisa juguetona en los labios.
—No tengo la menor idea. —todos reían.
Grabaron la escena y se sintió bonito volver a interpretar esos personajes que tan importantes habían sido para ellos y que sin planearlo le cambiaron en su momento la vida para siempre.
Los siguientes días fueron iguales, se sentían como en casa, grabar en esos sets recreados, usando en ocasiones el mismo vestuario y sentándose en los mismos muebles los hacían sentir como si el tiempo no hubiese pasado, como si apenas comenzaran su historia de amor y lo estuviesen viviendo todo de nuevo.
Las grabaciones parecían marchar viento en popa, así como la relación de Victoria y Cesar, pero poco sabían ellos que algo estaba por suceder que les cambiaría absolutamente toda la realidad que vivían en ese momento, y que quizá ese suceso que pronto vendría les arrebataría la poca paz que habían hallado dentro de su difícil historia.
Un día, a mediados de año, y estando todavía grabando el nuevo final de La Madrastra, Victoria recibió una llamada que nunca esperó… Los datos aun no eran muchos, apenas le habían explicado que querían coordinar una reunión para algo que apenas se estaba creando, pero sin duda lo que le dijeron fue suficiente para hacer que su mente comenzara a trabajar muy de prisa haciéndose cuestionamientos e imaginándose lo que podría pasar si se llegaba a dar la propuesta que le habían hecho a través del teléfono.
…
—¿De RTI? —Gaby fruncía el ceño; juntas platicaban en el camerino de Victoria. —¿Esa no es una casa productora de Telemundo?
—Sí, de Colombia, me llamaron hoy temprano, la verdad no entiendo…
—¿Y qué te dijeron?
—Es que ese es el problema, que no me dijeron la gran cosa, no sé ni como me consideraron a mí para esa producción estando acá en México y habiendo trabajado tanto tiempo para Televisa.
—¿Y con quién hablaste?
—Con uno de los ejecutivos del canal, lo único que sé es que el productor va a viajar acá en un par de semanas para poder reunirnos en persona. Me dicen que apenas están armando todo, pero que quisieran poder contar con mi participación porque cumplo con las características del personaje, parece que es una nueva versión de Mirada de Mujer.
—Pues wow mi hermana, de verdad que me has dejado con la boca abierta.
—Imagínate como estoy yo… —calló un momento y su mente funcionaba demasiado rápido. —Gaby yo no podría aceptar ese proyecto... significaría viajar a Colombia por saberme cuánto tiempo. No, no puedo, por más que me ofrezcan o lo tentador que llagase a sonar, sería dejar a mi familia, a mis hijos, mi vida entera que la he dedicado a este canal, mi país, mis amigos, todo.
—Y algo muy importante que no mencionaste… Cesar.
—¡Dios mío! Cesar… —no se había dado unos segundos para pensar en él hasta ese instante y ahí sí que su mente explotó y le comenzó a gritar muchas cosas… no, ella no podría irse a otro lugar y dejarlo, su relación no estaba tan fuerte como para eso, demasiados problemas tenían a veces viviendo en el mismo país, no quería imaginarse lo que sería estar tan lejos de él.
Se dijo a sí misma que quizá estaba haciendo una tormenta en un vaso de agua, esa llamada no era un contrato, con ella no firmaba un pacto ni tenía nada seguro, talvez lo que le iban a proponer ni siquiera le interesaría y de ser así estaba haciéndose imaginaciones en la cabeza sin razón alguna. Lo mejor era esperar y no mortificarse demasiado por algo tan incierto. Además, aun siendo una excelente propuesta la que le hicieran, ¿cuánta probabilidad había de que ella se aventurara a aceptar?
Sería mucho lo que dejaría atrás y pondría en riesgo, sobretodo la relación con el hombre amado, y sinceramente no se sentía capaz de irse y dejarlo, sobretodo sabiendo que ninguno de los dos estaba preparado para una metamorfosis como esa.Continuará…
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SECRETO A VOCES
RomanceHay cosas en la vida que son obvias, que dejan de ser secretos y se convierten en algo que todos saben pero que prefieren cerrar los ojos e ignorarlo. Callar muchas veces es más fácil que aceptar la verdad. El amor de estos dos actores ha sido así...