Después de tantas caídas de sus compañeros, por fin estaban exterminando a todos los titanes, por fin podía ver más allá de la venganza y el odio, por fin veía a Mikasa...pero para el cumplimiento de su promesa a su mamá aún faltaba algo, y se lo ha...
Sonidos metálicos inundaban el ambiente, todos saliendo de un punto en específico.
- La velocidad en la que ustedes pueden regenerarse es increíble – el hombre alto y robusto revisaba el rostro de Eren agarrándolo con una mano, notando que ya no existía rastro de herida alguna - pero en tu caso es un poco tardío, ¿o será que es por tu alimentación? Que mal, ¿cierto?, es tu culpa en todo caso por rechazar la comida fresca que te damos.
Eren trataba de soltarse de ese agarre duro en su rostro, sus cadenas hacían sonidos toscos, continuos, de metal oxidado y pesado siendo rozado con el suelo, lastimando sus muñecas y tobillos.
-A pesar de mi barbijo puedo sentir el inmundo el olor que hay aquí, ¡mira cuanta comida hay por el piso!, oh, cierto, lo olvidaba, no puedes ver con eso puesto jajaja – rio escandaloso el tipo para luego quitar el trapo de la boca del castaño – come.
Eren no sentía hambre, nauseas era lo que sentía a pesar de haber vomitado tanto… no podía creer el punto en que esas personas habían llegado, a pesar de haber tenido los ojos vendados todo el tiempo, con sus manos pudo palpar la comida que le lanzaban, entre eso pudo distinguir una mano humana la cual de inmediato le obligó a devolver lo poco o nada que llevaba en el estómago.
-Deberías comer, todo ese alimento se está haciendo putrefacto.
Eren solo atino a agacharse y pronunciar lo más claro que pudo. -Mi… Mika…sa – no podía evitar respirar continuamente a pesar del olor nauseabundo, era tan difícil recuperar el aliento que se iba en cada sílaba.
-¡Ya estoy harto de oírte repetir ese nombre!, cada que abres tu boca es para mencionarla, cuando debería ser para tragar – luego de un momento la voz molesta de aquel hombre cambio a una de notoria felicidad - como por lo visto no quieres comer… entonces por el momento de nada te sirven esos dientes.
Un gritó retumbó por todo el lugar.
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-¡Eren! – pronuncio sobresaltada sentándose en el proceso, escurriéndole sudor por el rostro.
-Mikasa, que bueno que ya despertaste.
-Hanji.
-Ten – Mikasa vio confundida el pañuelo que le extendía.
-Límpiate, creo que tuviste una pesadilla.
-¿pesadilla? … - Las imágenes: esposas, sangre, ¡eren!; todo le llegaron en un instante.
-Mikasa… - Hanji triste veía como una de las soldados más fuertes se hundía en pena, a pesar de no ver su rostro ya que esta lo había agachado.
-Hanji… - la mencionada se sorprendió que de un momento a otro Mikasa ya se encontraba abriendo la puerta– iré a buscar a Eren y lo traeré de vuelta.
