Una vez que Rodrigo ya no estuvo más, en mi radio de visión, mire a mí alrededor, para planear mi siguiente paso.
Rominet era un lugar triste.
Sus calles vacías, abandonadas y destruidas, confirmaban su situación.
La mala fama de la ciudad, ya había llegado bastante lejos, y nadie se arriesgaba a mudarse a esa zona; la gente de bien, que ya vivían allí, lentamente se habían empezado a marchar, dejando así el lugar a disposición de ladrones, estafadores, traficantes, secuestradores y cualquier otra persona que se quisiera ocultar de la ley.
Aun sabiendo todo esto, había tenido la osadía, o demencia, de subirme a ese autobús rumbo a Rominet.
-Señorita ¿Se encuentra bien?- una voz dulce, me cortó los pensamientos.
Al mirar de donde provenía, me encontré con una mujer de unos cincuenta años, castaña y de ojos verdes profundos.
-Sí estoy bien gracias- le respondí, una vez que reaccione.
La mujer asintió con la cabeza y luego empezó a alejarse.
-¡¿Espere?!- grite para detenerla.
Me había dado cuenta que me faltaba algo muy importante.
-¿Sabe para qué lado queda la calle siete?- le pregunte cuando la mujer volteo a verme.
Ante mi pregunta, se tenso de inmediato, y no precisaba aclarar la razón.
-¿Para qué quieres ir a ese lugar?- pregunto con brusquedad.
La mire confundida, no me esperaba esa reacción.
-Para algo personal- respondí sin más.
Su tono había despertado mi desconfianza
-Queda tomando esta calle, hasta el fondo- dijo cortante, mientras señalaba la vía que se encontraba a mi derecha
Luego me dedico una mirada difícil de descifrar.
-Pero yo que tu, no entraría en ese lugar ni de casualidad- advirtió.
Volvió a caminar lejos de mí, pero unos pasos más adelante, se detuvo en seco
-Si te preguntan quién te dio la dirección, tu no me vistes ¿Entendido?- pregunto mientras me señalaba con los ojos entrecerrados.
Asentí, y luego retomo su camino.
Tras esa "conversión" había descubierto algo importante: todos en ese lugar estaban amenazados, y eso no ayudaba mucho en mi tarea.
¿Qué tan lejos podía llegar la mafia de ese lugar, para obligar a la gente a irse? ¿Cómo mantenían a todo el pueblo amenazado? La situación explicaba el porqué la policía nunca los podía atrapar. La ilegalidad tenía el apoyo, ya sea forzado o no, de todo un pueblo y esto hacía más difícil la tarea, que si fuera lo contrario.
Sin más nada que pensar, empecé a caminar hacia el final de esa calle.
Eran cerca las cinco de la tarde y al estar en invierno, ya el sol estaba muy cerca del horizonte. Por un momento, pensé en seguir al otro día, pero no tenía ni la mínima intención de pasar la noche en ese lugar.
Viendo la situación, me propuse llegar a la Calle Siete, encontrar alguna pista y luego volver a la parada, para tomar el autobús de las ocho de la noche, de regreso a mí pueblo.
Tenía casi tres horas disponibles, así que apure mi ritmo, para que la noche no me alcanzara rondando en ese lugar.
Cada paso que daba, cada cuadra que empezaba, te iba demostrando que el lugar más temido se acercaba.
Las que alguna vez habían sido hermosas vidrieras de locales importantes, ahora se encontraban en pequeños fragmentos esparcidos por la acera; las señales de tránsito, en su mayoría, habían sido tomadas para practicar blancos y las paredes exhibían frases desprolijas en contra de la ley y a favor de las drogas, robos y otras ilegalidades.
El lugar era espantoso de cualquier lugar que se lo mirara.
El ruido de un cristal estallando, me sobresalto, inmediatamente me escabullí en un local, por el bache de la vidriera.
Una vez dentro, mire hacia el exterior, pero sin asomarme para evitar ser descubierta, y pude observar cómo, en la esquina próxima a la que me encontraba yo, un hombre, de aspecto bastante descuidado, hurgaba dentro de un auto con una ventanilla toda destruida.
No portaba ningún arma y aparentaba ser un novato en el tema. Además parecía no haberme notado y eso logro tranquilizarme un poco.
Solo un poco...
Al correr la vista del ladronzuelo, puede ver como a pocos metros, se le acercaban un grupo que, a diferencia del hombre que robaba el auto, no aparentaban ser para nada nuevos en el tema.
Cuando llegaron a su lado, empezaron a exigirle algo, a lo cual el novato se negaba una y otra vez.
Esa discusión duro muy poco.
A la quinta negativa, un disparo cortó el silencio y, aparentemente, la vida de ladronzuelo, que ahora yacía tendido en el suelo con la sangre que no paraba de fluir desde su sien.
La escena causaba escalofríos.
Mientras el hombre parecía morir de a poco, los integrantes de grupo se repartían su botín y chocabas sus palmas, como si acabaran de hacer una gran hazaña.
Luego de la repartija, se sentaron en el borde de la calle, y empezaron a beber de una botella, que antes no me había percatado que traían.
De inmediato empecé a entrar en pánico ¿Cómo saldría de ese lugar sin ser vista?
Acorde pasaban los minutos, veía que el grupo seguía allí y otras personas de aspecto asesino, empezaban a rondar las calles en busca de su siguiente presa.
Me di por vencida. Ya estaba definido que pasaría a noche allí.
Al darme vuelta, mire el local por primera vez, ya que todo el tiempo había mantenido a vista afuera o me había dedicado a perderme en mis pensamientos.
El local parecía haber sido de ropa de una marca muy reconocida, pero claramente había sido saqueado, y solo quedaban los afiches, alguna que otra prenda, y después todo destruido y vacio.
Descolgué a ropa que aun se conservaba en sus lugares y junte la que estaba tirada, la amontone toda en el suelo de un rincón alejado del cristal y después me acosté sobre ella.
Sería una larga noche, trataría de dormir, aunque sabía que la gente de ahí afuera, raramente me encontraría.
Así entraran, había escogido un lugar escondido, pero igual sentía esa inseguridad norma para la situación.
Tome una respiración profunda y cerré los ojos, para intentar conciliar el sueño, pero la imagen del novato, aparecía en mi mente y me obligaba a abrirlos.
Repito: seria una larga noche.
No olviden dejar su estrellita ;p
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Mi locura, tu salvación|✔
ActionDi dos pasos más, para internarme en el lugar, cuando un olor nauseabundo me invadió por completo, provocándome un leve mareo. Al recupéreme y buscar con la mirada el origen de la peste, me encontré que un cuerpo todo ensangrentado, yacía a metros...