Cómo leer poesía lírica

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Cómo leer poesía lírica

La definición más simple de poesía (en el sentido un tanto limitado que conlleva el encabezamiento de este apartado) sería la siguiente: lo que escriben los poetas. Parece evidente, pero algunas personas ponen en entredicho tal definición, porque sostienen que la poesía es una especie de desbordamiento espontáneo de la personalidad, que puede expresarse con palabras escritas pero que también puede adoptar la forma de acción física o de sonido más o menos musical, o incluso de puro sentimiento.

Muchas personas se consideran incapaces de leer poesía lírica, sobre todo contemporánea. Creen que es difícil, oscura y compleja y que requiere tanta atención y tanto trabajo que no merece la pena.

Hemos de objetar dos cosas a este respecto.

En primer lugar, la poesía lírica, incluso la contemporánea, no siempre requiere tanto trabajo como se cree si se la lee debidamente.

En segundo lugar, en muchos casos merece la pena dedicarle los mayores esfuerzos que se estén dispuesto a hacer.

No queremos dar a entender que no haya que trabajar a fondo con la poesía. Un buen poema se puede leer, releer y reflexionar sobre él durante toda una vida y nunca dejará de aportarnos sorpresas, de proporcionarnos nuevos placeres y nuevas ideas sobre nosotros mismos y sobre el mundo. Nos referimos a que la tarea inicial de aproximarse lo suficiente a un poema como para trabajar en él no resulta tan difícil como creen muchas personas.

La primera norma a seguir ante un poema lírico consiste en leerlo hasta el final sin detenerse, tanto si el lector cree comprenderlo como si no, norma que coincide con la que hemos sugerido para muchos tipos de textos, pero que tiene mayor importancia en poesía que en un tratado filosófico o científico, e incluso que en una novela o una obra teatral.

La segunda norma para la lectura de poesía lírica es como sigue: volver a leer el poema de principio a fin, pero en esta ocasión en voz alta.

El lector descubrirá que, al leer el poema en voz alta, el acto mismo de pronunciar las palabras le obliga a entenderlas mejor, verá que no se desliza tan fácilmente sobre una frase o un verso que no ha comprendido bien si lo está diciendo de viva voz. Un énfasis fuera de lugar ofende al oído, mientras que el ojo puede pasarlo por alto, y el ritmo y la rima, si la tiene, le ayudarán a comprender al hacerle situar el énfasis en el lugar debido. Por último, podrá abrirse al poema y dejarse incidir por él.

Un último consejo para la lectura de poesía lírica. En general, los lectores de tales obras piensan que deberían saber más sobre los autores y la época en que vivieron de lo que en realidad tienen que saber. Tenemos gran confianza en críticas, biografías, etc., pero quizá se deba únicamente a que dudamos de nuestra capacidad para la lectura. Casi todo el mundo puede leer cualquier poema si trabaja a fondo en él. Cualquier cosa que se descubra sobre la vida o la época de un autor es válida y puede resultar útil, pero el hecho de poseer amplios conocimientos sobre el contexto de un poema no garantiza que lo comprendamos. Para ello hay que leerlo, una y otra vez. Leer un gran poema lírico es una tarea para toda la vida aunque, naturalmente, no en el sentido de que haya que prolongar su lectura indefinidamente, sino en el de que, como gran poema, se merece que volvamos a él muchas veces. Mientras descansamos de un poema en concreto, podemos aprender sobre él más de lo que creemos.

Cómo Leer Un Libro  (Mortimer J. Adler Y Charles Van Doren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora