39- Destino incierto

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La idea de no volver a ver a Bruno me resultaba aplastante y más ahora que Gonzalo me había rechazado de esa forma. Un vacío se había instalado en mi interior, pero cuando estaba a punto de perderme, vi una luz.

-¿Eso quiere decir que podrás ir a donde quieras?- pregunté aferrándome al último trozo de esperanza, pero Bruno miró el techo y suspiró con frustración.

-Tu no lo entiendes, ahora tendré a alguien que me vigilará a luz y sombra, ni siquiera podre realizar una llamada sin que ellos la prueben, allá afuera estoy igual de limitado que acá y hasta puede que sea peor porque tu no estarás ahí- finalizo mientras tomaba un mechón de mi cabello y lo colocaba detrás de mi oreja.

Ese gesto, sus palabras, la idea de quedarme sola, la muerte latente de Gonzalo…, todas las imágenes de lo que fue pasando a lo largo de esos ocho días, las lagrimas que derramé, cada segundo de sufrimiento que soporté, todo empezó a llegar a mi mente. A golpearme, a demostrarme que todo había sido una locura. Yo me quedaría en este lugar por un tiempo indeterminado, mientras que Gonzalo seguiría corriendo la misma suerte que le habías jurado antes de ESE llamado.

Todo había sido en vano.

Una ansiedad desesperante se apodero de mí. De repente las paredes pareciera que empezaran a cerrarse, el aire me resultaba espeso y asfixiante. De repente ya no soportaba la idea de estar encerrada un segundo mas, toda mi resistencia se derrumbo y mi cuerpo junto a ella. Las rodillas dolieron con el impacto, pero no me importó, ningún dolor físico llegaba a compararse con el que crecía en mi pecho segundo a segundo.

Estaba aterrada, abatida, dolida y próximamente también estaría sola

Bruno ya había confirmado que se iría; Gonzalo, que tal vez no era la mejor compañía, pero era mejor que nada, resultaba que tenia latente el riesgo de muerte y si eso llegara a pasar ¿Con quién me quedaría? Sola.

Si eso llegaba a pasar, si llegara a quedarme con la soledad como única compañía en un lugar así, estaba segura que perdería la cordura por completo. Además ¿Cuánto tiempo me tendrían en este lugar? Gonzalo había pasado un mes solo hasta que me trajeron a mí, pero ¿Y si eso nunca pasaba? ¿Si me dejaban encerrada meses o incluso años en un lugar así, sola? Ya lo había decidido: si mi vida se convertía solamente de sobrevivir un día más, acabaría con ella. Lo lamentaba por mamá, lo lamentaba por papá. Ellos habían pasado por una perdida y les costó horrores levantarse, volver a dibujar una sonrisa en su rostro. Fue como si tuvieran que volver a nacer, aprender a vivir después de una muerte. Yo lo vi todo, lo viví. Los escuche llorar, vi las ojeras que los acompañaron por semanas, los silencios eternos en las cenas, el silencio que se había apoderado de la casa. Los vi en su peor momento, y ahora yo me estaba por volver su segundo desconsuelo, había actuado sin pensar en ellos. Sin pensar en el dolor que podía causarles. Yo no volvería a salir de este lugar, ellos volverían a sufrir y solo yo sería la culpable. Al igual que siempre.

Estaba tan enfrascada en mis pensamientos, que no había notado el abrazo en el que me había envuelto Bruno.

-Shh, tranquila. Nada malo te pasara ¿Si?- su voz sonaba dulce y serena, pero sabía perfectamente que por dentro lo invadía la inseguridad de sus palabras.

-Ambos sabemos que no me puedes asegurar algo así- dije mientras me sorbía la nariz y me separaba lentamente.

-Nada malo te pasara mientras que alguno de nosotros este contigo- le dio una mirada significativa a Gonzalo. Sus palabras calaron hondo.

-Ese es el punto- mi tono iba cargado de dolor e impotencia y Bruno me observo con interés para que continuara –Dentro de poco tú te irás y Gonzalo…bueno él también corre el riesgo de tener que marcharse-

-¿Como que se irá? ¿También arreglaron lo tuyo?- pregunto Bruno sobre mi hombro. Gonzalo se encontraba a mis espaldas, pero casi podía adivinar que lo había puesto en una situación incómoda y me regañe mentalmente por eso.

-La razón no tiene importancia, acá lo importante es que sabemos que más temprano que tarde me quedare sola y los tres sabemos que no lo podre soportar- hable, para ahorrarle la explicación a Gonzalo.

-No te quedaras sola, ya verás que todo saldrá bien, te lo prometo- Bruno intentaba desesperadamente encontrarle el lado positivo a algo que no lo tenía.

-No digas palabras que no entiendes, ni promesas que no podrás cumplir. Tú te irás, Gonzalo también y todo eso que estás diciendo ahora solo lograra hacerme sentir más miserable cuando ese momento llegue- ya no distinguía si estaba dolida o furiosa, la emociones se modificaban con facilidad en situaciones así.

La puerta se volvió a abrir.

-Ahora vete, tu nunca deberías haber terminado en este lugar. Si yo no hubiese aparecido, posiblemente seguirías con tu vida cotidiana y no habrías tenido que pasar por todas estas situaciones espantosas que pasaste por mi culpa. Esta era mi locura para encontrar la salvación a alguien y no funcionó, así que es justo que yo asuma las consecuencias, no tú, ahora ve, sigue con tu vida, olvida que alguna vez nos hayamos conocido y no cometas nada estúpido ¿Entendido? Hazlo por mí, me hará bien saber que tu lo estas- cada palabra había salido de lo más profundo de mi alma y eran cien por ciento sinceras. Hacía varios días atrás que venía pensando en lo mismo y con cada uno que pasaba, iban tomando más sentido. Yo, involuntariamente, había causado el sufrimiento de Bruno y eso dolía.

Mi locura, tu salvación|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora