No sólo llegar a un acuerdo, sino también hacer proposiciones, son dos actitudes que se hacen presentes tanto en el mundo del comercio como en el de los libros.
El escritor puede mantener una actitud honrada al presentar enunciados sobre hechos o sobre temas de conocimiento, y normalmente el lector confiará en él; pero a menos que a éste le interese exclusivamente la personalidad del autor, no quedará satisfecho con conocer sus opiniones. Sus proposiciones no son más que expresiones de sus opiniones personales, a menos que cuente con el respaldo de unas razones. Si lo que nos interesa es el libro y el tema que trata, no sólo su autor, no querremos conocer únicamente sus proposiciones, sino también por qué piensa que va a convencernos de que las aceptemos.El lector activo no sólo presta atención a las palabras, sino también a las oraciones y a los párrafos. No hay otra forma de descubrir los términos, los argumentos y las proposiciones del autor.
El perfilado y la interpretación, coinciden en el nivel de las proposiciones y de los argumentos. Se llega a las proposiciones y los argumentos dividiendo la obra en las partes que la integran, y se desarrollan los argumentos viendo cómo están integrados por proposiciones, y, en última instancia, por términos. Una vez realizados ambos procesos, el lector puede decir que conoce el contenido del libro.Oraciones y proposiciones
Vamos a hablar sobre la relación entre el lenguaje y el pensamiento. Oraciones y párrafos constituyen unidades gramaticales: son unidades de lenguaje. Las proposiciones y los argumentos son unidades lógicas, es decir, unidades de pensamiento y de conocimiento.
Además, no todas las oraciones declarativas pueden leerse como si todas y cada una de ellas expresasen una proposición.
No toda oración de un libro expresa una proposición.
Para empezar, algunas oraciones expresan preguntas, es decir, plantean problemas, no respuestas. Las proposiciones son respuestas a preguntas, declaraciones de conocimiento o de opinión, y por ello denominamos a las oraciones que la expresan como declarativas, para distinguirlas de las que plantean preguntas, a las que denominamos interrogativas.Existen al menos dos razones para ello.
La primera estriba en el hecho de que las palabras son ambiguas y pueden emplearse en diversas oraciones.
Por consiguiente, puede ocurrir que la misma oración exprese distintas proposiciones si se produce un cambio en los términos que expresan las palabras. «Leer es aprender» es una oración simple, pero si, por una parte, con «aprender» nos referimos a adquirir información, y por otra, al desarrollo de la comprensión, la proposición no es la misma, porque los términos varían. Y, sin embargo, la oración es la misma.
La segunda razón consiste en que no todas las oraciones son tan sencillas como «Leer es aprender». Cuando las palabras se emplean sin ambigüedad, una oración simple expresa por lo general una sola proposición, pero cuando se trata de una oración compuesta, expresa dos o más proposiciones.
El lector podría llegar a la conclusión de que resulta difícil establecer la diferencia entre una oración compuesta larga y un párrafo corto.Hallar las oraciones clave
¿Cómo se pueden localizar las oraciones más importantes de un libro? ¿Cómo interpretarlas para descubrir la o las proposiciones que contienen?Desde el punto de vista del escritor, las oraciones importantes son las que expresan los juicios sobre los que se apoya su argumentación. Puede explicar las palabras que utiliza, o comentar la obra de otros autores, o explayarse en extensas argumentaciones que sirvan de apoyo a las suyas; pero el núcleo de su comunicación reside en las afirmaciones y negaciones que hace y en las razones que aporta para ello.
Por consiguiente, el lector tiene que apreciar las oraciones principales como si sobresalieran de la página en alto relieve.
Algunos escritores colaboran en esta tarea, subrayando las oraciones, por así decirlo. O afirman explícitamente que algo es importante, o se sirven de un recurso tipográfico para destacar las frases más importantes.Aparte de los libros cuyo estilo o formato llama la atención hacia lo que necesita mayor interpretación por parte del lector, ubicar las oraciones más importantes representa una tarea que el lector debe realizar por sí mismo. Para ello puede proceder de diversas maneras, una de las cuales ya hemos mencionado. Si es sensible a la diferencia entre los párrafos que entiende inmediatamente y los que le plantean dificultades, probablemente podrá descubrir las oraciones que contienen el mayor peso de significado.
Quizá haya empezado a comprender cuán esencial es para la lectura sentir perplejidad y saberlo. Plantearse preguntas presenta el inicio del conocimiento cuando se trata de aprender algo de los libros, y también de la naturaleza. Si nunca nos planteamos interrogantes acerca del significado de un párrafo en concreto, el libro que tenemos en las manos no nos aportará ningún conocimiento que no poseamos anteriormente.La mente humana es por naturaleza tan sensible a los argumentos como el ojo a los colores (¡aunque puede haber personas ciegas para los argumentos!); pero los ojos no ven si no se mantienen abiertos, y la mente no seguirá un argumento si no está despierta.
Muchas personas creen que saben leer porque lo hacen a distintas velocidades, pero se detienen y van más despacio en las oraciones que no deben, en las que les interesan, no en las que las deja perplejas, lo que constituye uno de los mayores obstáculos para leer un libro que no es totalmente coetáneo. Cualquier libro antiguo contiene hechos que causan cierta sorpresa porque presentan diferencias con los que conocemos, pero cuando leemos para incrementar la comprensión no vamos en busca de ese tipo de novedad. Una cosa es el interés por el autor en su, o por su lenguaje, o por el mundo en el que escribió sus obras, y otra el interés por conocer sus ideas. Este último aspecto puede ayudarnos a cumplir las reglas que estamos exponiendo, no la curiosidad sobre otros temas.
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Cómo Leer Un Libro (Mortimer J. Adler Y Charles Van Doren)
De TodoCómo leer un libro? (Adler Mortimer y Charles Van Doren) UNA GUÍA CLÁSICA PARA MEJORAR LA LECTURA Niveles de lectura: La lectura primaria, La lectura de inspección, La lectura analítica, y La lectura paralela.