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REBECA.

-¡Eh! -Chilló alguien. -¡Eh, despierta!

Me zarandeó. Me desperté asustada. Un chico. ¿James el del cumpleaños? Estaba al lado de la cama cogiéndome los brazos y mirándome desesperado, pero no de la manera sexual.

-Soy James y son las cinco de la tarde, debes irte. Todo el mundo se ha ido hace unas horas. -Dijo claro.

-Oh... -Me puse un mechón detrás de mi oreja. -L-lo siento...

Me senté en la cama, me levanté y James me dio mi muleta que la dejé apoyada en la pared anoche.

-Gracias.

-¿Puedes sola? -Ahora me miró con cara de preocupación. Y fue cuando me fijé en él. Su pelo era castaño claro y tenía un flequillo largo liso que le caía hacía su izquierda, ojos verdes y no tenía ni un poco de rastro de barba, lisa como un bebé tenía su cara. Chasqueó sus dedos para que bajara a la tierra.

-Sí, sí puedo. -Dije asintiendo con la cabeza. Solté un pequeño chillido de dolor delatándome.

-¿Estás bien? -Se acercó a mi con el ceño fruncido y puso una mano en mi hombro izquierdo. - Jason salió de este cuarto.

Hostras Jason... Anoche... Su cuerpo pegado al mío, su respiración, sus preguntas...

-Emmm si, si. -Dije confusa y evitando mirarlo a la cara.

-¿Tienes cómo irte? -Volví a mirarlo.

-Sí, llamaré a alguien.

Asintió y salió.

Tenía maero y no había bebido.

Ya afuera de la casa me encontraba sola en la calle, parada sin saber que hacer. ¿A quién llamo? Miré los números de teléfono y pasé por lo alto todos mis conocidos de Seattle hasta llegar al final de la lista de mis contactos y el último era Zac. ¿Lo llamo? Recuerda, Lima, te dejó tirada... Si, me dejó tirada como bien dices, conciencia, pero mejor lo llamo y así le dejo bien clara las cosas.

Un pitido, otro, otro... Y no coje.

-¡Joder! Mierda...

Esperé un minuto y lo llamé de nuevo. Un, dos... Y... ¡Bingo!

-¿Si?

Ni siquiera lo escuché porque empecé hablar.

-Zac quiero hablar contigo, por favor. Es algo serio. ¿Me...me puedes..., o sea,... recoger en casa de... James?

Colgó. Pero... ¿Qué? Se puede ir a la mierda. Inhalé. Bueno... Me toca andar por media hora.

El día estaba soleado pero con frío ya que estábamos a finales de febrero. Había gente ahora por la tarde ya que era sábado y salían, pero eran más que nada familias. Una mujer se me quedó mirando por mi apariencia, ni siquiera me he mirado en casa de James... Tendré el rimel corrido y los pelos de un payaso. Que le den, mi objetivo es llegar a mi casa. Y sólo pasó cinco minutos de que comencé a andar que escuché la bocina de un coche a mi lado. Me paré y el coche bajó el cristal pudiendo ver a ¿Jason? ¿Qué hace aquí el tonto?

Sonreía y enarcaba una ceja. Sus manos estaban en el volante y... Argh.

-¿Q-qué haces aquí, Jason? -Dije confusa.

-¿No es obvio? -Fruncí el ceño. -Vengo a por ti. -Me derretí... Uf. Es igual que Scott. -Me llamaste.

-Yo no te he llamado.

-Sube. -Me mandó.

-No voy a subir.

-¿Por las malas? -Sonrió. Oh... Recordaba lo de anoche... Me sonrojé. Se bajó del coche y ¡me cogió en brazos!

No me impide/ TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora