Yo me llevaba muy bien con el término actuar natural en casos como ese, así que no supuso ningún suplicio para mí estar cerca de Noel. Además, con él ya era un poco indiferente. Al principio, cuando ambas, Hayley y yo salimos del auto, les dediqué a los dos muchachos un asentimiento de cabeza y nada más, pero tras una mirada curiosa por parte de los tres, tuve que saludar con más amabilidad de la que me había dispuesto a mostrar aquella mañana.
―Hola, chicos.
―Hola, Anne ―respondió Peter.
―Hola, Annie ―le siguió Noel.
Atravesamos el estacionamiento y entramos hacia el paseo que nos llevaría al interior de la universidad. Había un estrecho camino y solo plantas y césped a cada lado de éste, por lo que era imposible caminar los cuatro juntos. Noel trataba de no perder el equilibrio a un lado de Peter, y yo, a un lado de Hayley, con algunas plantas raspándome el brazo. La pareja estelar iba tan concentrada en lo que hablaban que, por supuesto, no se percataron de que no nos dejaban espacio a los acompañantes. Yo decidí rezagarme un poco. Noel no tardó en hacer lo mismo. Se metió las manos en los bolsillos ―cosa que hacía cuando no tenía mucho que decir― y me miró con una sonrisa casual.
―¿Qué hay? ―me preguntó, todavía mirando hacia adelante. Me alcé de hombros, aun sabiendo que él no me estaba viendo y ajusté mi bolso sobre mi hombro derecho.
―Nada, ¿y tú, qué tal?
―Todo está bien ―contestó tras un resoplido.
Bien. No había forma de que esto fuese cómodo, así que me aventuré a preguntarle cualquier otra cosa.
―¿Qué tal vas con los estudios? ― Él solo se alzó de hombros en respuesta. ¿Qué significaba eso? ¿Bien? ¿Mal? ¿Regular? ¿Que no importaba? No que hubiera preguntado por genuino interés, pero era válido responder. Yo me estaba esforzando por no hacer de la situación algo más ridículo.
Sentí un leve retorcijón, junto con un pequeño mareo, lo cual me recordó que no había tomado el desayuno. Al entrar por las puertas de cristal, me detuve, llamando la atención de Hayley al coger su brazo. Sus ojos brillaban y, aunque siempre estaba de buenas, en esa ocasión parecía estar demasiado entusiasmada. Decidí dejarle con su emoción y su causante a solas.
―¿Sigues sin mí? Tomaré el desayuno.
―Pero es tarde.
―Los alcanzo luego.
―¿Segura que no quieres que te acompañe? ―me preguntó, aunque sabía que estaba esperando ansiosamente que yo le dijera que no era necesario.
―Oh, solo vete, por favor ―le espeté, señalando hacia Peter con el mentón―. Nos vemos en un rato.
Se fue tras guiñarme un ojo y sonreírme. Noel no los siguió, sino que permaneció a mi lado.
―Te acompañaré ―fue lo único que dijo, con las manos todavía metidas en el bolsillo. Acepté sin chistar y él me siguió directo al cafetín, en silencio. Sus pasos a mi lado eran apenas perceptibles, pero no le busqué conversación hasta que estuvimos sentados y lo tenía frente a mí, mirándome.
Su mirada no era de las que esperaban unas palabras, pero aun así me sentí perdida al tener que mirarlo sin razón. Por otra parte, él lucía realmente relajado, tal como si él y yo fuésemos amigos durante años y estuviésemos acostumbrados a desayunar juntos. Sus pestañas caían sobre sus pómulos bronceados mientras me observaba comer y su boca se retorcía de vez en cuando en gestos característicos de él cuando no tenía una tarea más entretenida. Yo solo devoraba el sándwich, ignorando la salsa de tomate que desbordaba éste.
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Línea de Fuego
AcciónTras algunos años llevando una vida corriente en la ciudad de New York, Anabelle vuelve a toparse con unos de sus ex compañeros de la secundaria en una extraordinaria circunstancia. Dando por supuesto que se trata solo de una coincidencia y consider...