Capítulo 48

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Diciembre llegó rápido, a mediados de mes se confirmó ante los medios que la Pareja Tekila volvería a trabajar junta, el fandom enloqueció, pero por supuesto los más emocionados eran Victoria y César quienes no podían esperar a que llegara el momento de comenzar a grabar. Esa tarde los dos habían acordado encontrarse en su casa antes de que ella hiciera su típico viaje de fin de año a Acapulco, querían despedirse antes de que el mes terminara y el año nuevo les trajera esa nueva etapa que desde ya prometía mucho. Se encontraban en la cama cubiertos únicamente por una fina sábana, ambos platicando, Victoria fumaba un cigarro y César la acompañaba con una cerveza.

—No puedo esperar a que llegue marzo. —le decía Victoria antes de dar una calada al cigarrillo recostada en un montón de almohadas desordenadas y mirándolo a él.

—Yo tampoco gordita. —le respondió acercándosele para besarle la mejilla.

—Va a ser maravilloso, aunque es una lástima que sea una novela corta, yo las prefiero largas y más si estás tú en ellas. —hizo un pucherito, César levantó las cejas ante el doble sentido que logró sacarle a lo que ella había dicho.

—¿Así que te gustan largas?

—Hablo de las novelas, sucio cochino.

—Por eso digo que las novelas te gustan largas. —haciéndose el inocente.

Ella negó con la cabeza y soltó una risita.

—Bueno debo confesar que otras cosas también me gustan largas muy muy largas.

—¿Ah sí? —se le acercó luego de soltar la cerveza y le comenzó a besar el cuello, ella apagaba el cigarro.

—Sí… ¿tú no tienes llenadera verdad? Llevamos toda la tarde metidos en la cama, yo ya estoy cansada.

—¿Cansada tú? —dejó escapar una risa y siguió degustando su cuello.

—Claro, yo también me canso, ya no soy una jovencita.

—Para mí lo eres.

Victoria sonrió y lo besó en los labios.

—Y tú eres mi bebé.

—Mmm me encanta cuando me dices así. —le mordisqueó el hombro. —Sabes, es que quería mostrarte algo muy largo que tengo, que ya que te gustan largas, estoy seguro que te encantaría.

Ella se carcajeó.

—No lo dudo. —se volteó hacia él y llevó su boca hasta la suya para que sus lenguas y sus alientos se mezclasen en uno solo.

—No te vayas este año a Acapulco. —le pidió mordiéndole sutilmente el labio inferior.

—Mi amor, me tengo que ir, los pollitos son locos con ese viaje, pasan todo el año esperándolo.

—Pero te voy a extrañar. —le succionó el labio.

—Y yo a ti pero regreso en enero, no voy a estar más que unas semanas, te hablo por teléfono y nos veremos cuando vuelva, además tenemos la maravillosa recompensa que a partir de marzo vamos a estar juntos por lo menos cuatro meses.

—Van a ser los mejores cuatro meses, si es cierto que tendremos que quedarnos algún tiempo en esa hacienda en Puebla, va a ser aún mejor… podremos pasar las noches juntos.

—¿Y quién te dijo que yo te voy a dejar dormir en mi habitación? El trabajo no se debe mezclar con el placer. —le decía con una sonrisa mientras él le besaba tiernamente el brazo desnudo.

—Nosotros llevamos años mezclando el trabajo con el placer mi amor. —su mano se colaba debajo de la sábana para acariciarle la piel de los muslos e ir subiendo lentamente hasta la unión de estos.

—En eso tienes razón. —gimió cuando sintió sus dedos acariciarle el botoncito sensible que toda mujer tiene entre las piernas.

De repente el celular de Victoria empezó a sonar interrumpiendo el momento.

—Déjame contestar.

—No. —hundió un dedo en ella.

—Es Gaby, hace rato me envió un mensaje preguntándome algo y no le contesté, le hablo rápido te lo prometo. —gemía.

—Está bien. —seguía tocándola.

—Pero deja de tocarme así o no voy a poder hablar.

Él no le hizo caso y siguió atacándola con caricias ardientes, ella contestó el teléfono y efectivamente era su hermana para preguntarle algo.

—¿Estás bien? —le cuestionó Gabriela luego de un corto tiempo de conversación. —Te escucho… no sé, rara.

—Sí es que hay alguien que no me deja hablar. —le daba un manotazo a César para que dejara de tocarla.

—Ah, ya veo, estás con el cubano. —asumió.

—Sí. —le dio un empujón y logró que él sacara su mano de aquel lugar secreto entre sus piernas.

—Bueno pues yo sólo quería preguntarte algo y ya lo hice, te dejo porque no quiero interrumpir la sesión de amor y tampoco deseo terminar traumada de por vida. —se reía.

—Está bien, hablamos hermanita, chao. —cortó la llamada y miró a César quien se levantaba de la cama. —¿Y tú a dónde vas? Ven a acabar lo que empezaste, ya terminé de hablar.

—Voy por otra cerveza, ya que no me dejas tocarte. —haciéndose el indignado.

—Menso, estaba hablando con mi hermana y tú ahí con tus dedos traviesos metidos donde no tenían que estar. —se paraba tras él y se colocaba su camisa.

—Lo sé gordita, es broma, pero igual voy por la cerveza, ¿quieres una? —se colocaba el calzoncillo.

—Sí, voy contigo. —lo seguía fuera de la habitación.

Fueron hasta la cocina, Victoria se sentó en la barrita mientras César buscaba las cervezas y sacaba algo para picar de la nevera, pasar la tarde entera haciendo el amor siempre los dejaba hambrientos.

—Las Tekilaz están que no caben de la emoción por la novela que vamos a hacer. —husmeaba Twitter al tiempo que se llevaba una galleta a la boca.

—Me imagino, y eso que aún no empezamos a grabar.

—Sí, son tremendas, ay pero las quiero mucho. Sé que cuando empecemos las grabaciones van a estar encima de mí para que les envié fotos todos los días.

—Yo encantado de tomarme fotos contigo. —se acercó y la abrazó, Victoria abrió la cámara frontal y se tomó una selfie con él.

—Te imaginas si les comparto esta foto, tú con el torso desnudo, yo en tu camisa y rodeada por tus brazos.

—Se mueren seguro. —reía.

—Bueno no quiero matarlas, así que mejor no subo nada, además no me quiero imaginar el escándalo que se formaría.

—Sí, la prensa tendría notas de sobra para sacar.

—Explotaría la bomba.

—Quizá no sea tan mala idea dejar que la bomba explote de una vez por todas. —su voz se tornó un poco nostálgica.

—Yo también quisiera que la bomba explotara a veces. —se abrazó a él.

—Y si los dos queremos, ¿qué nos detiene?

Hubo un pequeño silencio.

—El miedo tal vez. —lo miró a los ojos.

—La costumbre… —continuó él. —La incertidumbre ante el cambio.

—Nuestros hijos. —agregó ella.

—Sí, ya sé, son muchas cosas. —aceptó resignado.

Victoria se le acercó y lo besó tiernamente en los labios, César le correspondió sin pensarlo dos veces y la estrechó contra su cuerpo.

—Vale la pena la espera mi amor, sé que siempre decimos lo mismo pero es la verdad.

—Así es, esa es la única verdad entre tú y yo. —le tomó ambas manos entre las suyas y las llevó a su boca para besarlas con amor. —Te amo Victoria, y no sé lo que vaya a pasar con nosotros de aquí a un tiempo, no sé si seguiremos viviendo un secreto como hasta ahora o nos atreveremos a dar ese paso que tanto queremos dar, pero de algo sí estoy seguro, y es que pase lo que pase seguiremos juntos, así tomados de las manos y nunca más nos soltaremos.

Ella sonrió y sus labios instintivamente buscaron los de él.

—Nunca, mi amor. —se daban besitos cortos. —Jamás vamos a alejarnos, ya no vamos a permitir que suceda lo que tantas veces que terminábamos separados, lejos el uno del otro, sufriendo por no estar juntos, de aquí en adelante estaremos unidos, uno cerca del otro sin importar lo que pase. Siento que esta nueva etapa que tendremos el año entrante nos va a unir mucho más, y no sabes lo feliz que estoy, nada me hace más dichosa que saber que estaré cerca de ti casi a diario. Te amo César, junto a ti es muy fácil encontrar la felicidad.

—En eso pensamos igual entonces, porque yo nunca había sentido tanta dicha hasta que te encontré en mi camino. —su boca se fundió a la de ella y sus brazos se envolvieron alrededor de su cuerpo, segundos después la llevaba en los aires hasta la habitación.

—¿Qué haces? —preguntó cuando cruzaban la puerta del cuarto.

—Voy a darte tú regalo de navidad adelantado antes de que tengas que partir.

—¿Ah sí… y qué es?

—Algo largo, muy largo.

Cayeron en la cama entre risas y besos ardientes, algo muy familiar para ellos quienes eran una combinación perfecta entre locura y pasión.

—Mi verdadero regalo eres tú, y no hablo sólo de la navidad, sino en general, el haberte conocido es el regalo más bonito que he recibido en mi vida. Eres la recompensa después de haberte buscado en tantas vidas. —lo miró a los ojos, él estaba sobre ella, ya no reían, y es que no había nada gracioso en las palabras de Victoria, al contrario, era lo más serio que había dicho en demasiado tiempo.

—Es una lástima que no nos hayamos encontrado antes, yo también te estuve buscando sin saberlo.

—Sabes, creo que nos encontramos en la vida correcta.

—Parece absurdo decirlo, pero tienes razón.

—Es un completo disparate si lo pensamos bien.

—Sí, vivimos rodeados de mentiras, secretos, encuentros clandestinos.

—No podemos pasar las fechas festivas como fin de año, navidad o nuestros cumpleaños juntos, tenemos que escondernos siempre aquí y ni siquiera podemos salir a un restaurante a comer como un par de amigos normales.

—Si algún día la gente se enterara de lo que tenemos muchos nos juzgarían.

—En fin, no tenemos mucho a nuestro favor.

—Pero hay algo que es más fuerte que toda esa lista de cosas en contra, y es el amor que nos une.

—Ese sentimiento es más fuerte que todo y por él seguimos aquí.

El beso que vino después fue inevitable y necesario para sellar esas palabras que habían salido desde el fondo de sus corazones. Y sí, era cierto que tenían demasiado en su contra, no eran la típica pareja romántica de los cuentos rosas, no siempre estaban bien, los problemas aparecían de vez en cuando, obstáculos había miles y era más que obvio que ellos no era un amor común, pero en la vida así pasa a veces, no siempre las cosas son tan perfectas como quisiéramos que fueran. Sus parejas habían puesto el grito en el cielo cuando se enteraron que trabajarían juntos otra vez, eso había traído un poco tensión entre ellos, pero no era nada que no pudieran manejar y echar a un lado para despedirse antes de que les tocara separar sus caminos y decirle adiós a ese año. Toda su esperanza estaba puesta en el que vendría, ese parecía que traería consigo más de una aventura. Aunque a decir verdad toda su vida era una aventura, lo había sido desde hace dieciséis años atrás cuando la vida los puso frente a frente y los llevó a crear una historia de amor muy diferente a todas las demás, una donde los secretos eran los grandes ganadores.

SECRETO A VOCESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora