Al sentir el aliento del sujeto chocar contra mi oído, me paralice.
El pecho dolía, los oídos parecían tapados y todo a mí alrededor se veía borroso y lejano.
Lo único que sí tenía bien presente, eran las manos que se ajustaban firmemente a mis hombros.
Sin miedo, sin miedo, sin miedo me repetí una y otra vez, hasta que me arme de valor para lograr vocalizar algo coherente
-Por favor, yo solo quiero...- un sollozo ahogado se escapo de mi garganta -...yo solo quiero volver a mi casa, prometo que nadie sabrá lo que acabo de ver, lo prometo-
Mi voz sonaba desesperada, y las lágrimas empezaron a bajar por mis mejillas
¿Dónde había quedado el sin miedo? No lo sé, seguramente ya le hacía compañía al novato.
Al escucharme, el hombre me hizo girar y ante mi sorpresa, me abrazo.
-Ya niña, no te hagas problema por eso-
Mis sollozos empezaron a calmarse y me separe de él.
El hombre que tenía enfrente, tendría unos cincuenta años, de cabello cano, contextura robusta y ojos azules profundos.
Le dedique una mirada confusa.
-¿Porque trata de consolarme?- le pregunte mientras secaba mis lágrimas
El hombre se encogió de hombros y mi miro con cierta melancolía
-Me haces acordar a mi retoño- sus ojos empezaron a aguarse y lagrimas descendieron de ellos.
Una parte de mi, gritaba que debía huir, correr lejos de esa persona sin mirar atrás; la otra, la más coherente, me decía que huir seria hundirme, más de lo que ya estaba, y que además ese hombre me podía ayudar.
Decidí hacerle caso a la segunda.
Con pasos dudosos, me acerque hasta el hombre y apoye mi mano en su hombro para darle fuerza. Algo me decía que su hija era un tema delicado para él, y casi podía adivinar la razón.
-Me llamo Brenda Robinson y necesito su ayuda- dije finalmente
El hombre levanto la vista y sus ojos azules chocaron con los míos miel.
-Soy Luis Márquez- respondió con una media sonrisa
Yo asentí y luego mi vista se corrió, inconscientemente, hacia el cuerpo del novato. Si de algo estaba segura, era que esa imagen no se quitaría jamás de mis recuerdos
-Si quieres puedes esperar el autobús en mi casa- dijo de repente, logrando que cambiara mi atención hacia él.
¿Esperaba que entrara a su casa así como así? No lo conocía, no tenía ni idea si se trataba de un ladrón, un traficante o un asesino
-Lo siento, pero la verdad...- empecé murmurar, pero una risa de su parte, me interrumpió
-Niña, te puedo asegurar que no soy nada de lo que te puedes llegar a imaginar, y de igual manera no te hare daño- dijo con superioridad
Lo mire con una ceja alzada
-¿A no? ¿Y entonces que hace en este lugar?- le pregunte con cierto desdén.
Cargo todo el peso de su cuerpo sobre la pierna derecha y se cruzo de brazos, mientras inspeccionaba el lugar con la mirada.
-Yo vengo aquí, porque mi hermano se encuentra muy envuelto en esto, de hecho es uno de los mas respetados, no yo- respondió con simpleza y luego volvió su vista a mi -¿Y tú? ¿Qué hace una niña como tú en este lugar?-
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Mi locura, tu salvación|✔
AksiDi dos pasos más, para internarme en el lugar, cuando un olor nauseabundo me invadió por completo, provocándome un leve mareo. Al recupéreme y buscar con la mirada el origen de la peste, me encontré que un cuerpo todo ensangrentado, yacía a metros...