Lectura de inspección

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La lectura primaria está contenida en la de inspección, al igual que ésta en la lectura analítica y ésta a su vez en la paralela.
En la práctica, esto significa que no se puede leer en un nivel de inspección a menos que se lo pueda hacer en un nivel primario.
Hay que ser capaz de leer un texto sin necesidad de concentrase en buscar el significado de muchas palabras ni de quedarse perplejo ante la gramática y la sintaxis. Aunque no se comprenda del todo el texto, hay que comprender la mayoría de las frases.
Entonces, ¿qué supone la lectura de inspección? ¿Cómo debemos llevarla a cabo?
Lo primero que hemos de tener en cuenta es que existen dos clases de lectura de inspección.

La lectura de inspección I: Lectura extensiva o prelectura
En primer lugar, el principal objetivo consiste en descubrir si el libro requiere una lectura más detenida. En segundo lugar, una prelectura nos revelará muchas cosas sobre el libro, incluso si decidimos no volver a leerlo con más detenimiento.
Dedicar a un libro este repaso rápido suponer un proceso de criba que ayuda a separar la paja del auténtico grano gracias al cual quizá se descubra que, al finalizar, es lo único que realmente merece la pena del libro por el momento, pero al menos se conocerán los argumentos principales del autor, y también de qué clase de libro se trata, de modo que el tiempo empleado en esta lectura no se habrá desperdiciado.

Sugerencias:
1. Mirar la página del título y, si el libro lo tiene, el prólogo. (fijarse sobre todo en los subtítulos u otras indicaciones del objetivo o alcance del libro)
2. Estudiar el índice de materias para hacerse una idea general de la estructura del libro.
3. Consultar el índice, (puede identificar, por el número de referencias, otros que también parezcan importantes).
4. Si se trata de un libro nuevo que simplemente lleva una sobrecubierta, conviene leer la propaganda publicitaria de la editorial.
5. A continuación debemos consultar los capítulos que parecen fundamentales para su argumentación. (Leerlo detenidamente, si contiene resúmenes en las páginas iniciales o finales)
6. Por último, debemos pasar las páginas, deteniéndonos aquí y allá, leyendo uno o dos párrafos, a veces varias páginas seguidas, pero no más. (Conviene hojear el libro de esta forma, en busca de las claves del argumento fundamental)

La lectura de inspección II: Lectura superficial
Al enfrentarse por primera vez a un libro difícil, se lo debe leer por entero sin detenerse a buscar de inmediato los aspectos que no se entienden, o a reflexionar sobre ellos.
Lo que hay que hacer es prestar atención a lo que se entiende y no detenerse por lo que no se comprende de inmediato.
Hay que leer el libro hasta el final, sin dejarse desanimar por los párrafos, notas a pie de página, comentarios y citas que escapen a nuestra comprensión, pues de lo contrario no se obtendrá ningún resultado.
A la mayoría de las personas se les ha enseñado a prestar atención a lo que no entienden, a recurrir al diccionario cuando topan con una palabra desconocida, a una enciclopedia u otro libro de consulta; pero cuando esto se hace prematuramente, ocurre que se obstaculiza la lectura en vez de contribuirse a ella.

Sobre las velocidades de la lectura
Hay muchos libros que realmente no merecen una prelectura, otros que deberían someterse a una lectura rápida y unos cuantos que deberían leerse a cierto ritmo, por lo general bastante lento, que permitiese una comprensión total. Es una pérdida de tiempo leer lentamente un libro que sólo merece una lectura rápida, y las destrezas de velocidad lectora puede ayudar a resolver este problema.
Por tanto, respecto a los ritmos de lectura lo ideal no consiste únicamente en ser capaz de leer más rápido, sino de hacerlo a distintas velocidades y saber cuándo resulta más conveniente cada una de ellas.
Todo libro debe leerse a una velocidad no inferior a la que se merece y no superior a la que puede alcanzar el lector para su satisfacción y comprensión.

Fijaciones y regresiones

Las películas realizadas sobre los movimientos de los ojos vienen a demostrar que los de los lectores jóvenes o sin experiencia «se quedan fijos» hasta cinco o seis veces en el transcurso de cada renglón leído. (El ojo ciego mientras se mueve; solo ve cuando se detiene. Por eso leemos al tiempo sólo palabras aisladas o, a lo sumo, frases de dos o tres palabras, a saltos en el renglón) Pero hay algo incluso peor: que los ojos de los lectores incompetentes sufren una regresión con una frecuencia de una vez cada dos o tres renglones, es decir, que regresan a frases u oraciones que ya han leído.
Todos estos hábitos suponen una pérdida de tiempo y evidentemente reducen la velocidad de la lectura. La mente, ese instrumento humano tan fascinante, puede aprehender una frase o incluso un párrafo anterior de una sola «ojeada», siempre y cuando los ojos le proporcionen la información que necesita.
Existen diversos recursos para romper las fijaciones de los ojos. Se trata de lo siguiente: unir el pulgar, el índice y el corazón y deslizar esta especie de «puntero» por un renglón, un poco más rápido de lo que resulte cómodo a los ojos. Hay que forzarse a seguir el movimiento y la velocidad de la mano, y al poco tiempo seremos capaces de leer las palabras mientras las seguimos con ella. Si se continúa practicando este método, a la velocidad creciente de la mano, casi sin darnos cuenta habremos duplicado o incluso triplicado la velocidad de lectura.

El problema de la comprensión
El buen lector lee activamente, con concentración.
¿Qué habremos obtenido exactamente si logramos incrementar de forma significativa la velocidad de la lectura? Habremos ahorrado tiempo.
¿Qué podemos decir respecto a la comprensión? No existe ningún curso de lectura rápida que no asegure que puede incrementar la comprensión al mismo tiempo que la velocidad y, en líneas generales, es posible que tal información tenga cierto fundamento.
La comprensión requiere mucho más que contestar a preguntas sencillas sobre el texto. Esta clase limitada de comprensión en realidad no es sino la capacidad básica para responder a la siguiente pregunta sobre un libro u otro material de lectura.
Por consiguiente, el problema de la lectura rápida radica en la comprensión, que en la práctica se concreta en definir la comprensión a niveles superiores al primario, algo que no se intenta en la mayoría de los cursos de lectura rápida. Por tanto, quisiéramos destacar que el objetivo del presente libro consiste precisamente en mejorar la comprensión en la lectura. No se puede comprender un libro sin leerlo analíticamente: como ya hemos apuntado, la lectura analítica se acometer fundamentalmente para comprender.  

Por último, no se debe intentar entender todas y cada una de las palabras o páginas de un libro complicado desde el principio, constituyendo ésta la regla más importante, la esencia misma de la lectura de inspección.

Cómo Leer Un Libro  (Mortimer J. Adler Y Charles Van Doren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora