CAPÍTULO 8

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Entre con cautela en su cuarto, esperanzada, no pude divisar nada y tampoco espere a que mi vista se acostumbrara a esa oscuridad, el espacio allí no era mucho, así que avance con gran suspenso a cada paso que daba, mi corazón se puso a mil cuando me topé con su cama y extendí mis brazos dispuesta a apoyarlos en  la misma esperando palpar su hombro o algo de él, pero solo palpe la superficie llana, mi visión ya más acostumbrada pudo detallar la cama vacía, aún tendida, fría.

-Eren… -No podía estar pasando esto – Eren…de verdad te fuiste…

Sentí como mi cuerpo se debilitaba aún más, apuras penas me eché en esa cama, casi todo el día me sentí horrible y continuaba así...

- Todo iba bien hasta antes de ir a desayunar, él se portó tan bien conmigo - hundí mi cara en la almohada, tenía su fragancia impresa, cerré los ojos con fuerza, quería dormir, dormir y que al despertar ver que todo era un sueño, solo una mal sueño.

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Me quede dormido en la rama de un árbol, perdí totalmente el control del tiempo, pero al parecer ya había pasado bastante, eso me decía la luna menguante en el cielo que parecía burlarse de mí.

Cinco días…dentro de cinco días…!no! ahora eran sólo cuatro días, mi vida cambiaría, tanto buscando la victoria sobre esos seres, la libertad,  pero por lo visto él no la merecía, ni ahora ni nunca.

-¡Mierda!

Golpeó con gran fuerza el tronco de aquel árbol ocasionando que de sus nudillos broté sangre, haciendo caso omiso a su herida saltó desde esa gran altura donde se hallaba haciendo uso de su equipo tridimensional pero este enganchó en las ramas más débiles del árbol quebrándose casi al instante.

-¡Rayos! – cerré con fuerza mi dentadura evitando así gritar del dolor, por lo visto el árbol cobraba venganza por el golpe anterior. Me vi tendido en el pasto, con suerte no sentí ninguna roca, con tal altura no quiero imaginarme el dolor multiplicado que me hubiera provocado, me desabroché el equipo tridimensional, no quería cargar con eso más.

Quise levantarme pero el dolor era tanto que decidí esperar un rato en la misma posición.

– A estas horas ya me quedan cuatro días  - ¿qué iría a hacer? ¡La vida era una mierda!, todo lo era, ¡todo fue error! de pronto las imágenes de ellos me vinieron a la mente.

-No, no… nada fue error… - estaban Mikasa, Armin, sus compañeros, la humanidad…¨Mikasa¨, ellos…todos ellos podrán alcanzar y vivir sus sueños - Que egoísta me he vuelto – sonrió empezando a levantarse y avanzar.

-Todo lo valió chicos… que triste tener que separarme, los tres somos tan unidos, no será nada fácil acostumbrarme a su ausencia, quizá para ustedes tampoco será fácil, en especial para... Mikasa…
-Mikasa… - ese nombre hacía eco en mi cabeza – siempre cuidándome, siempre preocupada por mí…¿quién pensaría que en un momento dado tendríamos que distanciarnos?

A pesar de su constante lucha por hacer ver a la azabache que sus cuidados no eran necesarios, ya estaba acostumbrado tenerla a lado, incluso apreciaba ese gesto, le gustaba.

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Ya estaba cerca del campamento, por suerte no se había alejado mucho, el dolor era punzante en su cuerpo, pero ya faltaba poco, ya llegaría a su habitación.

Abrí mi puerta con lentitud con la única meta de votarme en mi cama y esperar que mis heridas sanen por sí solas que irónicamente era gracias a ser titán cambiante, era una maldición con ciertas ventajas al menos; odiaría tener que pedir ayuda a alguien.

Una vez estando frente a mi cama noté a alguien, ¿quién podía ser?, abrí la cortina de la ventana de alado aprovechando así la luz de la luna.

-¿Mikasa? – a pesar que se encontraba volteada, reconocí esa bufanda.

Al parecer ella me percibió, dio media vuelta sobre la cama fijando sus ojos a los míos, a pesar de la poca luz noté lo hinchado de estos.

En unos segundos ella se incorporó, frotándose ambos ojos se puso de pie muy cerca de mí, por alguna razón no retrocedí ante la invasión de mi espacio personal, sentí su palma acariciar mi mejilla muy quedito, su cercanía y su actuar me estaba poniendo nervioso, más aún cuando sentí su otra mano posarse en mi pecho.

-¿Mi… Mikasa? – murmuré, pero solo empeoró la situación, su frente ya tocaba la mía y su mano en mi pecho apretaba mi remera.


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Hola chicos, quería publicar este capítulo mañana, pero por si las moscas decidí hacerlo hoy ya que mañana desde temprano limpiaré mi casa de rincón a rincón para recibir el año nuevo, ya saben siempre hay detalles, algo que se limpia otro que se ensucia jajaja.
Les deseo ¡FELIZ AÑO NUEVO! ¡A todos!, en especial para todos los que votaron o me brindaron algún comentario en mis historias. Muchas gracias.

El peso de una promesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora