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REBECA.

Salí volando de ese maldito servicio. ¿Qué pasa que todos los servicios públicos de Washington me tienen manía o qué? 

¿Cómo y en qué momento le dejé que  me subiera a sus caderas? Momento débil. Actos de un borracho. Actos de una chica ingenua, y yo creí que ya no lo era... Qué estúpida.

Me limpié las mejillas que estaban un poco mojadas por las lágrimas.

Lauren me ha visto. Esto es tan vergonzoso...

Quiero asesinar a Jason, y a Lauren. Ponerme una daga o cuchillo delante que no tardo en cogerla.

Llamé a Sel pero no daba resultados. Esto es una caca.

No encontraba a nadie y decidí beberme mi primer vaso de esta noche sentada en un taburete en la barra. El que me compré al principio no me lo bebí, en verdad no tenía ni idea de dónde podía encontrarse. Detrás del primero vino otro y otro. Lo malo que por mi parte no puedo culpar lo que he hecho por el alcohol en aquel servicio, ya que estaba más sobria que una niña de ocho años cuando se bebe más de cinco vasitos de licor sin alcohol.

Estaba muy cansada, tenía sueño y la cabeza me estaba dando vueltas. Me quería ir ya para mi casa. Este lugar se está poniendo incómodo.

Gracias a Dios vi a Zac. Me acerqué a él que estaba con varios chicos que yo no conocía, notó mi presencia y al verme no pude descifrar su cara.

—Zac, ¿puedes llevarme a mi casa? —pregunté jugando con mis dedos nerviosa. Se relamió los labios. —No encuentro a...a... Sel.

—Esta quiere llevarte a la cama. —le codeó sonriente un chico de los que estaban ahí, mi amigo rodó los ojos.

—Vale, voy. —hizo caso omiso a lo que le dijo su amigo. Le dio un último sorbo a su bebida dejando la mitad del vaso lleno en la mesa alta redonda.

Me dio la mano y la acepté. Nos guió hasta afuera y me llevó hasta su coche.

—Yo también me voy. —me dijo estando de acuerdo conmigo. —Es muy tarde. —dijo llevando su mirada al frente y arrancando el coche.

—¿Qué hora es?

—las dos menos diez. —me contestó mirando la hora en el salpicadero.

—Para mi es demasiado tard... —Un bostezo me impidió que siguiera con la frase. —tarde. —reiteré.

Claro que para mi es tarde. ¡No estoy acostumbrada a salir! Aunque creo que en la fiesta cuando Jason se quedó en mi casa a dormir me acosté más tarde pero esta hora también se pasaba.

Y me siento mal. Me siento como si hubiera traicionado a Zac besándome con Jason. Ya lo sé, sólo fue un beso casto con Zac pero... era diferente y aunque sé que él estuvo tonteando con mi amiga, sigo sintiéndome mal.

—Gracias, Zac. —sonreí tímida y le di un beso en la mejilla tocando su barba que me hizo cosquillas.

—Para lo que haga falta estoy, Rebeca. —me guiñó un ojo y salí del coche después de decirle adiós con la mano.

Llegué a mi casa y ni siquiera me puse el pijama. Ahora eso sí, me limpié la cara y me lavé los dientes, tengo la manía de hacer eso antes de acostarme; es para sentirme inmaculada e intacta. Me miré en el espejo y tragué saliva. Inconscientemente mis manos se fueron a mis labios.

Cómo me besaba, cómo me lamía los labios, cómo su lengua chocaba con la mía. Eso era placer. Placer que me hizo suspirar ahora mismo entrecortadamente como si tuviera dentro de mi un sollozo.

No me impide/ TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora