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Javi no se fue ese día de casa.

Yo aproveché y me marché con Noel, mi perro, de paseo.

Necesitaba ese paseo y tomar el aire para poder aclarar mis ideas y recomponer las piezas en las que se había convertido todo mi mundo.

Noel movía su rabito feliz mientras recogía la pelota que yo le lanzaba para volver a traérmela. Salir con él de paseo siempre había sido un soplo de aire fresco. Era tan amoroso que conseguía siempre que sonriera con cualquier movimiento de su pequeño cuerpo.

Como quería a esa pequeña bola de pelo. Nunca llegaré a entender cómo hay gente que es capaz de abandonar a los perros o a cualquier otro animal. Jamás. Su amor es incondicional y para siempre. Y mi pequeño Noel me lo demostraba todos los días.

Todo estaba patas arriba. Como mi perro en ese momento mientras le rascaba la barriga.

Sentí la necesidad de buscar a un culpable por todo eso. Alguien a quien achacar la responsabilidad de todo lo malo que me estaba pasando y, solo se me ocurría una persona y ese era Javi.

Aunque, tras darle varias vueltas, yo era la única responsable de todo.

Yo me enamoré de la persona equivocada.

Yo le dejé entrar en mi vida.

Yo le permití ser alguien importante.

Yo le dejé volver a entrar.

Yo le dejé que conociera a su hijo cuando lo podría haber negado todo.

Yo tenía la culpa y era mi responsabilidad acabar con todo.

Tuve una conversación muy seria con Marco en cuanto Bianca salió con el perro a dar un paseo. La conocía lo suficiente como para saber que necesitaba estar sola y pensar. Ella, al igual que su madre, sentía la necesidad de evadirse del mundo de vez en cuando estando sola.

Bianca no se merecía ese odio que Marco decía profesarle.

Yo era el culpable de todo eso que estaba pasando y lo iba a remediar, la reconquistaría, porque yo sabía que ella me seguía queriendo, igual que yo a ella.

Nos merecíamos esa segunda oportunidad y me sentí un imbécil por haber estado evitándola estos días atrás.

Conseguí que el niño aceptara que tenía que pedirle perdón a su madre por todas las cosas feas que le había dicho y yo, al igual que el idiota ese que quería conquistarla, le iba a pedir, delante de nuestro hijo, que se casara conmigo.

Y el momento llegó antes de lo que yo me esperaba. Porque Bianca llegó justo en ese instante.

- Vete de aquí – me ordenó, prácticamente – la culpa de todo lo que está pasando la tengo yo, porque me enamoré de la persona equivocada.

Ese era yo...

- No debiste enterarte nunca de que Marco existía. Porque desde entonces mi vida se ha vuelto a ir a la mierda, Javi. Me descolocas. Ahora el niño me odia y ¿sabes por qué? Porque yo te dejé que entraras de nuevo en nuestras vidas y nunca debí hacerlo.

- Mamá, no... - Marco lloraba, al igual que ella. No estaba sintiendo todo eso que me estaba diciendo, yo bien lo sabía, pero iba a respetar lo que ella quisiera, porque la amaba.

- Marco, ahora no, vas a ver a papá siempre que quieras, pero no vamos a estar juntos, eso que te quede claro.

- Pues me voy con él.

- No, hijo, dije por fin. Debes quedarte aquí con mamá y nos vamos a ver siempre que queramos ¿vale?

Supe que Bianca estaba destrozada porque no paraba de llorar y respiraba entrecortadamente. ¿por qué estaría haciendo eso? ¿Por qué precisamente ahora?

Marco se dio la vuelta enfurruñado y se dirigió a su cuarto lanzando una mirada de odio hacia su madre. A quien culpabilizaba de todo.

Y, por lo visto, ella también lo hacía.

Ella me quería tanto como yo a ella. Sus lágrimas me lo estaban demostrando. Pero si no quería permitirme que estuviera a su lado, no iba a insistir más.

Me despedí del niño diciéndole adiós desde el otro lado de la puerta, porque la atrancó con su silla y no había modo de abrirla.

Ella, mi Bianca, lloraba desconsolada abrazándose a sí misma en el sofá.

Estaba tan rota que hasta llegué a pensar que casarse con ese tipejo iba a ser lo mejor para ella. Así por lo menos tendría esa estabilidad que tanto se merecía.

- Adiós, Bianca.

Me contestó con un sollozo y, despacio, salí por la puerta aguantando las ganas de llorar también.

Llamé a Carla. Quien contestó al tercer tono.

- tu hermana te necesita. Ve a su casa.

Colgué sin decir nada más y me fui andando hasta el hotel donde me hospedaba. Quizás debería aprender más costumbres de Bianca.



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este capítulo se lo dedico a @reyes_6 por leerme siempre :D  

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