CÓMO LEER CIENCIAS Y MATEMÁTICAS

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CÓMO LEER CIENCIAS Y MATEMÁTICAS

El título del capítulo que iniciamos puede llamar a confusión.

No nos proponemos ofrecer consejos para la lectura de todas las clases de ciencias y matemáticas, sino que nos limitaremos a dos clases: los grandes clásicos de ambas materias de nuestra tradición, por una parte, y las obras de divulgación científica modernas por otra.

Sugerencias para la lectura de libros de ciencia clásicos

Por libro científico entendemos la relación de hallazgos o conclusiones en algún terreno de la investigación, tanto si se llevan a cabo experimentalmente en un laboratorio como si se realizan a partir de la observación de la naturaleza en vivo.

En las grandes obras científicas no hay oratoria ni demagogia, si bien puede darse una actitud parcial en el sentido de unos presupuestos iniciales, algo que se detecta distinguiendo entre lo que el autor da por supuesto y lo que establece mediante sus argumentos.

Cuanto más «objetivo» sea un autor científico, más pedirá al lector que presuponga esto o aquello. La objetividad científica no equivale a la inexistencia de prejuicios iniciales, sino a la franca confesión de su existencia.

La ciencia no es cronotópica. Por el contrario, un científico, a diferencia de un historiador, trata de alejarse de lo local en el tiempo y en el espacio; intenta decir cómo son las cosas en general, cómo funcionan en líneas generales.

La ciencia es fundamentalmente inductiva, es decir, sus argumentos primarios son los que establecen una proposición general por referencia a pruebas observables: un caso único creado por un experimento o una extensa serie de casos recogidos mediante una paciente investigación.

Con respecto a las pruebas, la ciencia no difiere demasiado de la filosofía; pero el argumento inductivo es característico de ella.

Es muy probable que se planteen dificultades a la hora de leer un libro científico.

La dificultad surge porque, con el fin de comprender los argumentos inductivos de un libro científico, hay que ser capaz de seguir las pruebas que el científico presenta como base. Por desgracia, esto no siempre es posible si no contamos más que con el libro. Si el libro no logra ilustrarle, al lector sólo le queda un recurso, que consiste en obtener la experiencia especial por sí mismo, y de primera mano. Quizá tenga que presenciar una demostración de laboratorio, mirar y manejar aparatos similares a los que aparecen en el libro, o ir a un museo a ver ejemplares o maquetas.

Quien quiera comprender la historia de la ciencia no sólo debe leer los textos clásicos, sino también familiarizarse, mediante la experiencia directa, con sus experimentos cruciales.

No hay que leer el libro de cabo a rabo y detalladamente para extraer conclusiones.

El problema de las matemáticas

Hay muchas personas a las que les asustan las matemáticas, y piensan que no pueden leer una obra sobre el tema. Nadie sabe por qué ocurre esto. Algunos psicólogos piensan que existe la llamada «ceguera simbólica», la incapacidad para dejar a un lado la dependencia de lo concreto y seguir el cambio controlado de los símbolos. Otros creen que el problema radica en la enseñanza de las matemáticas.

El problema estriba parcialmente en esto. No nos dicen, o no nos lo dicen a una edad suficientemente temprana como para inculcárnoslo, que las matemáticas son un lenguaje y que podemos aprenderlo como cualquier otro, como la lengua materna. Tenemos que aprender la propia lengua dos veces; primero cuando aprendemos a hablarla, y después, cuando aprendemos a leerla. Por suerte, sólo hay que aprender las matemáticas una vez, puesto que se trata de un lenguaje escrito casi en su totalidad.

Las matemáticas en los libros científicos

Hemos visto que la presencia de las matemáticas en los libros científicos constituye uno de los principales obstáculos para leerlos. El lector quizá comprenda al menos las matemáticas elementales mejor de lo que cree. Sugerimos que se debería empezar con Euclides, y confiamos en que si el lector dedicase varias tardes a Elementos perdería gran parte de su miedo al tema en cuestión.

Si la intención consiste en leer un libro de matemáticas por y en sí mismo, naturalmente, hay que leerlo de principio a fin, y lápiz en mano, porque en este caso escribir en los márgenes e incluso en un cuaderno es más necesario que con cualquier otro tipo de libros. Pero quizá el lector no tenga esa intención, sino leer una obra científica que contiene matemáticas, en cuyo caso lo que procede es una prelectura.

Pongamos como ejemplo Principios, de Newton. La obra contiene numerosas proposiciones, tanto problemas de construcción como teoremas, pero no es necesario leerlos todos detenidamente, sobre todo la primera vez. Lo que conviene hacer es leer el enunciado de la proposición y echar un vistazo a las pruebas con el fin de hacerse una idea de cómo se ha trabajado, leer los enunciados de los lemas y los corolarios, así como los escolios, que constituyen exposiciones esenciales de las relaciones existentes entre las proposiciones y sus relaciones con la obra como un todo. El lector empezará a ver ese todo si hace lo anterior, y así comprenderá cómo está construido el sistema de Newton, qué aparece en primero y en segundo lugar, y cómo encajan las diferentes partes. Debe leer así toda la obra, evitando los diagramas si le causan problemas (como les ocurre a muchas personas), simplemente ojeando el material que hay entre medias, pero asegurándose de descubrir y leer los párrafos en los que Newton enuncia los puntos más importantes.

Los científicos utilizan frecuentemente las matemáticas, sobre todo porque poseen las cualidades de precisión, claridad y limitación.


Nota sobre la ciencia popular

Las divulgaciones científicas nunca resultan fáciles de leer, que no contenga explicaciones sobre experimentos, ni diagramas ni fórmulas matemáticas, requiere un gran esfuerzo por parte del lector.

No se puede leer, si de lo que se trata es de obtener comprensión sin mantener la mente bien despierta, y, por consiguiente, el requisito de leer activamente es más importante en este caso que en cualquier otro. Se trata de descubrir el tema, de descubrir la relación entre el todo y sus partes, de llegar a un acuerdo y comprender las proposiciones y los argumentos, de trabajar para alcanzar la comprensión antes de empezar a criticar o de reconocer la importancia de la obra. El lector ya está familiarizado con estas reglas, pero en el presente caso se las aplica con especial firmeza.


Cómo Leer Un Libro  (Mortimer J. Adler Y Charles Van Doren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora