Mi vida no era para nada emocionante.
Consistía en levantarme para ir a la escuela, trabajar, volver a mí casa, comer, bañarme e irme a dormir para que al otro día se vuelva a repetir la rutina. Si lo sé ¡que emocionante! ¿Verdad? Ya lo había mencionado: mi vida daba más pena, que ganas de vivirla.
Mis padres me mandaban dinero para los gastos, pero igual trabajaba, para que mi mente se mantuviera ocupada en algo, de otra manera, hubiese enloquecido.
Hacia aproximadamente un año, que me había mudado a este pueblo y en todo ese tiempo, había conseguido una amiga, una enemiga, un ex novio y un corazón roto. Después, nada más.
Hannah, era mi mejor amiga, compinche y confidente. Ella había sido la única que me había consolado en el momento que nadie más lo hizo, y desde entonces nos volvimos inseparables. Ella tenía 18 años, al igual que yo. Era de cabello morocho, ojos azules y su piel era tan pálida que rosaba el límite de lo posible. Debido a eso, era objeto de varias burlas.
Tenía un carácter dulce, tal vez demasiado dulce para mi gusto, no peleaba nunca con nadie, y cuando alguien la agredía, ella solo bajaba la cabeza y no les respondía para, según ella, no meterse en problemas. Sin embargo, desde que nos habíamos convertido en amigas, ya nadie la molestaba, y era debido a que me había convertido en su "heroína", según palabras de ella, y no me importaba tener que poner en su lugar a un jugador de rugbi, si con eso me aseguraba que no la volviesen a molestar. Nunca recurría a la violencia, ya sea física o verbal, sino que decía las cosas de tal manera, que lograba convencer a cualquiera de que estaba equivocado y así dejarlo en vergüenza. En uno de esos encuentros, conocí a la más insufrible del colegio.
Megan, era mi peor enemiga y disfrutaba al máximo cada cosa mala que me ocurría. De hecho ella había sido la causante de mi último mayor dolor. Era alta, rubia y con los ojos un poco más claros que los de Hannah, sin embargo, cualquier clase de belleza, era opacada por su oscura personalidad. Era prepotente, engreída y demostraba su "poder" a través de burlas hacia los demás.
En uno de esos días, quiso ridiculizar de mi amiga, pero mi reacción no fue de las mejores y la termine dejando en pudor. Desde entonces la guerra se había desatado entre nosotras y parecía no tener límite.
Y por último, estaba Matías, el chico que más había amado hasta el momento. Era alto, de cabello castaño rizado, tenia lo ojos miel más hermosos que creía haber visto, y una personalidad que enamoraba. Me había atraído desde la primera vez que mis ojos hicieron contacto con los suyos.
Con el tiempo, y por una razón casi inexplicable, nos empezamos a acercar hasta que nos pusimos de novios. Pero como en la vida, no todo es de color de rosa, un día dejo ver su verdadero yo. Habían pasado tres meses desde que me había propuesto salir con él, cuando me entere que me había estado engañando con Megan. Cuando se lo pregunte, el solo se encogió de hombros y me dijo lo más doloroso que había escuchado en mi vida -Megan me pago para enamorar y destruir tu ingenuo corazón, y por las lagrimas que veo en tus ojos, me puedo dar cuenta, que lo hice a la perfección- luego tomo la mano de Megan, la cual me miraba con una sonrisa sínica, para después irse y dejarme sola, en el medio del pasillo y con mi corazón rompiéndose en miles de piezas pequeñas. Ese mismo día, fue cuando Hannah me encontró llorando en el baño y me consoló.
Desde entonces, mi existencia en sí, era de lo más deprimente, sin sentido, ni emoción, sin ser vivida.
Sin embargo, un día todo eso cambio drásticamente.
Era jueves, pero como las clases ya habían terminado hacia una semana y estaba de vacaciones en el trabajo, no tenía nada que hacer, más que ordena.
Hannah se había ido de vacaciones con sus padres, y los míos aun no habían organizado nada, por estar ocupados en sus empleos. Algunas veces me preguntaba ¿Se acordaran que tienen una hija que, además de dinero, también necesita un poco de su tiempo? Seguro que no.
Estaba terminando con la habitación, cuando sentí la melodía de mi celular, que marcaba una llamada entrante. Sin mirar el remitente, descolgué pensando que se trataba de Hannah.
-Hasta que al fin te acuerdas de tu amiga, dasapareci...- comencé a decir en broma, cuando una voz masculina y desesperada, me interrumpió.
-¡No tengo ni la menor idea de quién eres, pero necesito URGENTE tu ayuda!- susurro/grito desde el otro lado del parlante -¡Por favor! Fui secuestrado y lo único que sé, es que si sigo en estas condiciones, me queda, como mucho, un mes de vida- la desesperación se colaba por su voz, y mi cuerpo era incapaz de reaccionar -¡Por favor ayúdame!, logre conseguir un celular y al ver que mi único familiar no contestaba, decidí marcar un número al viento y, aunque sé que no nos conocemos, necesito que me encuentres y me ayudes a escapar, por favor promete que al menos lo vas a intentar, ¡Eres mi única esperan...- en ese momento la llamada se corto.
Me quede con la mirada fija en el móvil, que marcaba en rojo la leyenda LLAMADA FINALIZADA y número desconocido, hasta que la pantalla se apago. Fue ahí, cuando la realidad me golpeo ¿Qué rayos había acabado de suceder?
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Mi locura, tu salvación|✔
ActionDi dos pasos más, para internarme en el lugar, cuando un olor nauseabundo me invadió por completo, provocándome un leve mareo. Al recupéreme y buscar con la mirada el origen de la peste, me encontré que un cuerpo todo ensangrentado, yacía a metros...