CÓMO LEER HISTORIA

70 2 0
                                    



«Historia», como «poesía», es una palabra con múltiples significados, y para que este capítulo le resulte útil al lector debemos llegar a un acuerdo sobre ella, es decir, explicar cómo vamos a emplearla.

Teorías de la historia

La historia, la narración del pasado, es clasificada con más frecuencia en la categoría de la ficción que en la de la ciencia, si acaso hay que afiliarla a una u otra. De lo contrario, si se permite que la historia quede a medio camino entre los dos grupos principales en los que se dividen los libros, normalmente se admite que está más próxima a la ficción que a la ciencia.

Esto no significa que un historiador invente los hechos, como un poeta o un novelista. Sin embargo, podríamos vernos en apuros si insistiésemos demasiado en que un escritor de ficción inventa los hechos. Como hemos dicho, crea un mundo, pero ese nuevo mundo no es completamente distinto del nuestro -más vale así-, y un poeta es una persona normal y corriente, con sentidos normales mediante los cuales ha aprendido. No ve cosas que no veamos los demás (puede ver mejor o de una forma ligeramente distinta). Sus personajes emplean palabras que utilizamos los demás (en otro caso no creeríamos en ellos). Los seres humanos sólo crean mundos verdaderamente extraños en sueños, pero incluso en el sueño más fantástico los acontecimientos y los seres de la imaginación están compuestos por elementos de la experiencia cotidiana. Sencillamente, se entremezclan con formas nuevas y extrañas.

Naturalmente, un buen historiador no se inventa el pasado. Se considera responsablemente comprometido con un concepto o criterio de exactitud de los hechos. Sin embargo, hemos de recordar que siempre tiene que inventar algo: encontrar una pauta general en los acontecimientos, imponerla sobre ellos, o suponer que sabe por qué hicieron las cosas que hicieron las personas que intervienen en su narración.

Lo universal en la historia

No siempre podemos leer más de una historia de un acontecimiento, y cuando esto ocurre, hemos de admitir que no tenemos muchas oportunidades de conocer la verdad del asunto en cuestión, de saber qué sucedió realmente. Sin embargo, no es ésta la única razón para leer historia. Podría aducirse que sólo al historiador profesional, la persona que escribe una historia, hay que exigirle que someta a un careo sus fuentes, que las coteje exhaustivamente enfrentándolas entre sí. No puede dejar piedra sin remover si desea saber sobre el tema que le ocupa todo lo que debería saber. Como lectores profanos, nosotros quedamos a medio camino entre el historiador profesional y el aficionado irresponsable, que lee historia sólo para entretenerse.

Quería decir que la poesía es más general, más universal. Un buen poema es verdadero no sólo en su época y lugar, sino en todas las épocas y todos los lugares. Tiene significado y fuerza para todas las personas. La historia no es tan universal, y está unida a los acontecimientos de una forma que no lo está la poesía, pero cualquier buena historia tiene carácter universal.

La historia nos cuenta lo que nos ha llevado adonde estamos ahora. Lo que nos interesa es el presente, esto y el futuro, que estará determinado en parte por el presente. Por tanto, también se puede aprender algo de un historiador sobre el futuro, incluso si, como Tucídides, vivó hace más de dos mil años.

Resumamos las dos sugerencias para leer historia. La primera es la siguiente: a ser posible, leer más de una historia sobre un acontecimiento o época que despierte interés; y la segunda: leer una historia no sólo para enterarse de lo que ocurrió realmente en una época y un lugar concretos del pasado, sino también para saber cómo actúan los seres humanos en todos los lugares y épocas, especialmente ahora.

Cómo Leer Un Libro  (Mortimer J. Adler Y Charles Van Doren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora