42- Y lo inevitable pasó.

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Ya llevábamos varios minutos en silencio desde que Gonzalo dejó salir esas palabras. En todo ese tiempo me había limitado a mirar el suelo como si se tratara de lo más interesante y tratando de ignorar el peso de la mirada que sentía sobre mí.

-Entonces…hay que empezar a tirar ideas ¿Tú tienes alguna?- dije finalmente para terminar con el silencio incomodo. Aun el vacío permanecía en mi pecho, pero luchaba para ignorarlo lo máximo posible.

-Bren, lo siento…- su tono era cauteloso, como si no creyera en mi tranquilidad y esperara a que estallara en cualquier momento.

-No, Gonza- lo interrumpí antes que dijera algo que complicara más las cosas –Ya pasó, no tienes porqué ofrecerme ninguna disculpa, solo…solo olvidemos todo y enfoquémonos en el plan, eso solo fue un error que no volveremos a cometer- cada palabra había dolido peor que la anterior, pero ya no había retorno –Volviendo al punto ¿Tienes alguna idea?- dije con el tono más distante que pude. La armadura que había creado ocho meses atrás, se volvía a construir y con dos metros más de ancho. Me estaba volviendo la Brenda dura que fui después de terminar con Matías y eso no era bueno.

-Pues…, podemos esperar a mañana, que el guardia vuelva a la hora del almuerzo. Cuando esté por venir, yo me ubico detrás de la puerta y mientras tú lo entretienes, yo lo golpeo- empezó a decir y aunque el plan tenía muchos posibles inconvenientes, era lo mejor que se podía idear.

-Cuando tengamos la llave, cerramos la puerta, dejando el guardia adentro para que eso nos dé más tiempo, luego corremos a la misma ventana que utilizamos ese día, tal vez, si tenemos un poco de suerte, aun esté rota- Gonzalo asintió y entonces se me ocurrió otra idea –Creo que en vez del almuerzo, deberíamos esperar la cena, siempre es más fácil ocultarse en la oscuridad, además sino deberíamos esperar hasta mañana y la verdad es que no me entusiasma demasiado la idea de esperar, cuanto antes mejor-

El plan era básico, demasiado básico y las posibilidades de fallar eran muy altas. Los guardias, las alarmas, conseguir la llave, encontrar la salida…, cuanto más lo pensaba, mas imposible lo veía, pero valía la pena intentar.

Las horas parecían correr más rápido de lo esperado y cuando nos quisimos dar cuenta, el cielo ya tomaba un color anaranjado. Estaba anocheciendo. La adrenalina me recorría completa y no me podía quedar quieta, tenía que mover la pierna, comerme las uñas, o algo que me mantuviese “ocupada”. Los nervios me estaban matando. No me gustaba ser negativa, pero era inevitable. La cabeza se me quemaba mientras pensaba todas las posibles consecuencias que podría acarrear un error. Uno solo. Castigos, doble seguridad, y en el peor de los casos, alguna muerte.

No podía más.

-Creo que ya es hora- la voz de Gonzalo, hizo que los latidos de mi corazón, que por un momento parecían haberse tranquilizado, volvieran a dispararse. Asentí, aunque solo era algo mecánico y me coloque enfrentada a la ventana. Tenía que sacar mi mejor actriz interior. Afuera ya estaba oscuro y ya era entrada la noche, pero el guardia seguía sin aparecer. Me gire a ver a Gonzalo, que estaba detrás de la puerta y se encogió de hombros, parecía igual de confundido que yo, pero también llegaba a distinguir algo de miedo ¿Acaso habían descubierto nuestro plan? ¿Acaso había cámaras y no las habíamos visto? En el preciso instante en el que estaba por entrar en pánico, se escucho el sonido de la cerradura y cuando la puerta se abrió, todo se congeló. Me olvide de la actuación, del plan, de Gonzalo aun detrás de la puerta, me olvide de todo y al mismo tiempo recordaba cada una de las palabras que mi compañero de cuarto me había dicho. Titán estaba parado en el umbral junto al odioso de su hijo. Acaso ellos…

Gonzalo, que pareció ver el horror en mi expresión, salió de su escondite y también pareció tensarse, aunque se limito a encuadrar los hombros quedando a la defensiva.

-Hola, Gonzalito ¿Ya tomaste la decisión? Estoy seguro que eres un chico inteligente y supiste elegir lo que te convenía- la voz de su padrastro estaba cargada de un veneno que helaba a cualquiera que lo escuchaba, sin embargo Gonzalo ni se inmuto, solo se encogió de hombros y empezó a caminar hacia el centro de la habitación, tomando distancia de Titán y reduciéndola a conmigo.

-Sí, soy alguien inteligente y supe cual era la decisión correcta: no voy a formar parte de tu mugroso juego, haz lo que quieras, pero esa es y será siempre mi decisión- no había ni rastros del chico de ojos grises que tenía frente a mí hace unos minutos atrás. Ahora parecía una fiera enjaulada, sus puños se cerraban a sus costados y apretaba la quijada a un punto que parecía estar al borde de quebrarse. Era un manojo de odio y valentía. Eso no era bueno.

El hombre de las cicatrices lo miro con cierta diversión, pero fue Rodrigo el que dió el siguiente paso. Caminó hasta Gonzalo y cuando estuvieron frente a frente, intentó golpearlo, pero el chico de los ojos grises lo esquivo y antes de que pueda reaccionar, le propino uno en la quijada. El hijo del jefe se quejó mientras masajeaba la zona adolorida y luego de escupir lo que parecía ser sangre, se volvió a abalanzar sobre mi compañero de cuarto. Los demás los observábamos en silencio, sin hacer nada para detenerlos y la verdad es que no tenía mucho entusiasmo en hacerlo, Gonzalo le estaba dando una buena a Rodrigo. Titán también pareció notar como las heridas de su hijo se iban multiplicando, porque les hizo una seña a los guardias que lo acompañaban y de inmediato los separaron.

El rostro de Rodrigo era digno de un luchador que había perdido la peor pelea de su vida, mientras que Gonzalo parecía casi ileso.

-Ya estuvo bien- la voz de Titán cortó con el listado de insultos que su hijo gritaba contra Gonzalo –Tu- señalo a su hijo –Vete, ya hiciste bastante y mira las heridas de tu rostro- Rodrigo estaba rojo, aunque no sabía si debido a la rabia o la fuerza que hacía para liberarse del guardia que lo arrastró fuera de la habitación –Y tu- esta vez señalo a Gonzalo –Creo que ya estabas al tanto de las consecuencias que acarrearía tu negativa, es momento de cumplirlas- cuando esas palabras llegaron a mis oídos, sentí una desesperación que aumentó aun más cuando vi que lo empezaban arrastrar hacia la puerta. En ese momento no pensé en ninguna de las consecuencias, solo corrí hasta uno de los guardias y me subí a su espalda, logrando que soltara a Gonzalo, ahora solo le quedaría uno. Empecé a golpearlo, aunque eran golpes sin mucha precisión, solo era buscar una distracción. Cuando sentí unas manos en mi cintura, empecé a gritar y removerme para liberarme, pero una bofetada me hizo frenar en seco. La imagen con la que me encontré, no era muy agradable de ver. Gonzalo estaba aprisionado en el suelo, boca abajo por dos guardias, mientras que yo era retenida por otro. No había podido evitar su destino, sino solo retrasarlo unos minutos.

Titán me miro serio por un momento y luego hizo una seña para que nos sacaran de la habitación. No solo no había podido salvar a Gonzalo, sino que también me había ganado una consecuencia por mi desacato.

Cuando Gonzalo estuvo nuevamente de pie, vi como tenía algunas heridas nuevas y no pude evitar sentirme culpable.

Estábamos por cruzar el umbral, cuando se escucho el sonido de las sirenas saltando y luego un disparo.

Entonces el caos se desató.

Mi locura, tu salvación|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora