El peso de una promesa

CAPÍTULO 12

Presiento que esta noche no podré dormir... me pregunto si las que siguen serán igual, siento un horrible dolor, tengo miedo, no puedo ver la bufanda y evitar que tantos recuerdos vengan a mí, no quiero ni tocarla.

No debo revivir el pasado, ahora sólo debo concentrarme en mí, en que hare de ahora en adelante, pero... todo es tan absurdo, como dejar todo atrás cuando esa tela sigue ahí gritando su nombre, perturbándome si temor a que lo tire, a que lo rompa, es como si supiera que soy incapaz de hacerlo.

Me queda claro que no puedo tirarla, pero tampoco tenerla conmigo, quiero devolvérsela sin tener contacto con él, pero eso no es una opción. Hay algo que me pide ir donde Eren, esa voz es tan molesta, pero no puedo, durante la cena y después me costó tanto mostrarme tranquila, temo caer, no quiero ser débil, y en estos momentos me siento tan debilitada.

//
A pesar del cansancio que sentía no podía conciliar el sueño, no quería irme así, no con ella odiándome.

Debería hacer un último intento e ir a buscarla, pero ¿eso era lo correcto?, a estas horas debe estar durmiendo.

La opción de ir donde ella retumbaba en mi cabeza, podía visualizar los posibles escenarios donde ella me golpearía o peor me ignoraría por completo, pero aún en contra de su voluntad la obligaría a escuchar.

Ya era un poco más de la media noche, partiría a las 4 am, no quedaba mucho tiempo, iría, Eren Jaeger no era un cobarde, y no se rendía, tomaría las palabras de Armin: ¨Eren, tú no eres de los que se rinden, no lo hagas ahora con Mikasa¨; probablemente con esas palabras no sólo se refería a despedirme de ella... si fuera egoísta no tendría que decirle adiós, pero me opongo a que se una a mi infierno.

No era bueno con las palabras, haré lo que pueda, estaba dispuesto a enfrentar su indiferencia y enojo.

//
En varias ocasiones se dirigió a la puerta de su habitación para detenerse y luego de unos segundos girar sobre sus talones y volver a sentarse sobre la cama, odió tener esos impulsos que le duraban lo suficiente como para sólo agarrar la perilla y no moverla, la situación se le hacía igual a una prisión donde el candado era sus propias emociones, tenía tantas ganas de que Eren le soltara en persona todo lo escuchó decirle a Armin sobre ella, así devolvería esa bufanda, así quizá se resignaría totalmente, quizá así podría olvidarlo, pero poner la repetición de todas esas palabras no era una decisión fácil.

No, la decisión estaba tomada, no iría donde él, al menos no hoy, no tenía caso apresurarse.

Probablemente la noche que ahora debía pasar sola la espantaba y la precipitaba a actuar ya, ella era serena, pensaba fríamente a diferencia de Eren, definitivamente pasar tanto tiempo con alguien hace que se te pegue algo de su forma de ser, sonrió tristemente, se abrazó así misma al sentir una brisa fría cruzar su ventana, al parecer pronto llovería, otra vez su cuerpo era vulnerable como aquella vez, de la misma forma sintió el frio calar sus huesos y la bufanda ahí cerca capaz de brindarle calidez ya no era una opción.

Unos golpes en su puerta la sacaron de sus pensamientos para desconcertarla luego de escuchar esa voz llamándola tras su puerta.

-Eren...- murmuró para sí misma. No quería verlo pero las palabras para echarlo no salían de su boca.

-Mikasa. Abre por favor.

-...

-Necesitamos hablar, por favor dame al menos unos minutos.

Las gotas del cielo ya empezaban a caer y multiplicarse aumentando cada vez más su velocidad, y él seguía hablando del otro lado.

-Mikasa, abre... me quedaré aquí hasta que me abras no me importa si me resfrió, ¿dejarás que eso pase?