Capítulo 16

1.5K 162 24
                                    

Estaba dentro, ahora sólo necesitaba encontrarla a ella, así que corrí hacia la parte de atrás de la casa teniendo mucho cuidado de que nadie me viera pero falle.

- ¡Hey! ¿Quien eres? ¿Que haces aqui?

- Eh... Yo... soy Vegeta... estoy buscando a Bulma.

- Joven, estas no son formas de entrar a una casa. La señorita Bulma no esta.

- Ya basta de eso. Dígale que deje de esconderse y que salga, necesito hablar con ella.

- Ya le dije que no esta. Entienda - La paciencia se me estaba agontando.

- Si no vas iré yo mismo a buscarla dentro de la casa.

- En serio joven. Ella no esta aquí. Hace apenas unos minutos salieron - En la limusina, puede ser que ahí estaba ella.

- ¿A donde fueron? ¿Cuando volverá? - No me importaba lo loco que pareciera.

- Ella no volverá joven. Tengo entendido que se mudó a otro país, pero no se en cuál.

- ¿Estas bromeando cierto? Ella esta aquí, yo lo se...

- No joven y entienda, ella no volverá...

- No, calla... ¡Bulma! ¡Bulma!

Me puse como loco y el miedo, de que esa mujer tuviese razón, me invadió. Tenía la esperanza de que todo fuese una mentira y como pude corrí hacía adentro de la casa a buscarla, busque en cada ricon gritando su nombre y no estaba. Llegue a la que era su habitación y estaba vacía, sus cosas no estaban. Jamás sentí tanto miedo en mi vida, estaba desesperado, quería verla. Así que salí corriendo de la casa, subí a mi coche y me dirigí lo más rapido que pude hacia el aereopuerto, no iba a permitir que se alejara más de mi. Salí corriendo del coche y traté de buscar su hermoso cabello azulado entre la gente, pero mi cerebro se bloqueó, no podía concentrarme, estaba desesperado dando vueltas en el lugar. Sólo tenía que concentrarme un poco más, y entonces la vi, estaba entre los brazos de su madre. Quise gritar su nombre pero la maldita capacidad de hacerlo me abandonó en ese momento, no podía pronunciar palabra alguna.

Se soltó del abrazo y emprendió su caminó al avión. No iba permitir que se marchará y corrí hacia esa dirección pero los malditos guardias de seguridad no me dejaron pasar. Yo forcejeaba contra ellos tratando de correr hacia ella pero era inútil, las lágrimas me corrían sin sesar de los ojos, me volví loco, y golpee a cualquier persona que me tocará con tal de ir a su lado. Fue inútil, se había marchado ya.

- ¡Bulma!... ¡Bulma!... ¡Bulma!... - Deje ir mi alma en cada grito mencionando su nombre, ella no me escucho.

Sentí manos sobre mi tratando de esposarme, pero no me importaba. Sólo veía aquella puerta donde se había marchado. Su madre se acercó  a mi y en sus ojos azules y cristalizados se asomaba la furia.

- ¿Que haces aqui? ¿Acaso no tuviste suficiente con lo que le hiciste? - Yo quería decirle todo, pero no podía, estaba en shock, apenas y controlaba el llanto y la respiración - Dejala en paz... ahora ella tendrá una nueva vida lejos de ti y de todo lo que le hizo daño. Si tienes tantito corazón no la vuelvas a buscar.

Se dio la vuelta y salió. Tal vez tenía razón. Yo jamás debí aparecer en su vida, sólo la lastime, ahora ella sería feliz y tenía que dejarla ir... aunque me doliera.

Los guardias me llevaron preso pero no tarde mucho ahí por que mi padre llegó a sacarme.

- Eres una vergüenza Vegeta. Recoge tu chamarra y vamonos.

- Te odio.

- Me importa un carajo.

Se dio la vuelta y lo seguí pero al estar afuera busque mi auto y me subí a él, no quería ir a casa, por eso me dirigí al gimnasio en donde entrenaba con Bulma. Sólo quería sacar mi dolor golpeando.

Los días, meses y años pasaron sin saber de ella, aunque intenté obtener información sobre su paradero, a que se dedicaba, y todo respecto a ella. Pero parecía símplemente como si se hubiese esfumado de la tierra.
En tanto a mi, bueno, mi padre murió y nunca supe la razón por la que me había pedido que me alejara de ella, me hice cargo de la empresa por obvias razones y estoy a punto de casarme con una hermosa mujer, Dieciocho.
Ella era la mujer más despreciable que conocí cuando era más joven pero con el tiempo maduro y cambio bastante su forma de ser, era comprensiva, noble y caritativa. Imposible no sentir atracción hacia ella, además, era realmente hermosa.
Mi vida era perfecta, pero nunca deje de sentir ese vacío que sólo ella, mi peliazul, llenó.

La Gorda Bulma © (Vegeta Y Bulma)(En Edición)TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora