Estuve unos segundos ahí, parada y solo observando la habitación, hasta que mi atención volvió a caer sobre el desconocido en el rincón.
Él se encontraba con la espalda apoyada sobre una de las paredes y la cabeza recostada sobre la otra. Con los brazos rodeaba sus rodillas flexionadas contra su pecho y mantenía su mirada perdida en la nada. Así, sentado, aparentaba ser alto y corpulento. Su cabello castaño oscuro y su barba de pocos días, hacían contraste con su piel pálida. El color de sus ojos era difícil de determinar con precisión desde la distancia el la que me encontraba, aunque se alcanzaba a notar que eran claros.
Con pasos dudosos empecé a avanzar por la habitación, pero el desconocido parecía no inmutarse con mi presencia, y eso, en cierto modo, me molesto, es decir, ¿Quién no desearía una compañía en un lugar así? Al parecer mi compañero no.
Seguí caminando hasta los uno de los colchones, que parecía ser el más cómodo y mullido y me senté sobre él, pero al ver la ventana, me levante y me acerque para mirar a través de ella.
Del otro lado se veía un campo con alguna que otra planta y después nada mas, el lugar era...
-¿Horrible, no?- una voz gruesa y varonil me sobresalto, pero no precisé voltear para saber que se trataba del desconocido.
-Más bien diría triste- conteste sin correr la vista de la ventana -La belleza esta, solo hace falta la libertad para disfrutarla- y era cierto, el paisaje podía resultar solitario, pero el sol asomando por el horizonte no se comparaba con nada.
No me consideraba una persona romántica, ni muy soñadora, pero los amaneceres, al igual que los atardeceres, o mirar la luna y las estrellas por la noche, me resultaban detalles pequeños pero muy reconfortantes y no podía evitarlos.
De pequeña, Thomas y yo teníamos la costumbre de acostarnos sobre el pasto y mirar las estrellas o mirar el sol ocultarse, mientras contábamos nuestras anécdotas del día.
Luego de su muerte, no volví a realizarlos nunca más. Esos momentos mágicos ya no volverían a tener ese toque.
Pero ahora, viendo el sol, y prestándole atención, volvía a sentir esa satisfacción de antes, sentía como si Thomas volviese a estar a mi lado.
-¿Siempre tratas de buscarle el lado bueno a todo?- su pregunta me corto lo recuerdos.
Me encogí de hombros, pero sin apartas la vista de la bola de fuego que empezaba a quemar mis ojos
-No, tal vez hoy estoy con mi día bueno, asique trata de no arruinarlo ¿Quieres?- no sabía porque actuaba tan cortante. Seguramente porque aun estaba molesta con su actitud distante de cuando recién llegue o porque en realidad no estaba con mi "día bueno".
El silencio volvió a reinar en la habitación y yo tuve que correr mi vista del sol, porque mis ojos no lo soportaron más.
Al girarme, y mirar en el rincón, lo encontré vacío.
Empecé a recorrer el lugar con la mirada, hasta que lo encontré sentado en el colcho que había escogido con anterioridad.
Inconscientemente hice una mueca y el pareció notarlo, porque una sonrisa se dibujo en sus labios.
-Veo que al final lo estoy arruinando ¿no te parece?- no sabía si reírme por su comentario y tomarlo como una burla. Me decidí por la segunda.
-Ya lo creo- respondí con una con una sonrisa irónica que borre inmediatamente -¿Por qué te comportaste tan distante cuando llegue? ¿No querías una compañía en un lugar así?- la pregunta ya me estaba quemando y tuve que soltarla.
El desconocido rió sin gracia y luego se encogió de hombros
-Pensé que serias otra de esas chicas que lloraría por horas y no me dejaría ni conciliar el sueño y luego me entrarían las ganas de matarte o matarme, la que resultara más práctico- su explicación me resulto algo extraña, pero a la vez graciosa
-Veo que tienes mucha imaginación- dije mientras me ubicaba en el colchón libre más cercano -Creo que el encierro te está afectando, el ser mujer no nos convierte en lloronas, los hombres también lo son- mi lado defensor siempre salía a la luz. El rió.
-Hace un mes que estoy acá, si no enloquecía un poco, no sería humano- su comentario no me causo ni un poco y el pareció notarlo, porque rápidamente trato de acomodarla -Pero con una compañía siempre es mejor asique... ¿Qué me cuentas de ti?- entendí perfectamente que su única intención era cambiar de tema, pero decidí seguirlo.
-Me llamo Brenda Robinson, tengo dieciocho años, y me gusta leer- mi descripción no fue muy detallada, pero no tenia ánimos de hablar de mi -¿Y tú? ¿Qué hay de ti?-
-Pues...- empezó a decir con duda -Me llamo Gonzalo Casanova, tengo diecinueve años, me gustan los deportes, como el futbol. En la escuela solía estar entre los mejores promedios y empecé a estudia profesorado de educación física. Tengo un hermanito de siete años y mi papá murió cuando yo tenía seis...creo que es todo- había escuchado cada una de sus palabras con interés, pero quise molestarlo.
-Y dime ¿Le haces honor a tu apellido o no?- le pregunte con una duda claramente fingida.
Gonzalo tomo el puente de su nariz y una sonrisa se dibujo en sus labios.
-¿De verdad? Te acabo de contar todo de mi ¿y lo única duda que tienes es de que si soy mujeriego o no?- volví a asentir, siguiendo con mi actuación.
Soltó un bufido
-Sí, era un mujeriego y de los peores. Cada fin de semana tenía una nueva conquista. Las chicas hacían fila para salir conmigo, estaban desesperadas- lo mire con horror.
Debía admitir que era atractivo y no dudaba que estuviera diciendo la verdad, pero no podía creer que lo contara como si estuviese orgulloso de ello.
-Eres un idiota- escupí con asco y el empezó a reír como si hubiese acabado de contar el mejor de los chistes -¿Qué es lo que te causa tanto?- pregunte con el mismo tono.
-Tu cara...- dijo entre risas y lo mire confundida
-¿Qué tiene?- pregunte entre furiosa y alarmada.
-Deberías haberte visto- levante una ceja -No soy mujeriego- dijo finalmente -He tenido alguna que otra novia, pero lo normal para mis diecinueve, casi veinte. Te dije eso, porque me divierte fastidiar y cuando note tu posición sobre la mujer, vi mi oportunidad- no pude evitar que una sonrisa apareciera en mi rostro -Soy un chico común, no un caníbal- rió con ganas ante su último comentario y yo lo seguí, pero luego me detuve en seco y lo mire seria.
Debía devolvérsela.
-Mas te valía, porque estoy en contra de cualquier denigración hacia la mujer y ya estaba pensando las mil y un maneras más dolorosa para vengarlas- mi amenaza pareció asustarlo, porque dejo de reír.
-¿De verdad?- su cara de temor hiso que mi actuación se derrumbara y empezara a reír.
-No, pero tu cara de miedo me alegro para el resto del día- escuche como murmuro alguna maldición por lo bajo, pero luego empezó a reír conmigo.
Tal vez no habíamos empezado con la mejor, pero iba mejorando.
¡¡No olvide dejar su estrelluela y comentario!! \(^-^)/
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Mi locura, tu salvación|✔
ActionDi dos pasos más, para internarme en el lugar, cuando un olor nauseabundo me invadió por completo, provocándome un leve mareo. Al recupéreme y buscar con la mirada el origen de la peste, me encontré que un cuerpo todo ensangrentado, yacía a metros...