Llegar a un acuerdo con el autor de un libro

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Palabras y términos
Un término no es lo mismo que una palabra, o, al menos, no una palabra sin mayores atributos. Si términos y palabras coincidieran por completo, sólo habría que encontrar las palabras importantes de un libro para llegar a buenos términos con él.
Pero una palabra puede tener múltiples significados, sobre todo si es importante.
Si el autor la utiliza con un sentido determinado y el lector la entiende de otro modo, se puede decir que entre ellos ha habido un intercambio de palabras pero que no han llegado a coincidir en los términos. Allí donde existe una ambigüedad de comunicación sin resolver no puede existir comunicación alguna, o, en el mejor de los casos, ésta será incompleta.

Cuando se produce ambigüedad en la comunicación de los conocimientos, lo único que hay en común son las palabras que escribe o pronuncia una persona y que otra lee u oye. Mientras persiste la ambigüedad, no existe ningún significado común entre escritor y lector. Para que la comunicación se lleve a cabo satisfactoriamente, es necesario que las dos partes utilicen las mismas palabras y con los mismos significados; en definitiva, que lleguen a tener términos comunes. Cuando esto ocurre, se produce la comunicación, el milagro de dos mentes con un único pensamiento.

Los diccionarios están repletos de palabras, casi todas ellas ambiguas en el sentido de que poseen diversos significados; pero una palabra con diversos significados puede emplearse en un sentido de una vez. Cuando escritor y lector logran de una vez utilizar una palabra dada con un único significado, durante el período de uso no ambiguo, llegan a un acuerdo, hablan en los mismos términos.

No encontramos términos en los diccionarios, si bien éstos contienen los materiales para formarlos. Los términos sólo se dan en el proceso de la comunicación, cuando un escritor trata de evitar la ambigüedad y el lector le ayuda intentando seguir el uso que aquél hace de las palabras. Por supuesto, existen múltiples grados en los que se puede conseguir este objetivo. Llegar a unos términos comunes constituye el ideal al que deberían tender escritor y lector, y como éste es uno de los principales logros del arte de la escritura y de la lectura, podemos considerar los términos como una destreza en la utilización de las palabras destinada al conocimiento comunicativo.

Debido a que el lenguaje es un medio imperfecto para transmitir conocimientos, funciona como un obstáculo para la comunicación.
Las reglas de la lectura interpretativa van dirigidas a superar dicho obstáculo. Es de esperar que un buen escritor haga lo más posible por llegar hasta el lector traspasando la barrera que inevitablemente erige el lenguaje, pero lo que no podemos esperar es que realice la tarea él solo.

El lector debe encontrarse con él a medio camino, franquear la barrera desde su lado. La posibilidad de un encuentro de las mentes a través del lenguaje depende de la disposición del lector y del escritor para trabajar conjuntamente. Al igual que la enseñanza no nos servirá de nada a menos que exista una actividad reciproca de ser enseñado, ningún escritor, independientemente de su destreza en la escritura, logrará la comunicación si no existe una destreza reciproca por parte del lector. En otro caso, las destrezas de la escritura y la lectura no conseguirán unir las dos mentes, por muchos esfuerzos que se realicen: equivaldría a dos personas que tratan de encontrarse desde dos puntos opuestos del túnel de una montaña sin ajustar sus cálculos a los mismos principios de ingeniería.

Cómo hallar las palabras clave
Ya estamos preparados para poner carne sobre la regla que exige que el lector se encuentre en los mismos términos que el escritor. ¿Cómo se las ingenia para hacer tal cosa? ¿Cómo puede encontrar las palabras importantes o clave?
El lector puede estar seguro de una cosa: que no todas las palabras que utiliza un escritor son importantes. No sólo eso; también puede tener la certeza de que la mayoría de ellas no lo son. Sólo las palabras que emplea de forma especial son importantes para él, y también para los lectores. Por supuesto, no se trata de una cuestión absoluta, sino de gradación. Las palabras pueden ser más o menos importantes, y lo único que debe preocuparle al lector es el hecho de que en un libro algunas palabras tienen más importancia que otras.

El hecho de que algunos autores utilicen intencionadamente palabras arcaicas o un sentido arcaico del lenguaje complica aún más las cosas, como ocurre con las traducciones de libros de lenguas extranjeras.
Sin embargo, sigue siendo cierto que la mayoría de las palabras de un libro pueden leerse tal como se emplearían al hablar con los amigos.
No es posible localizar las palabras clave sin realizar un esfuerzo por comprender el párrafo en el que aparecen, situación que resulta un tanto paradójica. Naturalmente, si se comprende el párrafo se sabrá cuáles son las palabras más importantes. Si no se lo comprende plenamente, es probable que se deba a que no se sabe de qué modo está utilizando ciertas palabras el escritor. Si el lector señala las palabras que le causan problemas, posiblemente encontrará las que el autor utiliza de forma especial, ya que no debe preocuparse por las que emplea del modo más corriente.

Por consiguiente, desde el punto de vista del lector, las palabras más importantes son las que le crean problemas, y cabe la posibilidad de que también tengan importancia para el escritor, pero no siempre ocurre así.
También cabe la posibilidad de que las palabras importantes para el escritor no le preocupen al lector, precisamente porque las comprende. En tal caso, éste habrá encontrado los términos de un acuerdo con aquél.

Cómo Leer Un Libro  (Mortimer J. Adler Y Charles Van Doren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora