En el radar

6.3K 144 28
                                    

Los labios sólo chocan y se rozan, solía pensar, causan alguna sensación, desde nada en absoluto, hasta algo similar a una explosión dentro de ti, dependiendo de la persona que ejerza la acción.

Mi teoría seguía siendo correcta (sí, tenía una teoría al respecto), excepto que la sensación no define el beso, y claro, no sentí solo una cosa en ese instante. Al principio, no sentí nada en absoluto; de hecho, mi corazón se saltó un par de latidos antes de dispararse en una carrera frenética como si de eso dependiese la salvación del mundo.

Jared me estaba besando.

No hubo momento de vacilación. Tenía su boca sobre la mía y dejé de respirar. Un estremecimiento me embargó cuando hizo un sonido desde atrás de su garganta, mitad gruñido, mitad gemido, y se acomodó un poco más cerca de mí. No pude detener mis manos de dirigirse a la parte posterior de su cuello, sintiendo así la suavidad de su cabello. Únicamente eso pudo hacer que todo lo que me traía preocupaciones desapareciera por un momento, dejando mi mente despejada de cualquier noticia, de cualquier conflicto, de cualquier peligro. Solo estaba yo, besando a Jared, y mi mente, enfocada en ese beso. Una de sus manos estaba acariciando suavemente mi cuello mientras que con la otra me sostenía la espalda. Iba sin prisa, envolviéndome con un gesto cariñoso mientras se abría paso en mi boca sin titubear.

El sonido que hizo la puerta al abrirse fue lo que nos hizo apartarnos, como si el toque del otro nos quemara. El salto que di por poco hace que Jared cayera al suelo. No me había dado cuenta de que estaba casi sobre mí.

—Yo estoy a salvo, gracias por preguntar —se escuchó una voz desde el otro lado del apartamento, en la puerta.

—Violet —jadeó Jared, poniéndose de pie—. ¿Cómo...? ¿Cómo ha ido? Estaba preocupado.

Su respiración se normalizó rápidamente, aunque aún se le veía un poco nervioso. Yo no sabía qué hacer, y una risa estaba a punto de delatar lo que pensaba de la situación.

—Tu preocupación es evidente —ironizó la mujer, mirándome de soslayo con cierto deje divertido. Estuve a punto de echarme a reír otra vez, pero me contuve. Otra sensación de alivio por ver a Violet a salvo chocaba con todo lo demás y no me permitía actuar de forma imparcial sin delatar ninguna de las ideas que me atravesaban en ese momento. Por ejemplo, había sentido el impulso de ponerme de pie y abrazarla, pero visto desde otra perspectiva eso habría sido bastante estúpido.

Abrí la boca, pero la cerré enseguida evitando avergonzarme. Sabía que, de poder pronunciar algo, serían solo tonterías, entre ellas: eh, uh, yo, nosotros, él no... y probablemente todas en la misma oración y a una velocidad vertiginosa.

Mi corazón golpeaba con tanta fuerza que casi lo sentía en mi garganta, amenazando con salírseme por la boca si se lo permitía, así que apreté los labios, mirando a ningún lado en particular. De pronto, toda aquella ligereza que había sentido se fue, siendo sustituida por un lío total en mi cerebro, mucho peor del que tenía antes. Mi cabeza iba a estallar, eran demasiados acontecimientos juntos.

Al menos Violet se encontraba bien. Tenía unos pequeños cortes en los brazos, igual que Jared tenía hematomas en el rostro, pero por lo demás se veían bien. Para ellos era como un pequeño tropezón insignificante.

—¿Vas a hablar o no? —escuché decir a Jared, lo que me hizo alzar la vista inmediatamente. Por suerte, estaba dirigiéndose a Violet y no a mí. Se comportaba con total serenidad y miraba a Violet impersonalmente, volviendo a su conducta ecuánime, propia del que está siempre trabajando y no permite que los acontecimientos personales le perturben. Fácilmente podría no haber sucedido nada minutos atrás, lo cual representó un alivio para mí, que ya no tenía muy claro mi papel en ese momento.

Línea de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora