CAPÍTULO 19

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Le dolía enormemente ver a Mikasa con un maletín en la espalda acercarse a un caballo ya preparado, no quería que se alejara, pero se sintió incapaz de detenerla, por un segundo juró haber visto duda en su mirar, podía asegurar que sus ojos estuvieron titubeantes, provocando que se equivocara al usar el estribo de la montura y así por poco llegar a pisar al aire, pero al instante que cruzaron sus ojos corrigió el error haciéndolo casi imperceptible, logrando montarse y enderezarse al instante para voltear a su dirección junto al animal, haciéndole ver la decisión que tomó, y que no cambiaría.

Eren miró aterrado y sumamente triste la situación, obteniendo en respuesta una mano, la blanca mano de ella estirándose hacia él, invitándolo a seguirla, mostrándose aun totalmente seria.

Realmente sintió el enorme deseo de dejarlo todo e irse, irse lejos con ella, ser feliz. Su mano temblaba.

-Vámonos Eren…

El mirar de ella había cambiado drásticamente a una suplicante, estirando más su mano hacía él.

- Ven conmigo.

Eren a paso lento disminuyó la poca distancia entre ambos, ya estando prácticamente a su lado tomó su mano entre las suyas, pero poco duró la alegría de la azabache, puesto el muchacho luego de marcar suaves caricias en el dorso de su mano la jaló provocando por poco que la chica caiga del caballo si no fuera por el encuentro con su boca y las manos de ella en sus hombros, y entonces todo estaba dicho, el beso de Eren era una negativa, y lo había percibido.

Contrayendo sus facciones la chica rompió el beso que se volvió amargo y doloroso al comprobar cuál era su decisión, con los ojos ocultos bajo sus mechones negros se volvió a enderezar.

-Mikasa, esta no es una despedida definitiva, nos volveremos a ver una vez esto termine, cuando cumpla mi promesa y de verdad seamos libres, sin tener que huir de nadie como lo hizo tu familia, créeme, cuando al fin acabe te buscaré y te daré lo que tanto deseas.

-Quizá no pueda esperar… quizá para entonces… ya sea tarde para nosotr…

-¡No!, - replicó en voz alta - recuerda mi promesa, la cumpliré, y luego prometo ir contigo.

La chica alzó la vista sin mostrar totalmente su rostro por la bufanda, dando vuelta inició el galope a paso lento como esperando ver al castaño correr tras ella, sin embargo, el muchacho decaído fue acercándose donde sus superiores incrementando la velocidad a cada paso que daba, ya cerca a la puerta oyó el fuerte galope del caballo de Mikasa que no tardó en perderse a la vista.
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-Levi, no debiste comportarte así con Mikasa, ella está pasando una situación difícil.

-Déjate de ese asunto cuatro ojos, el asunto no está para preocuparse de sentimientos.

-Y según tú ¿cuándo es el tiempo? – pregunto seria y un tanto molesta.
El azabache miró a un lado fastidiado, como si la respuesta fuera la más obvia.

-Cuando acabe este asunto de los titanes ¿eh?, o... ¿será una excusa?... - sonrió melancólicamente – mis queridos titanes y tú nunca se llevaron.

-Tanto amor loco a esas bestias – mencionó con desprecio – no me sorprendería que mueras a mano de uno si aún existieran.

-Para nadie sería sorprendente en realidad.

Tras esa última afirmación ambos desviaron su vista, el capitán miraba por la ventana, mientras ella sólo veía el pupitre que se hallaba frente a esta.

-Esa mocosa, ¿qué se supone que está haciendo?

Hanji curiosa se acercó también para ver como a velos galope la soldado Ackerman salia de la estancia.

El peso de una promesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora