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Cuando me siento mal, siempre me tumbo en posición fetal abrazando mis rodillas. Aquello me recordó a cuando Javi me dejó aquella vez. Pero ahora era diferente. No me podía permitir estar en ese estado depresivo por Marco.

Él era mi razón para ser feliz y mi salvavidas.

Hacía dos horas que Javi se había marchado del hospital y a mí estaban a punto de darme el alta tras descubrir que mi desmayo se debía a un episodio de estrés. El test de embarazo salió negativo. Como esperaba. Y ahora era Paola quien estaba conmigo mientras que Bruno iba a por el coche.

Ambas nos sorprendimos cuando Pedro apareció por la sala de urgencias en la que me encontraba. Todas las enfermeras le miraban. Sin duda, era un hombre guapísimo y podría tener a la chica que quisiera a su lado.

Sin decir nada, mi cuñada y mejor amiga se levantó y me dejó a solas con él. Sabía que tenía que encontrárselo de vez en cuando, pero para ella era incómodo tener que verle cuando no estaba de acuerdo con que siguiera viéndome con él y que lo nuestro fuera a más.

- ¿Estás bien? Habría venido antes pero no sabía que estabas aquí – sus palabras atropelladas me hicieron saber que estaba muy preocupado por mi estado.

- Sí, estoy bien. Solo ha sido un mareo sin importancia – le quité hierro al asunto, pero él no estaba para nada de acuerdo. Era médico y sabía de lo que estaba hablando.

- No es solo eso, es un cuadro de estrés. Tienes que estar relajada los próximos días. El doctor Pérez, quien te estaba atendiendo, me lo ha contado y me ha dejado que sea yo quien te traiga los papeles del alta. Te llevo a casa, termino mi turno en diez minutos y...

- No, Pedro – le interrumpí.

- ¿Qué? – parecía sorprendido ante mi negativa, él siempre quiere llevar la voz cantante y era una de las pocas veces que no les dejaba.

- Está mi hermano esperándome.

Cogí el papel de sus manos y me di la vuelta para meterlo en mi bolso. Sentía su mirada clavada en mi espalda. Paola trajo mi bolso junto con otras pertenencias porque Javi con los nervios no fue capaz de acordarse de que necesitaba mi documentación para que pudieran atenderme e identificarme en el hospital.

Entonces lo vi.

Esa perfecta cajita en la que se encontraba la promesa de amor que Pedro me había hecho. El anillo de compromiso. Supe entonces qué era lo que tenía que hacer. Se la puse en las manos y supe que dedujo mis intenciones.

- No puedo hacerlo. – dije mientras me encogía de hombros.

- ¿Por qué? Déjame quererte. – hizo ademán de acercarse a mí, pero automáticamente di un paso atrás y lo entendió. No quería que me tocara, lo haría todo más difícil.

- Ese es el problema, Pedro. Que yo no puedo quererte como tú me quieres a mí.

- Conseguiré enamorarte, lo sé, solo dame la oportunidad y...

- No sería justo para ti. Y prefiero ser sincera ahora y decirte que no, a aceptar y hacerte daño con el tiempo. Sé que no voy a llegar a quererte del modo en que lo haces tú. Te aprecio muchísimo e incluso puedo decir que te quiero, pero no es un amor romántico y me temo que nunca lo será. Lo siento muchísimo.

Se quedó mirando la caja durante unos segundos. Aceptando la realidad de que le acababa de rechazar definitivamente.

Quizás él realmente podría haberme hecho feliz, sí. Pero seguramente tendría que haberle conocido antes que a Javi o, mejor dicho, nunca tendría que haber conocido a Javi para poder ser feliz del todo con alguien que no fuera él. Pedro era una buena persona, era atento, amable, cariñoso... tenía un sin fin de virtudes, pero yo tenía claro que, a mí, nunca podría hacerme feliz de la manera que él necesitaba.

Y mucho menos yo a él.

Me dio el papel del alta sin decir nada más y yo agarré mis cosas y me fui a encontrarme con mi hermano, que me esperaba para llevarme a casa.

- ¿Todo bien? – Paola se acercó a mí y me tomó del brazo, acariciándolo descuidadamente. Le sonreí y asentí.

- He hecho algo que tendría que haber hecho hace mucho tiempo – ella frunció el ceño, sin entender a lo que me refería. Cuando abrí la puerta del coche la miré y le dije – le he devuelto el anillo.

Pude ver como una sigilosasonrisa aparecía en los labios de mi Paola.     

Llévame a donde tú estésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora