¿Quién disfruta de levantarse a las siete de la mañana? Yo sin duda que no. La alarma del celular suena una y otra vez mientras tanteo debajo de la almohada para encontrarlo. Cuando lo hago, la desactivo sin ni siquiera ver que toco y me doy vuelta para continuar durmiendo.
No pasa mucho tiempo hasta que mamá aparezca gritando para que me levante porque sino llegaré tarde. Con algún que otro quejido, hago las mantas a un lado y descalza, me dirijo hasta el baño. Ni siquiera me miro al espejo, porque estoy segura que mi aspecto no debe ser el más presentable, y me empiezo a desvestir. Me meto bajo la lluvia, dejando que el agua me despabile un poco y luego empiezo con la tarea de bañarme.
Una vez que ya estoy vestida, me dirijo hacia la cocina, donde papá lee el diario y mamá prepara el desayuno. Lo saludo con un beso en la mejilla.
-Que rico huele- dijo antes de besar la mejilla de mamá y ella sonríe.
-Solo son panqueques- dice restándole importancia, pero yo niego con la cabeza y tomo uno de la fuente para darle un mordisco.
-No son “solo panqueques” sino que son “LOS panqueques” y lo mejor es que solo papá y yo tenemos el privilegio de probarlos- digo y ella niega con una sonrisa plantada en el rostro. Papá, que hasta ese entonces solo se había limitado a mirar la situación con una sonrisa, ahora se acerca a ella para abrazarla por la cintura y susurrarle algunas de sus frases azucaradas al oído. Yo me siento en la mesa mientras me sirvo un té con leche junto a los panqueques.
Dos años.
Ese es el tiempo que transcurrió desde que me mudé de nuevo al departamento que había habitado durante mi infancia, cuando todo era más fácil. Desde entonces la relación entre nosotros se fue fortaleciendo tanto que ahora me entristece la idea de tener que mudarme algún día, pero ya tengo veinte, en algún momento tiene que pasar.
-¿Vamos?- pregunta papá mientras toma las llaves del auto y yo asiento. Corro a mi habitación por mi mochila, me despido de mamá con otro beso y luego salgo con papá. Todas las mañanas me suele dejar en la universidad porque le queda de paso con el trabajo, algo que agradezco, porque los transportes públicos tienes el horario que llegas media hora antes del horario de entrada o media hora después, no hay otra opción.
El trayecto transcurre entre escuchar las canciones que pasan en la radio o comentarios casuales. Lo mismo de todas las mañanas. El tráfico matutino hoy está menos cargado que otras veces, por lo que llego un poco antes que el horario habitual.
-Adiós- dije antes de bajar del auto. Luego lo veo perderse entre el trafico.
Camino hasta la entrada, donde varios estudiantes se reúnen a esperar. Busco a Emily con la mirada, pero al parecer aun no llega. Faltan veintes minutos para el horario de ingreso, incluso debe estar desayunando. Me ajusto la correa de la mochila en los hombros y camino hasta un banco alejado de todos para esperar.
Con el correr de los días no enteramos que todos los involucrados en el secuestro fueron a la cárcel, incluidos Marcos y Rodrigo Oviedo. Eso me dejo dormir durante varias noches.
Hoy soy alguien diferente, no me refiero a lo exterior, sino a mi modo de ver las cosas. Ya no actúo solo por impulsos, esos días grises que guardo en mi memoria me sirvieron para experiencia. No suelo ser fría, pero me cuesta abrirme con las personas. La razón no la comprendo. Quizás sea por algún trauma o miedo. Quizás no quiero volver a dejar que alguien se convierta en alguien importante en mi vida para después tener que sufrir si se aleja…, o me alejo. Los días que le siguieron a la mudanza, me encontré mil veces pensando en Bruno. Sus palabras, su beso de despedida, la forma que tenia de demostrarme su amor sin miedos… no quiero dejar que nadie me haga volver a sentir ese vacío que creció en mi pecho cuando la distancia entre nosotros fue mas allá de lo sentimental. Ese último beso me hizo dar cuenta de mis sentimientos, de comprender lo que realmente sentía por él. Me hizo abrir los ojos y entender que nunca llegué a amar a Gonzalo sino que era un momento de debilidad y el salió beneficiado, nada más. Lo comprendí cuando luego de regresar a mi antiguo hogar, Gonzalo pasó a ser un recuerdo sin ninguna dificultad, mientras que Bruno me costó varias noches de insomnio. Lo amaba, lo amo, pero lo comprendí tarde, él ya quedó a miles de kilómetros de distancia.
Tomo asiento, saco mi celular y le conecto los auriculares. Cuando pulso <Play> el mundo desaparece mientras dejo que la melodía me envuelva de una forma placentera. Clavo mi mirada en un punto al azar y mis pensamientos vuela.
Estoy por sacar el cuadernillo de los apuntes para repasarlos, cuando una chica se me acerca.
-Disculpa ¿Eres Brenda?- pregunta con claro nerviosismo. Intento reconocerla. Tiene el cabello pelirrojo y unos ojos verdes que hasta resultan impactantes. Estoy segura que, si la hubiese visto antes, no la habría olvidado.
Asiento algo confundida.
-Sí, soy yo ¿Y tú eres…?-
La pelirroja ignora mi pregunta y me tiende un papel.
-Ten, me mandaron para que te lo entregara- frunzo el ceño, pero igual lo tomo –Por cierto, soy Martina- dice antes de darse media vuelta y desaparecer con la misma rapidez con la que apareció.
Me quedo unos segundos sin comprender muy bien lo que acaba de ocurrir, pero entonces recuerdo el papel y bajo la mirada a mis manos. Es un papel doblado en varias partes y que parece ser una hoja de cuadernillo arrancada.
Por un momento siento como un shock de adrenalina se dispara en mi sistema ¿Y si es una amenaza? Dicen que “ojos que no ven, corazón que no siente” y por un momento considero la idea de deshacerme de él, pero la descarto cuando me doy cuenta de lo paranoica que estoy siendo. Sin pensármelo demasiado, desdoblo el papel y casi siento que me desmayo cuando lo leo.
En letras azules y de modo descuidado se encuentran escritas las veinticuatro palabras que me congelan:
“Volví para cumplir mi promesa, Brenda Robinson y juro que esta vez ningún loco secuestrador o castaño ojos grises me va a impedir hacerlo”
Alguien ocupa en lugar a mi lado en el banco y cuando giro a ver de quien se trata, no puedo evitar ahogar un grito. Recuerdo de dos años atrás regresan a mi mente para golpearme de una forma brutal. Sus ojos, sus palabras, sus besos…, su todo. Sus ojos azules lucen idénticos a como los recordaba, sin embargo su cabello ahora está más largo y su cuerpo pareciera mas trabajado. Bruno Olivera está sentado junto a mi ¿Acaso es un sueño? Porque si es así espero que nadie me despierte.
-No puede…- su rostro se acerca al mío y mis palabras quedan en el aire.
-Soy un hombre de palabra, Brenda Robinson, necesitaras más que un par de kilómetros para deshacerte de mí- dice con voz ronca. Trago saliva.
-Bruno- digo en un susurro, como si al hablar demasiado alto, me despertara del sueño en el que me encuentro envuelta.
-El mismo que viste y calza- dice con un tono más grave y acorta más la distancia que separa nuestros rostros. Tanto que puedo sentir como su respiración se entremezcla con la mía.
-¿Qué haces aquí?- pregunto entre sorprendida y ansiosa.
-Ya te lo advertí, vengo a cumplir mi promesa, y esta vez no podrás escapar de mí, Robinson, no otra vez- y entonces, sin decir más nada, sin dejarme tiempo a procesar sus palabras, me besa.
Me besa y todas esas frases de amor cobran sentido.
Me besa y todas esas canciones románticas se sienten como si hubiesen sido escritas para nosotros.
Me besa y es como si el amor de repente existiera.
Presiento que él será mi locura más dulce y mi salvación más hermosa. Locura porque no pensaba volver a enamorarme, salvación porque volvió para revivir todo eso que ya creía muerto en mi interior. Me regresó las ganas de amar.
Ahora sí, no hay más capitulos :'(...
La novela tuvo algunos inconvenientes en el preceso, pero finalmente hoy va a llevar la palabra "completa" (que triste se lee eso) espero que les haya gustado, y que hayan disfrutado tanto leerla, como yo escribirla. Tal vez más adelante me dedique a arreglar algunos detalles, o varios, pero no es nada seguro, ademas depende del tiempo y las ganas que disponga.
Sin nada más que decir -o escribir- OXOXOX
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Mi locura, tu salvación|✔
AkčníDi dos pasos más, para internarme en el lugar, cuando un olor nauseabundo me invadió por completo, provocándome un leve mareo. Al recupéreme y buscar con la mirada el origen de la peste, me encontré que un cuerpo todo ensangrentado, yacía a metros...