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REBECA.

Zac para el coche en frente de mi casa.

—Gracias por la tarde. —le sonreí.

—Pasar tiempo contigo es como... poder volar.

Me reí mientras Zac sólo esbozaba un sonrisa tierna.

Le dí un beso en el cachete inclinándome un poco y antes de alejarme él me cogió la cara con una mano por el cuello suavemente y me plantó uno a mí.

Salí de ahí y miré a David. Estaba apoyado en la pared con la mandíbula apretada. Giré y ví a Zac que corrió la mirada al frente también tenso. No sé quién de todos estos chicos es más rencoroso y orgulloso y...

—Adiós, Reb.

Me despedí con un movimiento de mano y me dirigí a mi casa. Con una sonrisa falsa por su apodo. No estoy acostumbrada. ¿Es cruel que sólo me guste que Jason sea el único que me llame de distinta forma?

Cuando estuve al lado de mi puerta y de David sólo mantuvo sus ojos en mí durante un segundo.

Tragué saliva y suspiré inquieta.
Abrí y entramos. Cerré sin hacer apenas ruido.

—ERES SU AMIGA Y YO ERA SU AMIGO Y LO QUERÍA COMO TAL. —gritó caminando por el pasillo parándose en el salón enfrente de la puerta de la cocina y se volvió hacia mí. Por un momento me asusté y no entendí de quién hablaba pero cuando pronunció era sabía que se refería a Zac. Tampoco comprendí por qué se puso así de histérico al verme con él cuando ya me había visto otras veces. Me acordé de Jason. Caminé despacio hacia allí, pensativa. —Pero... Él es el gilipollas, Rebeca. —afirmó moviendo lentamente la cabeza en un sí.

Me paré en shock.

Me parece que sabía a qué se refería, me había llamado para...

—Él es el de los mensajes.

Para decirme la otra persona.

Lo observé incrédula. Tenía que estar mintiendo. Él no... Zac no haría una cosa así. Tampoco me mentiría David con esta cosa tan seria. Pero tal vez se estaba equivocando.

Zac.

Parpadeé.

Sentía... Todo. Me sentía defraudada, dolorida, decepcionada, tonta, ilusa, ciega, sorda, sorprendida, triste y...

Una lágrima corrió por mi mejilla. Cerré mis ojos. Una vez más he sido engañada, y por un amigo.

—Ese cabrón.Te lo juro que... —habló más para sí mismo con voz bajita.

Escuché zancadas, su aroma y sus brazos rodeándome. Lo apretujé mucho a mí.

Los mensajes vinieron a mi mente. No me insultaban, pero parecía que lo hacían de una una manera muy guarra, asquerosa y graciosa. Cachondeándose de mí. De cualquier forma, cualquier chica a la que le envíen esos mensajes se sentiría mal. O al menos un porcentaje.

<<Buen polvo seguro que te metiste para dormir así, nena

¿Con quién follaste?>>

<<¿Lo haces conmigo? Pero Jason me dijo: "Te la presto, es toda tuya pero cuidado no vaya a ser que te la muerda" ¿Es eso verdad, Rebeca?>>

El segundo había sido Zac.

Quiero que se pare el tiempo. Quiero que sea domingo e irme a mi casa con mis padres, mis hermanos, mis abuelos.

—Le daré más de una piña, le voy a dar todas las piñas que me he estado aguantando durante tanto tiempo.

—¿Cómo ha... —me entró hipo. —... podido hacer eso? ¿Por qué me lo ha hecho? N-no... —hipé. —...lo entiendo. Zac no me odia, él es mi amigo.

No me impide/ TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora