Capítulo 18

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El timbre de la casa sonaba constantemente, la luz del día llenaba mi habitación, me levanté aturdida y me dirigí molesta a la puerta a ver quien tocaba con tanta insistencia.

- Buenos días, ¿Es usted la señorita Bulma Brief?

El chico se notaba un poco consternado y curioso debido a mi rostro, el cual estaba un poco lastimado por lo que me hice. Era un tipo alto, de buen cuerpo, tenía el cabello alborotado de una manera rebelde y un par de cicatrices en su rostro, era muy guapo, aunque la verdad no le tome importancia, yo aún me encontraba atontada por el sueño.

- Si, soy yo. ¿Qué deseas?

- Mucho gusto señorita Brief, soy Yamcha su entrenador.

- Ah si, lo había olvidado - se ve mucho más joven de lo que pensé - Pasa.

Entró y observó un poco desconcertado mi casa, obviamente, ya que no había limpiado el desastre que hice la noche anterior.

- ¿Que paso aquí? - Preguntó preocupado.

- Me robaron - murmure.

- ¿En serio? - No parecía muy convencido.

- Si.

- ¿Estas bien? ¿ya le diste parte a las autoridades?

- Si. Te pediré un favor, deja de hacer tantas preguntas y mejor dime cual sera la rutina de entrenamiento - Me miro apenado y un poco ofendido, me sentí mal por eso pero no permití que mis estúpidos sentimientos débiles se apoderaran de mi otra vez.

Las semanas pasaron, y yo no sólo entrenaba con Yamcha, también decidí entrar a trabajar en la empresa de mi padre que estaba en la ciudad. No mediaba palabra con nadie ahí, lo mío era sólo trabajo, con Yamcha sólo hablaba de mi entrenamiento y aunque el trataba de sacar conversación conmigo yo lo evitaba contestando fríamente. Y así era mi vida, tan triste, vacía y rutinaria. Cada vez que me veía al espejo y me observaba igual de obesa me enojada y lloraba con rabia, no era suficiente todos esos ejercicios y esa comida "saludable" estaba arta de no ver cambios en mi cuerpo.

- ¿No puedes hacer otra cosa? Esto no está resultando, es una mierda. Dame más rutinas de ejercicio y más horas. Tal vez eso funcionaría mejor - Insistí.

- Oye tranquila, las cosas no funcionan así... primero debes dejar que tu cuerpo acepte poco a poco la actividad... no lograrás nada haciendo eso, solo vas a cansarte y no tendrás energías para el resto del día y mañana no podrás ni levantarte de la cama.

Lo mire frustrada pero no dije nada, tenía razón. Si realmente quería cambiar y amar lo que estaba haciendo primero tenía que ir conociendo poco a poco esta nueva parte de mi.

- Pues más te vale que esto funcione.

- Claro que funcionará. Lo aplique yo mismo y me funcionó.

- ¿De qué estas hablando? Tu eres delgado es obvio que tenía que funcionar y te apuesto a que ni siquiera te esforzarte para lograrlo.

- No hables si no sabes nada.

- ¡Pero que insolente! ¿como te atrevez a hablarme así?

- Por que tu no sabes nada de mi y aún así me juzgas y eso también es una insolencia.

Me quedé muda ante lo que dijo. Tenía toda la razón, yo no sabía nada de él y ya lo estaba atacando, pero no deje de pensar que él no había sufrido nada.

- Lo siento, pero no creo que haya sido difícil para ti.

- Claro que lo fue. Hace un par de años, cuando iba al instituto yo sufrí de obesidad, pesaba más de noventa kilos. Mis compañeros me molestaban por eso, me sentía inferior ante todos y sólo quería ser invisible. Decidí que no quería ser así toda mi vida, que debía quererme y no sólo para bajar de peso si no también por mi salud, estaba muy mal. Fue difícil cambiar todos mis hábitos alimenticios y sentí que nunca iba a lograrlo, lo intente y fallaba, siempre estaba esa maldita ansiedad de comer lo que fuese. Ya no sabía que hacer y me desespere a tal grado que empecé a hacerme daño.

- ¿Daño? - Pregunté curiosa.

- Si, estaba desesperado por deshacerme de mi sobrepeso y comencé a vomitar todo lo que comía, pero con el tiempo me sentía cada vez peor, mareos, dolor de cabeza y a veces cuando ya no quería vomitar por mi voluntad mi cuerpo me obliga a hacerlo. Me asusté mucho y entonces conocí a Paula, una chica preciosa que me trataba muy bien, hacia su servício en el hospital de la ciudad y me la encontré un par de veces, se acercó a mi y eso me asustaba, yo no estaba acostumbrado a tratar con chicas tan lindas como ella. Su intención era ayudarme, estaba estudiando para ser nutriologa y me ayudó con mi alimentación y todo empezó a cambiar, me motivo a hacer ejercicio y con el tiempo logre bajar de peso. Y decidí que quería ayudar a más personas con lo mismo, es algo muy difícil pero no imposible de lograr, sólo necesitas un empujoncito de vez en cuando.

Su historia se me había quedado grabada y no sólo por el hecho de que sufrió sobrepeso si no que el verlo así tan cambiado me provocó una especie de esperanza. Supe en seguida que lograría bajar de peso con su ayuda.

- Gracias por contarme tu historia. ¿Se lo dices a todos tus clientes para motivarlos?

- No. Tu me inspiraste confianza - Me miro a los ojos aturdido. Su mirada me incómodo y me aclaré la garganta para hablar.

- Creo que es hora de empezar ¿no?

- Si.

Ambos nos concentramos en hacer los ejercicios que habían en el plan, pero ahora entre los dos corría una energía diferente o al menos eso sentía yo. Se mantuvo callado, note que era una persona algo ansiosa y que en verdad hacía un gran esfuerzo para no fastidiarme, está vez al menos logramos hablar más de lo normal y probablemente quería seguir hablando. Sentí un pequeño calor en el pecho al verlo sentado en la alfombra de mi casa con la mirada perdida mientras yo me preparaba. Sentí algo de culpa por cómo lo trate la primera vez que lo vi.

- Yamcha...

- ¿Si?

- Quería ofrecerte una disculpa por cómo te hablé la primera vez que veniste aquí. Fue algo muy grosero de mi parte.

- No te preocupes, eso ya paso, además todos pasamos por un mal momento, supongo que no querías hablar mas sobre el tema del robo de tu casa.

- Si. Gracias por entender.

- No agradezcas.

Me regaló una dulce sonrisa y continuamos con nuestro entrenamiento. Era un chico dulce que inspiraba mucha confianza, sentí que podía hablar con él de cualquier cosa y no me juzgaría. Pero era demasiado rápido para confiar en alguien después del daño que me hizo la persona que más amaba.

La Gorda Bulma © (Vegeta Y Bulma)(En Edición)TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora