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JASON.

—Venga cuéntaselo a todos, Jason.

Sólo se escuchaba risas.

Risas, como si provinieran de esos payasos a los que le temíamos de pequeños.

La miraba tan cabreado.

—El sábado en el cuarto de baño de una discoteca... los dos, con ropa estaban... —dio una palmada asustándome. —Ella te pedía más pero... —movió sus caderas. Antes ese movimiento me volvería loco pero ahora mi forma de ver a Lauren, ha cambiado y mucho. —Llegué yo. —Rió e hizo un puchero con su boca de loro.

Está mintiendo. O una parte de ella.

—Fuiste tú. —Me solté del agarré de Leo y me puse cerquísima de la cara de Lauren. Dio un paso hacia atrás un poco acojonada. —Tú la encerraste, sabías que era claustrofóbica. —salté con ese tema. Algo que para mí era tabú. Algo que quedaría entre Beca y yo y ahora por mi culpa lo sabe toda la universidad.

—¿Yo? ¿A qué viene eso? No me cambies de tema, guapo. Pero... no me digas, qué mala suerte. —Rió.

Miré al comedor y pararon de reírse. No estaba ella. Me ha dejado en ridículo de una manera... la estúpida de Lauren. En toda la universidad, que iba a follar con Rebeca, a la chica que le falta media pierna.

Salí de ahí.

Has caído muy bajo, Jason.

Has caído muy bajo, Jason.

Esa frase de Lauren resonaba en mi cabeza. ¿Por qué me siento como una hormiga que han pisoteado, matado, otra vez pisoteado, hasta no existir? No soy nada. No soy nada. ¿Por qué? ¿Por qué me he dado cuenta ahora? Porque tal vez has hecho mucho daño y ahora te lo están haciendo a ti, experimentando ese dolor que te hace darte cuenta de las cosas. He odiado a Rebeca Lima por encima del odio normal que he tenido hacia cualquier persona pero ya... no. Ahora... ¿Qué siento por Beca que me pone nervioso y mi cuerpo sólo quiere estar pegado al de ella? ¿Atracción? No. No lo sé. Esto no lo he sentido por nadie. Aunque a veces odio a Lima porque es una chica muy insoportable.

Me fui al bar/restaurante/cafetería de la otra vez, donde me encontré a Beca al principio de ella llegar. Me pedí un café, busqué asiento y me senté. Bebí dos sorbos de él antes de cerrar mis ojos intentando en no pensar en ella, pero está en mi mente. ¿Por qué no te vas, insoportable Rebeca?  Me cago en todo, ¿cómo se me ocurre invitarla a salir?

Bebí un buen trago de mi café.

No paro de pensar en los labios perfectos de ella sobre los de Zac. Eso me da un gran pellizco en el estómago.

No sé qué me está pasando. Esto es frustrante. Encima mis nudillos duelen la vida, además el ruido que producen los platos y vasos de porcelana al chocarse, las máquinas de café, la gente charlando que parecen chillar, la puerta cierra y abre con su timbre o lo que sea, me están produciendo jaqueca.

Ahora ese olor a lavandas se me vino otra vez.

—Hola...

Me desperté. Vaya susto me he metido hasta moví la mesa derramando un poco de café. Qué gilipollas. Me había quedado dormido.

Beca estaba aquí. No sé cuánto tiempo ha pasado desde que estaba solo y ella ha llegado pero su olor no lo estaba pensando, era que realmente la estaba oliendo.

Limpié lo derramado por el café de la mesa con las servilletas tiesas de los bares con la tímida mirada de Beca Lima fija en mi.

—Lo siento. —Se disculpó. La miré. Ya no se veía tan mal como después de que nos descubriera Lauren besándonos, pero el que estaba mal ahora era yo. Parecía que todo lo que sentía Rebeca en el baño encerrada, lo estoy sintiendo yo porque tengo unas ganas de explotar en llantos increíble. —¿Puedo sentarme? —Sólo asentí, no es que sea masoquista, la razón por la que la he dejado sentarse es para que me explique qué ha hecho. Y ojalá Zac se haya inventando lo de beso, deseo que sea un puta mentira. ¡JODER! ¡LA ESTABA INVITANDO A SALIR Y SE BESA CON OTRO! Y ahora le diré que me arrepiento haberla besado en la fiesta. Sí, Jason, todo una estrategia, tú sigue así, gilipollas.

No me impide/ TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora