CAPÍTULO 23

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Sentía algo desgarrarse dentro, tenerla así de cerca sujetándola fuerte, y no tener la misma respuesta, verla en ese estado lo estaba aniquilando, ¿qué… qué podría hacer?, se supone que no debía haber permitido que la dañaran, que en todo caso ella debía estar en un lugar tranquilo, lleno de amor, sin temor, con una familia, una verdadera familia, y definitivamente todo lo que a él le rodeaba, lo que él traía consigo era todo lo contrario, ¿a qué punto había llegado su egoísmo que la había arrastrado a ella consigo? ¿Por qué se dejó vencer con sus impulsos y deseos ese día en lugar de irse? de haberlo hecho ella hubiera superado su partida y ahora no estaría aquí - Mikasa… lo siento, lo siento tanto – murmuró en el oído de la chica mientras escuchaba el sonido de pasos cada vez más cerca.

-Ya hemos tardado mucho, cumple tu palabra, sé obediente y ven.

-¡Es que acaso tu cumpliste la tuya! – gritó eufórico volviendo a ver ese hombre, percibiendo a esos dos tipos a metros delante.

-Ya te dije que sí, no mentí, yo no la lastimé, ella se lo causó sola.

-¿Qué diablos dices? ¡¿Acaso crees que te voy a creer?!

-Ella es un Ackerman, y como tal sabemos que su genética hace de ellos personas extraordinarias, algo muy superior a lo que es un simple humano, por lo tanto ella no es la diferencia, no sé cuánto tiempo estuvo entre mi gente espiando, ni cómo logró entrar en primer lugar. Antes que tú llegaras, y estoy hablando quizá de hace un par de horas exagerando donde ella cometió el error de adentrarse a una zona donde mis fieles perros la detectaron, fui anfitrión de ver el asombroso espectáculo de como ella se salía con la suya, y como mis hombres iban cayendo al enfrentársele, fue ahí que me vio y lastimosamente no se percató en mi amigo Bobby que al entrar no dudó en proteger a su amo y clavar sus filosos dientes en su costado.

A pesar que Eren confirmó la herida de la chica, eso no explicaba todo - una mordida no explica todo esto, ¡ella parece estar envenenada!

-El tiempo no me fue lo suficiente como para hacer algo con ella, fuiste divisado ya cerca de aquí, así que le inyecte un paralizante, esa es la razón de su estado, no podía arriesgarme – aclaró masajeándose la sien, denotando cansancio - así que deja de lloriquear, más tarde tendrás muchas razones para ello, ahórrate las lágrimas.

Nunca confiaría en el tipo, pero su relato parecía ser verdadero, lo cual hizo que el aire que entraba a sus pulmones dejara de desgarrarle de esa manera, aunque sea un poco. No supo en que momento, pero Armin estaba a su lado.

-Es hora, ven aquí, ahora.

Eren había escuchado la orden de Mortis, pero no se molestó en mirarlo, con cuidado fue pasando a Mikasa a los brazos de su amigo, quien lo miraba serio y preocupado y él casi no pudo devolverle la mirada por la culpa manteniendo sus ojos en ella.

-No olvides el plan – susurró Armin lo bastante bajo para que llegue sólo a oídos de su amigo.

Eren ya no sabía si sería bueno seguir con el plan, Mortis se veía muy confiado, probablemente tenía preparado una emboscada con los de la Policía Militar, sería mejor ir con él, alejarse lo suficiente para que ellos estén a salvo, luego ya lejos se los arreglaría de alguna manera, y volvería por ella para irse, quizá a una montaña, lejos de todo y de todos, como ella quería, sí, eso haría, no sabía cuánto tiempo le tomaría, quería llegar al origen de esto, y ponerle punto final, terminar con los que tenga que terminar, todo por la gente, por su gente, sobre todo por ella y él mismo.

Asintió a su amigo, engañándolo de que cumpliría lo pactado. Sé tomó el un tiempo para mirar a su alrededor, Hanji estaba junto a Levi mientras Jean sostenía a Annie, e igualmente Historia por Connie mientras Sasha agarraba a los caballos del capitán y suyo, no hallaba a Mike y algunos otros compañeros, volteó la mirada hacía Mikasa quien parecía aún querer hablar, era notorio el esfuerzo que hacía en sus párpados buscando abrirlos no logrando aumentar la poca apertura de sus ojos, peleando contra la fuerza del paralizante ingresado en su organismo, acarició su mejilla, queriendo brindarle tranquilidad, se inclinó lo suficiente para apegar su frente a la suya por un par de segundos, besó su frente queriéndole transmitirle por medio ese gesto todo lo que ella significaba para él y de alguna manera clamando perdón de forma silenciosa, ya pronto dejaría de traerle angustia, terminando con esto sería capaz de otorgarle felicidad.

El peso de una promesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora