Histeria

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Con Jared y Trent flanqueándome de cada lado, Peter y Hayley detrás de mí, un grupo de hombres patrullando desde la distancia y un montón de imágenes en mi cabeza sobre mi persona agrediendo a algún bicho sin rostro con un arma blanca, nos encaminamos hacia las puertas del Marquee con otro grupo de personas que se habían bajado de algún auto contiguo a los nuestros presidiendo la marcha. Ya no estaba muy segura acerca de mi idea de diversión con tantos pensamientos sangrientos atribulándome, pero no por eso dejaría de intentar olvidar qué clase de vida había comenzado a llevar gracias a mi amistad con Jared. Un club era perfecto para relegar ciertos detalles de mi existencia ignorados por mi círculo social. Incluso si ese club formaba parte de ese mosaico.

Si bien dichos sucesos habían marcado una pauta, no le haría bien a nadie ―ni siquiera a mis más allegados, de hecho, mucho menos a ellos― saber sobre los días A.J. (Antes de Jared) y D.J. (Después de Jared).

―No te pierdas ―murmuró Jared en mi oído cuando todavía no habíamos traspasado la barrera que nos separaba de la multitud sudorosa y del sonido estridente de la música.

Estaba consciente de que era uno de los mejores clubs, pero no era menos peligroso para nosotros dos.

―Oh, es justo lo que pensaba hacer una vez dentro, créeme ―dije agitando la cabeza como si se tratara de algo obvio.

Por supuesto que no iba a perderme. No era como si de pronto quisiera actuar como una adolescente que contradice y mortifica a los demás por diversión como si nada malo pasara. De hecho, encontraba una excelente idea lo de permanecer juntos.

Con una simple mirada entre Jared y el gorila de la entrada, nos dejaron pasar primero que todos los que hacían la fila, aunque no sin cierto recelo y cautela. Todos sabían que Jared conocía a alguien allí, por lo que a nadie sorprendió el privilegio, pero incluso yo ignoraba hasta qué punto estaban relacionados los rusos con la familia de Jared. Si entendía bien, estaban enemistados actualmente, pero no conocía su historia, que seguramente explicaba el por qué estábamos en uno de los clubes de los adversarios. Era un misterio imposible para mí. No llegaba a comprenderlo.

Trent soltó una risita y entró primero. Mis piernas me llevaron por un pasillo estrecho que de repente se convirtió en un mundo diferente. Uno lleno de rostros sombreados y las luces estroboscópicas, y el olor era casi abrumador. No malo, pero era una potente mezcla de sudor, perfumes, aromas y otros cuestionables. El sabor amargo del alcohol era espeso en el aire.

Luces azules, rojas y blancas corrían y deslumbraron por la multitud rebosante de ondulantes cuerpos en intervalos de vértigo. Las personas se encontraban unas contra otras, tan cerca entre sí que no podía decir dónde empezaba un cuerpo y terminaba otro. Traté de no despegar mis ojos de la nuca de Trent, que iba por delante de mí, para no perderlo de vista; pero finalmente lo hice, y mis ojos se encontraron con los de un hombre que había estado muy ocupado segundos antes.

Me guiñó un ojo.

Rápidamente miré hacia otro lado y me hice una nota mental. Deseé poder tener una hoja adhesiva y estampármela en la frente. Una que dijera: «No hacer contacto visual».

Una bola gigante en medio del techo brillaba y reflejaba las luces que salían de todos lados alrededor.

Había personas moviéndose de un lado a otro, saltando o aullando, e incluso empujándose. Mis amigos me hablaban, lo hacían entre sí. Mi cabello empezaba a molestarme, mi nuca picaba con sudor, mi falda se subía ligeramente cuando caminaba. Y yo, ¿en qué estaba pensando? Ah, sí. Maldita sea, me olvidé de comer algo antes de venir.

Tenía hambre porque me había saltado la hora del almuerzo y Jared, con su información clasificada, me había quitado el apetito el resto del día, aunque solo por un rato, y en mi estómago furioso estaba la prueba.

Línea de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora