Línea de Fuego

Sin tregua

Todos debemos seguir adelante en algún momento. La vidas de las personas que se vieron afectadas por los sucesos —ya sea en menor o mayor grado— continuaron eventualmente, unas tardaron más que otras, algunas con cicatrices físicas, otras emocionales, aunque lamentablemente no puedo decir lo mismo sobre Noel y su familia. O Meredith.

A veces, cuando pensaba en él, no podía evitar sentir ganas de recriminarle por ser tan insensato, pero encontraba eso un poco adecuado, porque eso, al final del día, significaba que realmente deseaba que él estuviera vivo, aunque solo fuera para reprochar sus estúpidas decisiones y luego agradecer que siguiera aquí. Noel Fisher me había importado; había logrado sacarme de quicio, que me enojara, que le temiera incluso, pero cuando una persona intenta ser buena tú simplemente lo sabes, y para mí era realmente difícil quitar a alguien del lugar que se había ganado en mi vida. Él era de esa clase de persona a la que no se le podía odiar por nada del mundo; quizá era yo, que no había experimentado el odio real, quizá era débil o perdonaba con mucha facilidad, pero él para mí seguía siendo el encantador chico que de un momento a otro había empezado a hacer cosas que no quería. No solo después que murió, yo pensaba de él de esa manera todavía cuando él me traicionó para salvarse a sí mismo. Todos podemos volvernos interesados cuando nos encontramos en una situación poco esperanzadora, y él había hecho lo que estaba en sus manos para prolongar su vida un poco más.

A Meredith no la vi más, por supuesto. Ella estaba en New York y yo en Tennessee, así que las probabilidades de toparme con ella eran literalmente nulas. Dicho sea de paso, debo admitir que aun si no fuesen esas las circunstancias, yo no habría hecho absolutamente nada para encontrarme directamente con ella a solas. No podía. Ella todavía no tenía idea de lo que había sucedido realmente y las razones de lo que había sufrido Noel, y todos —la familia de Jared, Violet, incluso Hayley y yo— acordamos que era lo mejor para ella. Sospecho que principalmente lo era para nosotros, pero en fin.

Todavía era extraño para mí saberme del grupo de personas que sabían la verdad cuando antes era una completa ignorante y formaba parte de los felices tontos. Y aunque me había vuelto una egoísta que prefería no ponerse en los zapatos de nadie más para no flaquear en cuanto a esto, sabía que era preferible no detenerme a pensar en ello. Muchas cosas habían cambiado. Trent, por cierto, me había dicho más de un par de veces que seguramente Violet había sido como yo alguna vez, y que yo misma me estaba convirtiendo, con el pasar de los días, en una chica dura. Pero él no podría estar más lejos de la verdad, y sabía que se daría cuenta más pronto que tarde. Violet y yo éramos muy distintas, era imposible que yo perdiera alguna vez la maldita sensibilidad que me caracterizaba, con lo cual yo estaba perfectamente bien.

—Fue maravilloso —murmuré al teléfono con una sonrisa débil. Abandoné la habitación después de guiñarle un ojo a Sebastian y luego cerré la puerta trasera, quedando a solas con la noche y Hayley, que se encontraba al otro lado de la línea—. Desearía que estuvieras aquí. Sebastian me dijo que ya después se enojaría contigo al respecto.

—¡Lo sé! Maldición. ¿Puedes decirle que lo siento? Realmente no quería perdérmelo, pero no he podido salir de aquí antes de...

—Lo entiende, Hayley —la tranquilicé—. Todos lo hacemos. No te martirices por eso. Además, lo tengo grabado en video. Podrás disfrutar de la propuesta y reírte de cómo Seb transpiraba más que nunca —reí—. ¿Cómo está Peter?

—Está mucho mejor ahora que sabe que su madre no corre ningún riesgo. En serio, amiga, ¿hemos roto algún espejo este año?

—Chist, esto no es cuestión de mala suerte, Hayley, sabes que no creo en ella. ¿Desde cuándo eres supersticiosa?