La Gorda Bulma © (Vegeta Y Bulma)(En Edición)Terminada

Capítulo 10

Advertencia de contenido adulto leve.

Habían pasado un par de meses desde que Vegeta y yo estuvimos juntos esa tarde. Nuestra relación era preciosa, todo el tiempo estábamos juntos el uno para el otro, siempre entrenando, logre bajar aun más de peso gracias a eso, seguía gorda pero el cambio era grande, estaba empezando a dejar atrás todas mis inseguridades gracias a ese Demonio con cara de Ángel llamado Vegeta... y si se preguntan por que he dicho eso de él, pues bueno, aquí viene la razón...

- No hay nada mejor que una tarde de películas con los amigos, ¿no lo creen? - Nos pregunto Goku a Nappa, Chi Chi, Vegeta y a mi.

Estábamos en casa de Vegeta, era una hermosa tarde de lluvia y frío en donde todos nos acomodamos sobre la alfombra del salón cubiertos por cobijas calientitas viendo una película de miedo. Uno de esos momentos que no olvidas nunca y que cuando los recuerdas lo haces con una sonrisa en tu rostro deseando estar de vuelta en aquel momento.

- Cállate Nappa que no dejas oír la película - Respondió Vegeta.

Frente a nuestros amigos, nuestra relación era un hecho, y a ellos les parecía grandioso.

- Mañana daré un pequeño concierto detrás de la vieja fábrica de juguetes y quiero invitarlos a todos.

- Nappa... ¿tocas? - Preguntó Goku maravillado.

- Claro, soy el baterista de una banda local pero soy muy bueno... en verdad quiero que vayan, eso me animaría mucho.

- Por mi no hay problema. Iré - Le sonreí dulcemente a Nappa.

- También iré, no quiero que Bulma este sola ahí rodeada de tantos metaleros.

- ¿Qué tienen de malo los metaleros Vegeta?

-Oh nena, se nota que nunca has estado en un concierto de esos.

Todos nos pusimos de acuerdo para el día siguiente... Ojalá no hubiera ido, tal vez, sólo, tal vez nada malo habría pasado... o tal vez si, lo que esta destinado a pasar tarde o temprano pasará, no importa cuanto trates de evitarlo.

Todos nos quedaron dormidos ahí esa noche.

- Nena... Bulma - la ronca voz de mi príncipe me despertó.

- ¿Qué pasa?

- Este no es un buen lugar de dormir para una princesa como tu.

- Si... duerme... dormiré... - Estaba tan hundida en el sueño que no podía procesar lo que él decía y mucho menos lo que yo decia.

- Vamos.

Me jaló de la mano y aunque estaba algo, no, no, no, bastante estúpida lo seguí con los ojos apenas abiertos por las escaleras de camino a su habitación. Entramos y acomodo la cama para que nos recostaramos y una vez dentro de la cama y cubiertos por las cobijas, abrí bien los ojos y lo vi admirandome con dulzura, fascinación y amor.

- ¿Puedo tenerte esta noche? - Preguntó.

Supe en seguida a que se refería con eso. Hacer el amor era algo que casi no hacíamos, y no es que él no quisiera, si no que a pesar de todo, aun seguía teniendo un poco de inseguridad y casi no me gustaba que el tocará mi asqueroso cuerpo. No era justo que un dios como el tuviera que acariciar un cuerpo horrible, si es que se le podía llamar cuerpo.
Pero esa noche, quería olvidarme de todo eso y por una vez en mi vida disfrutar de lo nuestro más allá de todo. Acaricie su rostro, le sonreí y lo bese dulcemente. Me miro y me regaló una sonrisa traviesa, se posó sobre mi entre mis piernas y me plantó un suave beso, beso que se fue intensificando tanto como las ganas de ser suya. Poco a poco me quitó prenda la ropa, hasta que ambos estuvimos desnudos. Me miro un poco y se introdujo lentamente en mi sin dejar de verme. La sensación era fascinante, una combinación preciosa de placer y amor infinito, algo difícil de experimentar a menos que estés con la persona correcta. Mientras me penetraba, pasaba suavemente sus labios sobre mi cuello y hombros, sus caricias eran embriagadoras, como si estuviese tocando un pieza muy valiosa hecha del cristal más fino. Era simplemente amor, quien diría que esa sería la última vez que nos lo demostrariamos.