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Al notar mi silencio, Titán soltó una risa y se empezó a alejar, mientras que yo dirigía mi mirada humedecida hasta un Bruno que al parecer yacía inconsciente.
De un momento a otro, su bienestar ya no me importaba. Estaba en un lugar que no podías confiar ni en tu propia sombra, porque cualquiera podría ser tu enemigo, pero aun sabiendo todo esto, había cometido el error de confiar en alguien que resulto ser un salvaje, incluso grite sabiendo que luego vendría e golpe, solo por salvarlo, y ahora resultaba esto.
No tenía la completa afirmación de su culpabilidad, pero sí, había vivido en carne propia su frialdad e incluso así me había dejado convencer por cuatro palabras tontas.
Sin duda que era ingenua.
Cuando Titán llego hasta su escuadrón, le dijo algo a uno de sus guardias y este de inmediato se acerco a Bruno y lo empezó a llevar arrastrando como si se tratara de un cosa.
Lo contemple en silencio.
Sabía que terminaría con raspones por todos lados, y que si no lo desinfestaban, sus heridas podrían empeorar, pero no pensaba volver a gastar saliva por una bestia.
Estaba en un lugar donde viven los más fuertes y perspicaces, no los más valientes, asique en vez de la fuerza, prefería utilizar la inteligencia y los más sabio que podía hacer en este momento era mantenerme callada.
Tal como había dicho Titán: en situaciones así, las agallas solo servían para problemas.
-Me has caído bien y te soltaré- las palabras de Titán llamaron mi atención hacia él y de inmediato el sujeto que se encontraba detrás de mí, libero mis muñecas, aunque me mantuve sentada -Aprendes rápido, y tienes el valor de pocas- lo mire confusa -La mayoría de las chicas que llegan a este lugar, lloran sin parar o gritan desesperada, en cambio tu...pareces inmutable- sentí un dejabú. Era la segunda vez que alguien me decía esas palabras, primero...ese y ahora Titán ¿Tendría que empezar a preocuparme?
-Mi vida no ha sido fácil, he sufrido pérdidas irrecuperables y me fui endureciendo. No todas tenemos que comportarnos como damiselas en apuro, algunas tenemos instintos de guerreras- respondí despreocupada y por alguna extraña razón no pareció molestarle.
Su expresión seguía indescifrable, pero no parecía ser mala.
Me miro un tiempo, y luego una sonrisa volvió a dibujarse en su rostro.
-Tienes razón y no todos nosotros somos sinceros, algunos mienten y de la peor forma posible- sabía muy bien el porqué de sus palabras, pero mantuve mi expresión despreocupada.
Era verdad y personalmente prefería una verdad que doliera, a una mentira que ilusionara.
La verdad sabía que era esa y tal vez le hubiese buscado la vuelta para entenderlo, pero que me haya pintado todo un hermoso cuadro, cuando detrás se ocultaba la peor mancha de humedad, me hacia enfurecer y no desear volver a verlo nunca más...y eso era lo que pensaba hacer, no dejaría que sus palabras bonitas me volvieran a convencer, aunque el daño ya estaba hecho, había vuelto a depositar mi confianza en la persona equivocada, había vuelto a tropezar con la misma piedra.
-Papá, necesito que me des plata para una fiesta- esa voz...
-Rodrigo ¿Cuántas veces te dije que no vengas a este lugar? es peligroso- al escuchar su nombre sentía que el pecho se me comprimía. Tenía que tratarse de una broma, sino no se explicaba cómo me lo tenía que venir a cruzar justo a él.
-Acabas de insultar a Rodrigo Oviedo, nada más ni nada menos, que el hijo de alguien muy pesado en el mercado de la ilegalidad- dijo como si estuviese orgulloso de eso -Y te puedo asegurar que no quieres la furia de papá, bajo ningún punto de vista-
Lo busque con la mirada y allí estaba, con su postura altanera y tan seguro de sí mismo, como la vez que tuve la desgracia de conocerlo.
-Sí ya lo sé pero es que...- en ese momento su mirada choco con la mía y por un momento pareció confundido, pero después esa sonría arrogante volvió a decorar su rostro -¿Quién es?- le pregunto a su padre, mientras me señalaba con una burla que solo yo podía captar
-Una amiga- la respuesta de Titán nos descoloco a los dos, pero Rodrigo fue el primero en reaccionar.
-¡¿Tu amiga?!- su padre asintió -¡Ella fue la que me ninguneo en el autobús! ¡¿Y ahora es tu amiga?!- Titán me miro por unos segundos con el ceño fruncido, pero luego lo relajo y empezó a reír
-¿Asique tú fuiste la que le puso los puntos a la idiotez de este?- asentí no muy convencida -Pues te felicito, ya era hora que alguien hiriera su orgullo, que la verdad lo tenía bastante alto- su alegría me resulto contagiosa y una sonrisa tímida se dibujo en mis labios, la cual pareció enfurecer mas a Rodrigo
-¡Papá!- protesto, pero el nombrado seguía riendo, al ver este gesto, volvió su mirada hacia mí y me señalo -Tu, mantente alerta, porque acabas de despertar a la bestia- amenazo y su padre le dio un golpe leve detrás de la nuca
-No vuelas a decir algo así contra ella, porque no te doy la plata- contraataco su padre, lo que me hizo agrandar la sonrisa y a él su enojo.
Respiro profundo, como intentando contenerse y luego se alejo con pasos decidido. Lo seguí con la mirada, hasta que desapareció por una puerta
-No te preocupes por él, suele ser algo infantil- solo asentí -sin embargo, aunque me caigas bien, debo encerrarte- lo mire con temor -Quédate tranquila que será en la mejor habitación, solo hay uno en ella- no sabía si sentirme feliz por sus palabras o aterrada por la idea de que había varios secuestrados. Me decidí por la opción uno.
El sujeto que se encontraba detrás de mí, volvió a levantarme, solo que esta vez fue del brazo y empezó a conducirme por el pasillo de antes, solo que esta vez se detuvo en una puerta de madera.
-Es acá- dijo seco, mientras abría la puerta.
Del otro lado me encontré con tres colchones en el suelo, una mesa algo pequeña y una ventana, por la que entraban los rayos del sol matutino, aunque estaba enrejada. La habitación parecía más amplia, estaba bien iluminada por la luz exterior y sin las manchas de humedad ocupando las paredes, además de que aparentaba estar bastante limpia.
Un leve empujón me obligo a entrar. Al encontrarme dentro y mirar en un rincón, divise a un joven sentado en el suelo, jugando con sus dedos.
La puerta se cerró detrás de mí, atrayendo mi atención y posteriormente se escucho la cerradura.
Estaba encerrada...otra vez.
Espero que les haya gustado
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Mi locura, tu salvación|✔
ActionDi dos pasos más, para internarme en el lugar, cuando un olor nauseabundo me invadió por completo, provocándome un leve mareo. Al recupéreme y buscar con la mirada el origen de la peste, me encontré que un cuerpo todo ensangrentado, yacía a metros...