Malos presagios

2.5K 121 33
                                    

Me apresuré a mi dormitorio con Jared diciéndome que dejara de correr. Pero no estaba corriendo, solo intentaba llegar más rápido a Meredith y comprobar que todo estaba bien. Puede que estuviera exagerando y que ella pensara que Noel no hacía más que dormir en su habitación, pero últimamente había estado imaginando lo peor de cada situación.

―¿Él quién es? ―preguntó, curioso.

―Mi ex ―respondí con desgana.

―¿Tu ex? ¿Y quién es Meredith? ¿Su hermana?

―La chica con la que está saliendo, que es mi compañera de cuarto.

Se quedó en silencio un rato y yo supuse que lo había dejado pensando. Sin embargo, no podía decirme que eso era un rollo comparado con lo que él tenía.

El recorrido se me hizo más extenso de lo habitual gracias a mis zapatos, la oscuridad y la tensión que sentía después del episodio de mal gusto con Noel. Por supuesto que sentía curiosidad por saber en qué diablos se había metido esta vez, pero con Jared presente no podía dedicarme a escucharlo sin garantizarle estar a salvo de un empellón, pues no le había dado la mejor de las impresiones. Se había mantenido en posición de ataque todo el tiempo.

Cuando llegamos a la puerta, me di la vuelta y lo enfrenté, con la respiración agitada por exigirle a mis pies más de lo que podían dar a esas alturas.

―¿Y eso no te parece un poco raro? ―preguntó finalmente con las cejas fruncidas. Su tono de voz denotaba que había estado debatiendo consigo mismo sobre si preguntármelo o no.

―Solo un poco. Demasiado poco como para enfrascarme en el asunto ―dije, pareciendo más desinteresada de lo que realmente estaba.

Nos quedamos en silencio unos segundos sin saber muy bien qué decir. La verdad, no quería que se fuera, pero tampoco le iba a pedir que pasara a la minúscula habitación que dicho sea de paso compartía con una chica que, o bien debía estar dormida, o podría estar vestida inapropiadamente.

―¿De verdad sabes partir narices? ―preguntó con diversión cuando el silencio había comenzado a inquietarme.

―No debe ser tan difícil ―me alcé de hombros―. A los siete golpeé a un chico que siempre me robaba el desayuno en la escuela y le hice un moretón; es más, creo que si lo hubiera hecho con más fuerza, le partía el pómulo. Debe ser casi igual, ¿verdad?

Se rio con ganas y negó con la cabeza.

―Solo si apuntas en el lugar correcto. Te puedo enseñar un día, si quieres.

―¿Te vas a ofrecer para que te parta la nariz?

―No, pero hay muchas narices por ahí que esperan a ser partidas.

―No juegues ―le dije, adoptando un tono sombrío y golpeando ligeramente su hombro―. Casi es como si me ofrecieras un cuerpo para que yo juegue a la autopsia con él.

Se rio más fuerte, haciendo que unos pasos se escucharan dentro de mi cuarto.

―No seas exagerada. Mira, me has hecho despertar a tu compañera.

―Mejor vete a dormir, ¿sí? ―sonreí y le di un empellón amistoso―. Hablamos luego.

―Una cosa más...

―¿Qué?

―¿Has hablado con Trent de lo que pasó el sábado?

Lo pensé unos segundos y suspiré, adquiriendo otra nueva preocupación. O recuperando una de las viejas.

Línea de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora