9-Gesto paternal

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Al sentir el aliento del sujeto chocar contra mi oído, me paralice.

El pecho dolía, los oídos parecían tapados y todo a mí alrededor se veía borroso y lejano.

Lo único que sí tenía bien presente, eran las manos que se ajustaban firmemente a mis hombros.

Sin miedo, sin miedo, sin miedo me repetí una y otra vez, hasta que me arme de valor para lograr vocalizar algo coherente

-Por favor, yo solo quiero...- un sollozo ahogado se escapo de mi garganta -...yo solo quiero volver a mi casa, prometo que nadie sabrá lo que acabo de ver, lo prometo-

Mi voz sonaba desesperada, y las lágrimas empezaron a bajar por mis mejillas

¿Dónde había quedado el sin miedo? No lo sé, seguramente ya le hacía compañía al novato.

Al escucharme, el hombre me hizo girar y ante mi sorpresa, me abrazo.

-Ya niña, no te hagas problema por eso-

Mis sollozos empezaron a calmarse y me separe de él.

El hombre que tenía enfrente, tendría unos cincuenta años, de cabello cano, contextura robusta y ojos azules profundos.

Le dedique una mirada confusa.

-¿Porque trata de consolarme?- le pregunte mientras secaba mis lágrimas

El hombre se encogió de hombros y mi miro con cierta melancolía

-Me haces acordar a mi retoño- sus ojos empezaron a aguarse y lagrimas descendieron de ellos.

Una parte de mi, gritaba que debía huir, correr lejos de esa persona sin mirar atrás; la otra, la más coherente, me decía que huir seria hundirme, más de lo que ya estaba, y que además ese hombre me podía ayudar.

Decidí hacerle caso a la segunda.

Con pasos dudosos, me acerque hasta el hombre y apoye mi mano en su hombro para darle fuerza. Algo me decía que su hija era un tema delicado para él, y casi podía adivinar la razón.

-Me llamo Brenda Robinson y necesito su ayuda- dije finalmente

El hombre levanto la vista y sus ojos azules chocaron con los míos miel.

-Soy Luis Márquez- respondió con una media sonrisa

Yo asentí y luego mi vista se corrió, inconscientemente, hacia el cuerpo del novato. Si de algo estaba segura, era que esa imagen no se quitaría jamás de mis recuerdos

-Si quieres puedes esperar el autobús en mi casa- dijo de repente, logrando que cambiara mi atención hacia él.

¿Esperaba que entrara a su casa así como así? No lo conocía, no tenía ni idea si se trataba de un ladrón, un traficante o un asesino

-Lo siento, pero la verdad...- empecé murmurar, pero una risa de su parte, me interrumpió

-Niña, te puedo asegurar que no soy nada de lo que te puedes llegar a imaginar, y de igual manera no te hare daño- dijo con superioridad

Lo mire con una ceja alzada

-¿A no? ¿Y entonces que hace en este lugar?- le pregunte con cierto desdén.

Cargo todo el peso de su cuerpo sobre la pierna derecha y se cruzo de brazos, mientras inspeccionaba el lugar con la mirada.

-Yo vengo aquí, porque mi hermano se encuentra muy envuelto en esto, de hecho es uno de los mas respetados, no yo- respondió con simpleza y luego volvió su vista a mi -¿Y tú? ¿Qué hace una niña como tú en este lugar?-

Mi locura, tu salvación|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora