La llamada desde Colombia la había dejado muy intranquila, sabía que no debía preocuparse demasiado por algo que no era seguro aun, pero no podía evitar darle vueltas al asunto. Esa plática ni siquiera había sido algo formal, sin embargo, fue más que suficiente para que Victoria anduviera por las nubes el resto del día. Cesar comenzó a notar su actitud tan extraña cuando al terminar de grabar una escena, la última de ese día, regresaban juntos al camerino de ella y la notó demasiado callada.
—Mi amor… ¿te pasa algo? —le preguntó cerrando la puerta tras ellos. —Estás como en otra parte, te hablo y pareciera que no me escuchas.
Victoria suspiró y se dejó caer sentada en el sofá en completo silencio, no sabía si decirle nada acerca de la llamada, para qué mortificarlo con algo que aun no estaba confirmado. Decidió callar por el momento; quizá no fue la mejor decisión que pudo tomar.
—No mi vida, estoy bien, no me pasa nada, es sólo que estoy cansada, hoy tuvimos un día bastante agitado. —le sonrió y con ello hizo que a Cesar se le olvidara el mundo, la sonrisa de ella siempre hacía que él dejara de pensar en todo lo demás.
—¿Segura? —le sonreía de vuelta al tiempo que se sentaba a su lado.
—Segura mi amor, sólo necesito descansar. —mintió.
—Yo sé lo que puede relajarte y quitarte todo ese cansancio. —abrazándola.
—¿Ah sí?
—Sí… unos cuantos besos míos. —comenzaba a besarla y Victoria se dejaba llevar de inmediato correspondiendo con ganas, sus lenguas no tardaron en unirse en un beso lleno de pasión y fogosidad.
—En realidad lo que necesito es pasar una noche entera a tu lado. —le dijo casi en un susurro sin dejar de besarlo.
—¿Me está haciendo propuestas indecentes señora?
—Siempre quiero hacer cosas indecentes contigo. —lo miró a los ojos y le sonrió con ese único gesto torcido que a Cesar lo enloquecía.
No hicieron falta muchas palabras, no hizo falta preguntar nada, en cuestión de minutos ambos concluían su jornada laboral saliendo juntos de Televisa. Cada uno en su camioneta para como siempre despistar a todos, sin embargo, ambos se dirigieron al mismo sitio. A su casa, a su nido de amor, a ese refugio que en todo momento esperaba para albergarlos.
Esa noche la pasarían juntos. Completa. Él lo estaba ansiando porque simple y sencillamente la amaba y nunca dejaba de desear noches a su lado. Ella lo necesitaba porque la mera posibilidad de que la vida pudiera llegar a alejarlos, la aterraba demasiado.
. . .
Llegaron al departamento ya cuando la noche caía, Victoria entró y dejó sus zapatos a mitad del living para luego tirarse en el sillón sin importar que Cesar detrás de ella intentaba cerrar la puerta llevando una caja de pizza, unos refrescos y hasta su bolso Burberry que le había pedido que lo cargara.
—Gracias por tu ayuda eh… —decía irónico mientras se deshacía de toda la carga.
—Perdón mi amor, pero yo sé que eres un hombre fuerte y que puedes con todo. —le lanzaba un besito. —Sirve los refrescos y trae la pizza.
—¿Estás pegada al sofá o qué pasa que no te puedes mover a ayudarme? —viendo como ella se sentaba en posición de indiecito y sin ninguna intención de pararse.
—No estoy pegada, pero sé que tengo un hombre muy lindo que se desvive siempre por atenderme.
«Y que puedes perder si te vas a otro país.»Su traicionero subconsciente no dejaba de recordarle aquella bendita llamada. Sacudió la cabeza internamente como para obligarse a sí misma a no pensar más en eso… al menos no por el momento.
—¿Quieres que ponga música también? —entregándole un refresco y colocando la caja de pizza frente a ella.
—Sí pon algo mientras comemos mi amor.
Se sentaron a comer juntos al tiempo que platicaban y escuchaban la radio. Victoria se obligó a no pensar en nada que no fuese esa noche y la compañía de Cesar, no siempre lograban compartir así de tranquilos y no podía arruinar un momento como ese con una charla que seguramente podría alterarlo todo. Él estaba ajeno a lo que pasaba por la cabeza de su mujer y disfrutaba del rato sin siquiera imaginarse que podría ser uno de los últimos que pasarían con tanta paz.
La plática inevitablemente los llevó a los besos y los besos a algo más, nunca lograban resistirse demasiado, siempre que estaban juntos necesitaban dar el paso hacia las caricias ardientes que reconfortaban y que por un corto tiempo los hacía sentir como si lo fuesen todo aunque en realidad no fueran nada.
Hicieron el amor lento, romántico, muy tranquilo, tan a diferencia de como solían hacerlo, siempre ansiosos y apurados. Para Victoria fue el bálsamo que necesitaba en ese momento ya que su mente no dejaba de traerle una y otra vez ese asunto que tanto la mortificaba a pesar de ser tan incierto.
Estaban en la cama, ambos desnudos, ella recostada sobre su cuerpo con la cabeza en su pecho y con apenas una ligera sabana cubriéndolos. Se encontraban en silencio, demasiado viniendo de Victoria, pensaba Cesar, sabía que ella solía ser muy parlanchina, sobretodo estando con él.
—Mi cielo siento que algo te pasa, hoy has estado muy callada, desde que salimos de Televisa andas como en las nubes y ahora te quedaste tan en silencio que pensé que te habías dormido pero sigues despierta. —bajaba la cabeza para mirarla mientras con sus manos le acariciaba las pecas de la espalda.
—No me pasa nada Cesar. —suspiró y en la voz se le notó la preocupación.
—Talvez puedas engañar a otras personas, pero a mí no, recuerda que aparte de ser el hombre de tu vida y el hombre que te ama, soy tu mejor amigo y te conozco demasiado.
Victoria levantó la cabeza y sonrió al mirarlo, cuánta razón tenía él, la conocía mejor que nadie.
—Me conoces bien, pero en este caso te equivocaste, no tengo nada de nada. —mentía.
—¿Por qué no quieres decirme?
—Que persistente señor Évora. —le besaba el pecho lleno de suaves vellos.
—Mucho. —le hizo cosquillas en la espalda con sus dedos y ella soltó una risita.
—Cesar… ¿qué pensarías de que yo comenzara a trabajar? Es que me salió una oferta, pero no estoy segura de aceptar. —omitiendo a propósito el pequeño gran detalle de que se trataba de algo fuera del país.
—Sería maravilloso mi amor, y si es en Televisa haciendo novela mejor aun, así podríamos pasar más tiempo juntos… vernos más fácil.
Victoria dejó de mirarlo y enterró su cabeza en ese pecho que tanto amaba, lo hizo para de alguna manera escapar de la plática. ¿Cómo decirle que lo menos que podrían sería verse porque el proyecto era muy muy lejos de allí?
—¿Bueno y qué trabajo es? ¿Es novela, la villana que me decías que te gustaría hacer?
—No… bueno, es que… la cosa que es que todavía no sé bien, fue apenas una plática así rápida, no sé exactamente de que se trata.
Cesar frunció en ceño, le pareció raro aquello, le habían hecho una propuesta y resultaba que no sabía de qué se trataba.
—No entiendo Victoria.
—Yo tampoco… —permaneció recostada en su pecho y por varios minutos ninguno de los dos dijo nada.
Él estaba intentado descifrar lo que pasaba y ella simplemente se negaba a escoger precisamente esa noche para contarle. Talvez más adelante se arrepentiría de no habérselo dicho en ese instante, pues eso sin duda podía traer grandes problemas entre ellos.
—¿No me vas a contar bien sobre la famosa propuesta? —decía luego de largo rato de haber permanecido callados.
—Te cuento cuando sepa bien qué onda mi amor, porque la verdad es que aun no es algo concreto. —lo miró y él parecía algo desconcertado, pero cuando ella se acercó para empezar a besarlo él pareció olvidarlo todo, como le ocurría siempre que sus labios chocaban.
Finalmente usó sus encantos para convencerlo de que todo marchaba bien, hicieron el amor y al terminar la mente de él comenzó a recordar las palabras de Victoria y su estado de distracción toda la tarde. Algo pasaba y ella no le había querido contar, pero por alguna razón desistió de preguntarle más por esa noche. La madrugada los encontró abrazados y muy juntos, y fue quizá por eso que ambos dejaron de pensar en cualquier cosa que pudiese amargarles el momento y se durmieron uno en brazos del otro como pocas veces podían aunque lo deseasen siempre.
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Entre largas jornadas de grabaciones y escenas finales con varios actores del elenco de La Madrastra que todavía quedaban pululando por allí se fueron las horas y los días. Llegó el día de la grabación de la boda, en esa ocasión se celebró dentro de la iglesia. Revivir aquel momento estaba siendo algo tortuoso para Victoria y Cesar, no porque los recuerdos de aquella vez que grabaron la primera versión fueran malos, sino porque les recordaba que aunque el tiempo pasaba ellos seguían siendo un par de amantes con ataduras, que aun no lograban ser libres para amarse como querían. Sin embargo eso no les permitió que se deprimieran demasiado, estar allí juntos y volviéndose a colocar un anillo en el dedo también les recordó como habían jurado amarse eternamente y como aquella noche habían tenido su supuesta velada de recién casados. Estaban un poco nerviosos por los recuerdos mezclados de hace dos años, prueba de eso fue que los anillos se les cayeron en más de una toma obligando a repetir la escena. Se reían cómplices como siempre solían hacerlo y por un momento todo se sintió como antes.
Al salir de la iglesia y cuando Cesar metido en el personaje de Esteban decía que la vida los había premiado, Victoria no supo exactamente si actuaba o si esa línea la decía desde el fondo de su corazón, y en gran parte era así, sí talvez ese texto estaba en el libreto, pero el sentimiento con el que él la dijo no fue fingido. La vida sin duda los había premiado al cruzarlos, quizá un poco tarde sí, pero nunca se es demasiado tarde para encontrar el amor verdadero. Cuando compartieron el último beso estando en la piel de María y Esteban supieron que habían cerrado un ciclo demasiado importante en sus vidas, poco más de dos años habían pasado desde que su relación oficial por así decirlo había comenzado y ahora después de tanto tiempo seguían allí, siendo una sola alma aunque fuese en contra de todo y de todos.
.
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Esa noche aunque les hubiera encantado salir juntos del restaurante donde parte del elenco cenó para celebrar la finalización de las grabaciones lamentablemente no pudieron hacerlo y fuera del lugar se despidieron para irse cada cual a sus casas. Cesar quiso llegar temprano porque su esposa lo había llamado insistentemente durante toda la tarde, y a decir verdad prefirió evitarse los problemas que podría tener si no llegaba a dormir. Victoria por su parte debía ir a buscar a sus hijos para luego regresar a Pachuca a su vida gris de siempre.
…
—¿Entonces ya hoy terminaron Vicky? —le preguntó Gaby al tiempo que le entregaba una taza de café y se sentaba frente a ella. Los pollitos dormían y José Eduardo terminaba de ver una película en la habitación de su tía por lo que Victoria aprovechó para hacer plática con su hermana menor.
—Sí, ya hoy grabamos lo último.
—¿Y cómo te sientes? —viendo como ella revolvía su café con una cucharita mientras permanecía con la mirada perdida como si estuviese pensando demasiado en algo.
—Pues como cada vez que termino algún proyecto aunque sea tan cortito como este… y más si me tocaba trabajar con Cesar.
—¿Estás así porque ya no lo vas a poder ver a diario?
—¿Qué comes que adivinas? —sonrió un poco, pero la sonrisa no le subió a los ojos. —Me frustra saber que no lo podré ver todos los días ni compartir tanto con él… pero no sólo por eso estoy así.
—¿Entonces?
—Pasado mañana tengo una cita con un ejecutivo de Telemundo para eso de la novela que me proponen hacer en RTI.
Gaby abrió la boca como si hubiese recordado algo.
—Ah sí es cierto, me había olvidado de preguntarte en qué quedó eso.
—Pues lo último que supiste, realmente no es mucho lo que me explicaron, pero me llamaron hace un par de días para acordar una fecha y hora para reunirnos.
—Pasado mañana…
—Sí y me estoy muriendo de los nervios, no sé porque siento mucha ansiedad cada vez que pienso en eso, ni siquiera es algo oficial, puedo negarme y ya, pero el solo hecho de pensar en que me harán una propuesta y tendré que tomar una decisión me tiene mal.
—Es que de ser una propuesta interesante aun así sería muy difícil decidir, implicaría irte del país, dejar todo acá… ¿y qué opina Cesar de todo esto?
—No lo sabe Gaby. —soltaba la taza ya fría de la que apenas había bebido un par de sorbos y se paraba para caminar de un lado a otro en el living.
—¿Qué? ¿Cómo que no lo sabe? Pensé que lo hablarías con él.
Victoria se pasó las manos por la cabeza y resopló ansiosa.
—Yo sé que debí decírselo desde el día que recibí la primera llamada, pero no sabía como hacerlo, además pensé que era mejor esperar porque no había nada seguro todavía y no quería que se nos amargara la vida con algo que aun no sé bien ni de qué se trata o si voy a aceptar.
—Victoria yo te entiendo, pero pienso que era mejor que se lo comentaras, porque cuando Cesar se entere va a sentir como que lo estás haciendo a un lado al no contarle algo que es importante para ti… para los dos.
—No me digas eso Gabriela, yo no quería echarlo a un lado, sólo tuve miedo de decirle algo que nos iba a quitar la poca paz que logramos tener a veces con tantos problemas.
—Es que es la verdad Vicky, ¿cómo te sentirías tú si ahora Cesar te dice que dentro de dos días tiene una reunión para un proyecto fuera del país y resulta que lo sabía hace un par de semanas y no te había dicho nada? ¿Acaso no te sentirías mal de saber que existe la posibilidad de que se fuera de México y ni siquiera te lo había comentado?
—Sí… —admitió sentándose en el sillón tras ella y escondiendo la cara entre sus manos. —Me sentiría horrible.
—Mira yo te aconsejo que hables con él antes de la dichosa reunión, porque así al menos sabrás su opinión al respecto y él sentirá que lo hiciste partícipe de tus cosas, si esperas hasta después de eso y ya con la propuesta oficial en manos, va a ser peor, se va a sentir mucho… hazme caso.
—Tienes razón, pero tendría que decírselo mañana y por lo que hablamos entendí que pasaría el día con su hija o algo así y…
—Llámalo entonces, no puedes ocultárselo Victoria, se supone que ustedes están juntos y que a pesar de todo son una pareja, deberían hablar las cosas.
—No puedo darle semejante noticia por teléfono, además Gaby no sé como decirle que existe la posibilidad de que me vaya a Colombia… ¿sabes todos los problemas que eso puede traer entre nosotros?
—¿Te vas a Colombia mamá? —la voz repentina del adolescente hizo que las hermanas dieran un salto en medio de su plática.
—José Eduardo mi amor... —Victoria sintió que al hablar se le notaron los nervios y miró a su hijo mayor sin saber exactamente que decir, su presencia allí la había agarrado por sorpresa. —¿Terminaste tu película? Ya debemos irnos a casa.
—Sí ya se acabó, por eso salí, pero contéstame ma, ¿por qué le decías a Gaby que existe la posibilidad de que te vayas a Colombia?
—Tía Gaby para ti muñeco. —decía Gabriela intentando disipar la tensión que se formó de repente en el living.
—Por eso… ¿qué te decía mi mamá de irse de aquí y con quién va a tener problemas si se va?
—Mi vida lo que pasa es que me hablaron de un canal en Colombia para hacer una novela allá, pero no es algo seguro y ni siquiera sé bien qué onda, le contaba a tu tía que puedo tener problemas acá con mamá, papá y por supuesto Omar porque implicaría irme y dejar a los pollitos aquí.
—Ah. —José Eduardo asintió y por el momento no insistió más en el tema, mente de adolescente al fin y al cabo.
Victoria suspiró ansiosa por irse a su casa y colocar al fin la cabeza en su almohada para ver si ésta le borraba de tajo todas las preocupaciones. La charla con Gaby la había dejado mucho más de tensa de lo que ya llevaba estando por dos semanas, y es que su hermana tenía razón, los problemas con Cesar serían más grandes cuando se enterara de que omitió contarle el pequeñísimo detalle de que talvez tendría que irse por quien sabe cuánto tiempo fuera de México.
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Al siguiente día Victoria se había levantado temprano ya que no pudo dormir mucho por estar pensando, por esa razón desayunaba con sus tres hijos e inevitablemente también con su marido. José Eduardo estaba algo callado mientras los pollitos parloteaban cosas en su propio mundo y jugaban con la comida. Ella quiso saber qué le pasaba a su niño grande y le cuestionó, aunque un par de segundos después se arrepintió de haberlo hecho y a pesar de que trató de rogarle con la mirada que no dijera nada, fue demasiado tarde y su hijo lo soltó todo.
—Estaba pensando en lo que hablabas con mi tía Gaby ayer mamá… yo no quiero que te vayas a Colombia a trabajar. —el joven se dio cuenta inmediatamente de su indiscreción cuando vio la mirada de intriga de su padrastro.
—¿Cómo es eso Victoria? —preguntó Omar con el ceño fruncido.
Ella suspiró y miró a José Eduardo quien en silencio parecía pedirle disculpas, acto seguido cambió la vista hacia su esposo que seguía con el entrecejo arrugado y esperaba por una respuesta.
—Omar… es que no te había comentado nada porque no es una propuesta oficial todavía, pero me llamaron de Colombia para algo de una novela y estaba hablando con Gaby ayer de eso y él lo escuchó.
—Ah… ¿y cuándo exactamente pensabas decírmelo? —su voz era seca.
—Cuando fuera algo concreto Omar, ya te lo dije, no es nada oficial así que no empieces con tus cosas. —alterándose. —Además tú a mí nunca me cuentas nada de tus negocios y yo tampoco voy por ahí interrogándote.
—Es diferente, esto es algo importante, sería irte del país, dejar a tus hijos, no puedes hacer eso… tampoco puedes dejar tus funciones como primera dama, ¿qué va a decir la gente?
—Ah claro, ya entiendo, eso es lo único que te importa.
Omar miró a su hijastro que comía en silencio casi con ganas de meterse dentro del plato para evitar escuchar la discusión que los adultos tenían, y respiró hondo para intentar calmarse.
—No es eso Victoria, me importas tú, me importa que te vayas a ir lejos de los niños, además me hubiera gustado que me lo dijeras tan pronto te enteraras.
Algo en el interior de Victoria quiso gritar que si no se lo había dicho a Cesar, que era el hombre que de verdad amaba, menos se lo diría a él antes, pero por desgracia ahora hasta Omar lo sabía y Cesar no… cuando éste se enterara se iba a molestar demasiado.
—Mira la verdad no tengo ganas de discutir por algo tan estúpido, lo más seguro es que ni me interese lo que me van a proponer y no me voy a ir a ninguna parte, no veo por qué tenía que decírtelo tan pronto me enterase si a fin de cuentas a ti nunca te importan mis cosas.
—Me imagino que tienes una cita o algo para hablar con algún ejecutivo.
—Sí, mañana. —se paraba detrás de los pollitos quienes habían abandonado la mesa para correr unas cucharas en las manos. —Voy a ir y estoy casi segura que ni al caso la propuesta, quédate tranquilo mi vida… —decía en tono sardónico. —Que tu primera dama no sé va a ninguna parte. —se alejó de allí algo molesta con sus hijos más pequeños dejando una bola de tensión e incomodidad en la mesa.
Mas tarde Victoria le marcó a Cesar a su celular, tenía que verlo para explicarle de la reunión al día siguiente. Le llamó más de cuatro veces y él no le respondió. A la quinta vez el celular sonó apagado y entonces entendió que quizá él de verdad no podía hablar, se sintió mal por haber insistido tanto, se estaba comportando como la amante posesiva y a ella no le gustaba ser así, pero tenía que contarle todo, su hermana tenía razón, después iba a ser peor. Quiso darse de golpes por haber esperado tanto para decirle, qué estúpida había sido, y para colmo ahora hasta Omar sabía… ya veía la avalancha de problemas con Cesar venírsele encima. Las cosas estaban por ponerse negras.
Paralelamente Cesar se encontraba de paseo con su hija, y desgraciadamente con su esposa también, no pudo negarse a que ella los acompañara, y ahí estaban los tres como una familia aparentemente feliz aunque la realidad fuese muy distinta. Su celular no dejó de encenderse una y otra vez mientras rodaban en la camioneta de camino a almorzar, por suerte lo tenía en modo silencioso y Vivian no lo escuchó, pero él si notó que Victoria lo llamaba y aunque hubiese querido contestarle, no pudo, decidió apagarlo para evitar problemas, ya la llamaría de vuelta. Eso sí, cuatro llamadas por parte de ella le parecieron extrañas. Se quedó pensando en eso y se imaginó que quizá algo malo pudo haber pasado; decidió llamarla estando ya en el restaurante, se excuso de la mesa y fue al baño, Victoria le contestó apenas en el segundo timbrazo.
—¿Victoria estás bien? —cuestionó algo preocupado.
—Sí, estoy bien mi amor, pero quiero verte, necesito que hablemos…
A él le pareció extraño el tono de su voz.
—¿Sucedió algo mi cielo?
—No, pero es importante que hablemos hoy.
—Ay Victoria, perdóname es que no estoy en la ciudad, nos salimos acá con mi hija a dar un paseo y como ayer quedamos en que hoy no nos veríamos pues aproveché porque Carla me insistía mucho. —hubo silencio al otro lado. —Pero mira Victoria si es grave ahora mismo yo…
—No Cesar, no es que sea grave es que quería platicar contigo de algo que debí decirte hace tiempo, pero yo tuve suficiente oportunidad para hacerlo y no lo hice, no es tú culpa.
Él no entendía nada.
—Victoria estoy preocupado porque todo lo que me dices me desconcierta.
—Prometo explicarte… ¿podemos vernos mañana?
—Temprano tengo una junta en Televisa para lo de Amor sin maquillaje, pero si quieres después nos encontramos en casa o por ahí y hablamos.
—Está bien mi amor. —pensando en que ella igual tenía una junta en la mañana, la diferencia era que la suya podía desestabilizarlo todo y poner las cosas realmente de cabeza. —Nos vemos mañana… te amo Cesar y… discúlpame.
Cesar se imaginó que talvez ella le pedía disculpas por haberlo interrumpido, pero muy lejos estaba de saber el verdadero motivo detrás de esa palabra.
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A la siguiente mañana Victoria fue muy temprano a reunirse con Joshua Mintz, quien le puso sobre la mesa una propuesta que ella hubiese deseado que no fuera tan buena. Excelente historia, excelente elenco, sueldo increíble, muchas comodidades y una gran oportunidad para trabajar en algo nuevo y distinto a lo que solía hacer, pero con la particularidad de que se grabaría en Bogotá, Colombia. Si antes estaba ansiosa por aquello que parecía incierto ahora sí que sentía que el corazón se le saldría del pecho en cualquier momento. Se encontraba entre la espada y la pared, entre aventurarse a la novedad y arriesgarlo todo o sencillamente lanzar un no rotundo y negarse a sí misma esa experiencia profesional.
…
—¿Pero obviamente no tengo que decidir hoy mismo? —le preguntó al hombre de lentes sentado frente a ella.
—No, por supuesto que no Victoria, te dejo los documentos con la propuesta y todos los datos, analízalo, háblalo con tu familia y piensa bien si deseas formar parte de este proyecto. Como te dije tendrás el sueldo que hablamos, se te facilitaría un lugar para vivir allá durante el tiempo que estés grabando, un coche y todo, además de encargarnos de ajustarte los tiempos y el dinero por si tienes que viajar acá o recibir a tu familia allá.
Victoria pensó un poco mientras tomaba de su taza todavía procesando todo.
—Vaya que tienen interés en tenerme en esa novela.
—Pues sí, cumples perfecto con lo que estamos buscando. Piénsalo bien... eso sí, no te tardes demasiado porque te necesitamos para ayer, o sea en cuanto digas que sí te subes a ese avión a firmar el contrato con nosotros allá y arrancamos con las pruebas de imagen, grabación de los promos y todo.
Ella asintió y tuvo que hacer su mayor esfuerzo para no echarse a llorar allí mismo a causa del huracán que se había formado de repente en su cabeza.
¿Cómo decir que no? Era excelente propuesta, todo parecía perfecto, pero... ¿Cómo decir que sí? Sería una locura, era arriesgar demasiado, en especial arriesgarlo a él, y al pensarlo así era sin duda un caos.
Al terminar la cita se subió a su camioneta y manejó los primeros minutos sin rumbo, como vagando por las calles debatiéndose entre hacer una cosa o la otra. Una llamada a su celular la sacó de ensoñación, pero al ver de quien se trataba contuvo aire en los pulmones sin siquiera darse cuenta.
—Hola Cesar. —intentó disimular su voz perturbada pero no lo logró mucho porque él la cuestionó.
—Hola cielo, ¿qué te pasa?
—Quiero hablar contigo, dime que puedes por favor…
—Sí, de hecho te estaba llamando por eso, ayer me quedé pensando todo el día en que querías hablar conmigo, te escuchabas muy preocupada. Acabo de salir de Televisa y voy a nuestra casa ¿quieres que nos encontremos ahí?
—Sí, espéreme allí, nos vemos en un ratito.
—Victoria… ¿todo está bien? Me tienes nervioso desde ayer, me ha pasado de todo por la cabeza mujer y no sé de qué quieres hablarme.
—Tranquilo que no es de vida o muerte, es... importante.
Aunque en cierta forma sí era de vida o muerte porque de estar lejos o cerca de Cesar dependía su existencia, no concebía la vida sin él y ahora el destino parecía querer obligarla a que lo dejara atrás.
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Él llegó al departamento antes que ella y la esperó ansioso imaginándose mil cosas, pero extrañamente por su cabeza no pasaba nada de un viaje, demasiado pronto todo cambiaría.
Victoria entró sin hacer ruido y lo encontró en la cocina preparando café, se quedó mirándolo sin decir nada. Él no había notado su presencia porque estaba de espaldas, se desenvolvía exquisitamente bien por todo el espacio, buscando cosas, guardando otras y lavando unas tazas. Ese hombre era tan perfecto, todo lo hacía increíble, y allí estaba ella con una carpeta en las manos que podría cambiar absolutamente todo y en lo único que podía pensar era que iba a extrañar verlo preparando el café y siendo un dios en cada cosa que hiciera.
—Victoria mi amor… —volteó y se sobresaltó un poco al verla repentinamente allí. —No te sentí entrar. —caminaba hacía ella. —¿Cómo estás?
Victoria correspondió al abrazo que Cesar le ofrecía y sintió derrumbarse allí mismo, sus ojos se humedecieron y se apretó al cuerpo masculino como si estuviese a punto de contarle que estaba por tomar la decisión más difícil de su vida… ¡Un momento! Eso era exactamente lo que estaba por suceder.
—Mírame Victoria, ahora sí estoy preocupado… —la hizo mirarlo cuando la sintió llorar. —Tienes que decirme ya qué es lo que pasa.
—¿Me puedes dar un café? Por favor… —se sentó en la barra de la cocina mientras Cesar desconcertado agarraba una taza para luego entregársela.
—¿Estabas en alguna reunión o algo? —la miró. —Lo digo porque estás vestida así tan temprano y sé que eres floja para arreglarte a menos que tengas que hacer algo importante.
Victoria bajó la cabeza y miró su blazer negro con su pantalón de vestir a juego y suspiró.
—Sí, tenía una cita.
—Pues estás hermosa, pero no entiendo por qué lloras, cuéntame qué sucede por Dios.
—Cesar perdóname… —comenzó a decir. —Debí decirte esto antes pero no pude.
Él resopló ya sintiéndose demasiado tenso y ella entendió que debía lanzar la bomba de una vez por todas o a alguno de los dos le daría un ataque pronto.
—Mi amor, lo que pasa es que recibí una propuesta de trabajo muy buena, excelente a decir verdad, pero no sé si aceptarla porque implica algunos cambios y… bueno… no es aquí en México.
Silencio total.
—A ver Victoria, explícate porque no comprendo nada. ¿Qué propuesta? ¿Cómo que fuera de México? ¿Por qué dices que debiste decírmelo antes? ¿Cuándo te enteraste?
La mirada de intriga y el semblante demasiado serio de él hizo que ella temblara un poco.
—Me enteré hace tiempo, un par de semanas para ser exacta, pero en aquel momento no era nada formal, sólo recibí una llamada de que querían que participara en una novela en RTI.
—Eso es en Colombia Victoria. —su mente daba vueltas.
—Lo sé… bueno la cosa es que hoy tuve una junta con un ejecutivo de Telemundo para hablar sobre el proyecto, pero todavía no es algo concreto, yo no he firmado nada, no me he comprometido a irme ni…
—¡Cállate un momento! —un tanto ofuscado. —¿Este proyecto es el que me dijiste hace dos semanas y que cuando te pregunté pretendiste que no sabías de qué se trataba?
—Sí, pero es que yo no sabía de qué se trataba, apenas fue una llamada.
—¡Pero sabías que era para trabajar fuera de México! —gritó en algo que fue más una afirmación que una pregunta.
Cesar salió de la cocina y caminó hacía el living sintiendo que la cabeza le explotaría, todavía estaba confundido, no entendía bien, o no quería entender, comenzaba a sentirse molesto con ella por no haberle dicho nada… no podía con tanto. Victoria lo seguía.
—Sí de acuerdo, sabía que era en Colombia pero como era algo que aun no me explicaban bien no quise mortificarte con eso.
—Es que no se trata de mortificar Victoria, sino de que me contaras que existía la leve posibilidad de que te fueras del país.
—Es que en ese momento no existía porque yo ni siquiera sabía si la propuesta me interesaría o no, entiende.
—¿Y ahora sí existe? —miró detrás de ella y vio una carpeta negra que había quedado en la barrita, fue hasta ésta y la tomó abriéndola inmediatamente, Victoria intentó evitarlo pero no pudo.
—Cesar, escúchame.
—Claro esto es de la junta de hoy. —miraba el contenido de la carpeta. —Salario, nombres, los puntos más importantes del proyecto, fechas… esto lo que te dan cuando estás a un paso de firmar el contrato.
—No mi amor, déjame explicarte.
—¿Explicarme qué Victoria? Es muy obvio, tú y yo trabajamos en lo mismo y sabemos bien qué representa esta carpetita negra. Ya te tienen todo listo para que tú firmes y resulta que yo, el hombre que dices amar, ni siquiera sabía que quizá te vayas a ir a Colombia por un estimado de diez meses según dice aquí.
Ella lo vio sentarse en el sofá con la cabeza entre las manos y quedarse en completo silencio, por unos minutos tampoco se atrevió a decir nada, hasta que sintió que no soportaba más la tensión.
—Cesar dime algo por favor.
—¿Cuándo te vas? —fue lo único que pudo atinar a preguntar, su mente era un verdadero desastre.
—No me voy a ir, no voy a dejarte, ni siquiera debí haber ido a esa reunión, voy a romper estos documentos y listo. —intentó agarrar la carpeta y él lo impidió.
—No Victoria, tú sabes que la propuesta es buena e importante.
—No más importante que tú, que mis hijos, que mi familia, que todo. No puedo irme y no lo voy hacer. Perdóname por no habértelo contado antes, debí hacerlo desde que recibí la llamada, pero tuve miedo… ayer intenté decírtelo, por eso quería verte.
—Creo que tuviste tiempo de sobra para hacerlo.
—Lo sé y me detesto por no haberlo hecho. —ella se sentó a su lado pero sin tocarlo y lloró, lloró por largo rato, de frustración, de miedo, de enojo porque ese proyecto era excelente pero muy lejos como para aceptar.
Cesar la dejó sollozar un rato y sin poder evitarlo también derramó unas cuantas lagrimas, las de él eran de temor a perderla, de coraje porque ella no se lo dijo antes y de ansiedad ya que sabía que su obligación era apoyarla en lo que claramente sería una oportunidad increíble a nivel profesional, aunque a nivel personal les destruyese la vida.
—Tienes que aceptar Victoria.
—No lo haré.
—Sí lo harás porque sabes que es una oportunidad única.
—No pienso dejar tanto acá, no pienso dejarte a ti… —se acercó para acariciar su rostro y su mano se mojó con las lagrimas.
—Yo sería muy egoísta si te pidiese que te quedaras aquí sólo por mí. Se me va a romper el alma verte partir pero debo ser justo.
—Pero Cesar, ¿por qué me dices esto? Me complicas más todo… —se paraba para caminar de un lado a otro. —Mejor dime que me quede, que no me puedo ir, discúteme, enójate conmigo y no me apoyes.
—Eso sería muy egoísta de mi parte.
—¡No! Es lo que yo necesito, porque esas palabras tuyas eran las que me iban anclar aquí… todo en la propuesta es perfecto, la oportunidad es una de esas que sólo se dan una vez en la vida, pero no quiero irme y dejarte y estaba esperando que me suplicaras que me quedara para romper en pedazos esos papeles y olvidarme de esto. —sollozaba con fuerza, se había sentado de nuevo y prácticamente se había hecho una bolita en el sillón, tanta información y decisiones a tomar la estaban enloqueciendo.
—Te mentiría si te dijera que quiero que te vayas, es lo que menos quiero en la vida, pero sería un hombre muy injusto si te pidiera que desecharas una oportunidad tan buena para tu carrera.
—No puedes ser tan perfecto maldita sea, mejor grítame y dime que soy de lo peor por haberte ocultado esto tanto tiempo, oblígame a quedarme, sé como el estúpido de Omar y reclámame. —se arrepintió de haber dicho eso pero era demasiado tarde.
—Omar lo sabe… claro es lógico, es tu marido, él sí tiene más importancia en tu vida como para contarle que te vas del país. —no gritó, no levantó la voz ni un poco, pero en su tono se notó lo dolido que se sentía.
—Se enteró por accidente, yo no quería que lo supiera, y a fin de cuentas no me importa, él me reclamó y me dijo directamente que no podía ir, pero la única persona que a mí me interesaba que me detuviera, me está diciendo que debo irme... ¿Por qué lo haces?
—Ya te lo dije, no puedo ser egoísta, no puedo ser como tu maridito.
—A veces te odio por eso.
—¿Por no ser como ese estúpido?
—Por ser un hombre tan perfecto, hasta en momentos tan horribles como este… ¡No quiero irme!
—Pero lo harás. —se tragó el llanto que amenazaba con salir, ya era suficiente con que sus ojos estuviesen completamente rojos y la voz apenas le saliera, si comenzaba a llorar nuevamente sabía que ninguno de los dos podría parar. Alguno tenía que ser fuerte.
—Me complicas todo con tus palabras, yo estaba casi segura que no iba a aceptar, estaba a nada de tirar esa carpeta y llamar para decir que no contaran conmigo, pero ahora…
—Ahora sabes que vas a hablar con tu familia para decirles todo, y dentro de un par de días llamarás para decir que finalmente sí quieres ir a firmar el contrato.
—Te odio.
—Y yo te amo demasiado, porque de lo contrario no creo que habría forma en que aceptara que te fueras tan lejos de mí.
—Pues tu amor es muy raro. —se dejó abrazar por él sin dejar de llorar.
Cesar en medio de tanta vorágine sonrió un poco.
—Sabes que es lo mismo que tú harías si estuvieras en mi posición.
—No, yo te encadenaría en este departamento para que no me dejaras nunca.
—Bueno, quizá yo te amo más de lo que tu me amas a mí. —le acariciaba el cabello.
—No creo, es sólo que mi amor es muy egoísta.
—Yo no quiero que te vayas Victoria, pero no puedo pedirte que te niegues la oportunidad de trabajar en un proyecto tan bueno como pinta ser este. Quiero que entiendas que no te estoy diciendo esto porque no te ame o porque me de igual que te vayas, lo hago porque me sentiría muy mal si te presiono para que te quedes sólo por mí.
—Gracias Cesar.
—No Victoria, no me lo agradezcas, esto lo hago porque es lo correcto y porque todavía te tengo aquí entre mis brazos, pero el día que te vea partir no sé como le voy a hacer para seguir respirado.
—Tengo miedo…
—¿De trabajar fuera de aquí?
—De perderte.
—No creo que eso suceda nunca.
—¿Estás seguro?
—Quiero estarlo.
Dos largos suspiros se escucharon en ese departamento, incluso si se prestaba mucha atención se podía escuchar el crujir de los huesos de ambos cuando se abrazaron muy fuerte.
Esa tarde cuando Victoria se fue a su casa Cesar se sintió incapaz de irse a la suya y se quedó allí para pensar en todo lo ocurrido. Con una copa de whisky meditó sobre la reciente noticia y en como la vida puede cambiarte de un momento a otro. Esa noche durmió ahí solo, abrazado la almohada de ella, sintiendo su olor a Chanel con esa ligera mezcla de cigarro. Lloró, sí fue inevitable hasta para un hombre tan fuerte como él, pero era humano y el solo hecho de pensar que estaba por alejarse de la mujer amada le arrancó las lagrimas más amargas de su vida. Lo peor de la situación es que todo era incierto, el tiempo que ella estaría allá, si lograrían verse en ese periodo o no y si tanta distancia no terminaría por separarlos. Eran demasiadas preguntas sin respuestas… algunas de ellas él ni siquiera quería contestarlas porque tenía miedo, mucho miedo de perderla para siempre.
.
.
Lo que vino después de ese día fue una nube gigantesca de sucesos. Victoria aceptó la propuesta de trabajo luego de un par de juntas más con la gente de Telemundo. Sólo le restaba ir a Colombia para firmar el contrato y ya oficialmente formaría parte del proyecto. Increíblemente toda su familia, incluido a Omar la apoyó para que ella tomara la decisión, aunque de su esposo nada bueno podría salir, quizá la había terminado apoyando para que se alejara de Cesar… Cesar, ese era otro punto a parte, él le había dado sostén al cien por cierto, pero en el fondo sabía que por dentro se estaba muriendo un poco y lo sabía porque ella se sentía igual.
Después de semanas de andar de un lado a otro arreglando todo, el día fatídico llegó.
La despedida…
Él estaba en ella, el cuerpo femenino disfrutaba bajo la enorme figura masculina que le hacía el amor con tanta calma que la hacía sentir como una pieza de porcelana. El adiós no era para siempre, pero esa era la última vez que harían el amor por algún tiempo, al menos hasta que ella viajara en alguna ocasión a México o él se aventurara a visitarla allá. Por esa razón lo hacían lento, con calma, como si desearan quedarse marcados en el cuerpo del otro y que sus besos fuesen eternos. Cuando la culminación física se hizo presente también llegó una especie de éxtasis del alma. Allí entendieron que no importaba la tormenta que enfrentaran nunca dejarían de amarse, y aunque muy pronto sus pieles tendrían que separarse por algún tiempo, sus corazones jamás se distanciarían.
—¿Ya mañana te vas? —sabía la respuesta pero no podía evitar hacer la pregunta.
—Sí, muy temprano, mañana mismo firmo el contrato y me tengo que quedar para empezar con pruebas, grabaciones de promos y todas esas cosas. —se encontraban abrazados en la cama y se miraban de frente.
—Te voy a extrañar. —le besó la nariz y con el dorso de la mano le acarició la mejilla.
—Yo también, y ya deja de mirarme así o no seré capaz de subirme a ese avión.
—Perdón... quiero grabarte en mi mente para cuando no te pueda ver todos los días.
—¿Vamos a seguir juntos verdad?
—Sí, aunque estés lejos… quiero darte algo. —se incorporaba para sacar una cajita de la mesa de noche.
—¿Qué cosa?
—Ten.
Victoria abrió la caja y encontró una cadenita plateada con un dije de brillantes en forma de llave.
—Está hermosa mi vida.
—Esa es la llave de mi corazón, sólo tú tienes la potestad de hacerlo feliz o ponerlo triste, así que solamente tú puedes cargar la llave que lo controla, que lo abre o lo cierra. Guárdala bien y llévala contigo para que nunca dejes de pensar en mí.
—Jamás podría dejar de pensar en ti. —una lagrima rodaba por su mejilla.
—También quiero que te lleves esto. —le entregaba un papel doblado, ella quiso abrirlo pero él no la dejó. —Léelo cuando estés allá, es algo que te escribí, pero ya sabes como soy, no me gusta mostrarte estas cosas así que me tienes que prometer que lo leerás sólo cuando estés lejos o no dejaré que te lo lleves.
—Está bien, te lo prometo.
Se besaron y una vez más se dejaron llevar por el amor antes de que fuera tarde y la noche terminara.
.
.
Victoria cumplió su promesa y no fue hasta que estuvo en su habitación en Colombia la noche siguiente después de firmar el contrato, que desdobló el papel que había atesorado en su bolso como si fuese oro y leyó el contenido a puño y letra de Cesar.
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SECRETO A VOCES
RomanceHay cosas en la vida que son obvias, que dejan de ser secretos y se convierten en algo que todos saben pero que prefieren cerrar los ojos e ignorarlo. Callar muchas veces es más fácil que aceptar la verdad. El amor de estos dos actores ha sido así...