Bárbara y yo habíamos ido juntas a la misma secundaria allá en Nashville, hecho que determinaba la cantidad, reducida pero precisa, de los amigos que teníamos en común. No obstante, en la llamada telefónica para confirmar mi asistencia a una de las noches más importantes de su vida, me había contado a modo de cotilleo, que apenas y había tenido suerte de contactarme a mí y a unos cuantos más para la celebración de su compromiso.
Yo sospechaba que solo intentaba disimular el que no considerase a todos los que conformaban la lista aspirantes meritorios en un evento de tal eminencia; conociéndola, logró hacerme sentir un poco especial. Así que ahí estaba, quizá algo entusiasmada por encontrarme con mis viejos compañeros y preguntándome quiénes habían sido los afortunados comensales de la excelsa recepción del hijo de un importante político con una atractiva modelo que había logrado superarse a sí misma y había encumbrado en la escala social de aquella ciudad. Por otro lado, no era más que otro formalismo; todas las bodas que se celebraban en la época habían dejado ya de causar alguna sensación de asombro después de los propios anuncios que en primera instancia impactaban y daban de qué hablar.
Nunca había prestado atención al hecho de ser de las solteras de mi pequeño grupo social; además, tres meses no representaban en absoluto un suplicio de desesperada soledad desde mi última relación. Por tanto, ser de las pocas que no iban enganchadas al brazo de alguien no se acercaba siquiera a los pensamientos que me embargaban, que para entonces eran bastante pocos dado el ambiente concurrido a la vez que relajante.
Mientras admiraba la imponente fachada del Hilton Midtown, reduje la marcha y esperé que un grupo de personas con antifaz pasaran delante de mí para así no tener que entrar sola, pues nunca me había conducido por aquel hotel y no quería parecer perdida mientras encontraba a la gente encargada del protocolo.
—¿Anabelle? —dijo una voz detrás de mí. Me volteé torpemente y traté de reconocer a la chica que estaba ahora frente a mí. Estaba de la mano de un tipo más alto que ella y a su lado derecho estaba otro, que recién se había incorporado al grupo aún con el teléfono en la mano, con una llamada recién finalizada.
De no haber sido por este último, habría tardado un poco más en hacer memoria. Eran Diane Geiger, su novio Josh y su hermano, Trent. El chico tenía un tatuaje en el cuello que su camisa cubría casi por completo, pero era imposible olvidar aquel tatuaje. Diane y yo habíamos estado presentes el día que se había encaprichado con no dejar ni un trozo de piel despejado. La tinta cubría toda la parte superior de su cuerpo: los brazos, el cuello, el torso; en ese momento, la ropa elegante cubría casi la mayoría. Solo podía ver un poco sus tatuajes en las manos y una porción del de su cuello.
—¿Diane? —pregunté todavía dubitativa. Ante su exagerado asentimiento, me acerqué a ella y la saludé con un beso en la mejilla y un corto abrazo. Luego me detuve, preguntándome si los dos chicos me recordaban a mí antes de proceder a saludarlos también.
—¿Te acuerdas de Josh y Trent?
—Uhm, sí... claro... ¿Cómo están? —saludé, tratando de poner mi mejor sonrisa.
Josh asintió en mi dirección, dándome una respuesta silenciosa y una sonrisa espléndida como la de su chica. Trent también me saludó con cierto deje de timidez. Algo muy suyo, en realidad. Nunca había sido muy expresivo, pero lo recordaba como uno de los chicos más simpáticos de la clase. De esos que no vienen con pretensiones y que, además, se les daba bastante mal entablar una conversación con una chica y no enrojecer de pena.
—¿Vienes sola?
—Sí —respondí, alzándome de hombros y con una sonrisa de indiferencia. Me alegraba haberlos encontrado, eran la confirmación de las nulas probabilidades de pasar una velada aburrida y solitaria.
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Línea de Fuego
ActionTras algunos años llevando una vida corriente en la ciudad de New York, Anabelle vuelve a toparse con unos de sus ex compañeros de la secundaria en una extraordinaria circunstancia. Dando por supuesto que se trata solo de una coincidencia y consider...