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Normas generales para la lectura de literatura imaginativa

En primer lugar, podemos trasladar las reglas estructurales a sus análogas en la ficción como sigue:

1) Clasificar una obra literaria según la categoría a la que pertenezca.
Un poema lírico cuenta una historia fundamentalmente en términos de una sola experiencia emocional, mientras que novelas y obras teatrales tienen tramas mucho más complicadas, con numerosos personajes cuyas acciones y reacciones se interrelacionan, así como las emociones que experimentan. Además, todo el mundo sabe que una obra teatral se distingue de una novela por el hecho de que aquélla se desarrolla enteramente en base a acciones y discursos. (Existen algunas excepciones interesantes, de las que nos ocuparemos más adelante.) El dramaturgo no puede hablar en primera persona, mientras que el novelista sí puede hacerlo. Todas estas diferencias en la forma de escribir exigen que también haya diferencias en la receptividad del lector, que, por consiguiente, reconocerá enseguida qué clase de obra de ficción está leyendo.

2) Comprender la unidad de toda la obra. El lector puede comprobar que ha logrado esto si es capaz de expresar dicha unidad con una o dos frases. En última instancia, la unidad de un ensayo reside en el principal problema que trata de resolver, por lo que la misma puede ser enunciada formulando esta pregunta o las proposiciones que la responden. La unidad de una obra de ficción también guarda relación con el problema al que se ha enfrentado el autor, pero ya hemos visto que tal problema supone una tentativa de transmitir una experiencia en concreto. Por tanto, la unidad de una narración reside siempre en la trama, y no se habrá comprendido la totalidad de la obra hasta poder resumir su trama en una breve composición, no una proposición o un argumento. En eso estriba la unidad.

3) No sólo reducir el todo a la unidad más sencilla, sino descubrir también cómo se ha construido ese todo mediante la vinculación de sus partes. En un ensayo, las partes se ocupan de partes del problema total, las soluciones parciales que contribuyen a la solución del todo, mientras que en una obra de ficción constituyen los diversos pasos que da el autor para desarrollar la trama -los detalles de los personajes y los acontecimientos-, y su disposición difiere en ambos casos. En filosofía y ciencia, deben estar ordenadas lógicamente, y en una narración deben encajar en un esquema temporal, una progresión de principio a fin con un paso intermedio.
Para conocer la estructura de una narración hay que saber dónde comienza -no necesariamente en la primera página, por supuesto-, qué sucede a continuación, y, al final, ver dónde aparecen las diversas crisis que desembocan en el clímax, dónde y cómo sucede éste y cuáles son las repercusiones. (Con «repercusiones» no nos referimos a lo que ocurre cuando termina la narración, algo que nadie puede saber, sino a lo que ocurre, dentro de la narración, después del clímax.)

Cómo Leer Un Libro  (Mortimer J. Adler Y Charles Van Doren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora