Cómo hacer propio un libro

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CÓMO HACER PROPIO UN LIBRO
Cuando compramos un libro establecemos una propiedad. Pero el acto de comprar no representa sino el preludio de la posesión en el caso de un libro. Sólo se posee completamente un libro cuando pasa a formar parte de uno mismo, y la mejor forma de pasar a formar parte de él --lo que viene a ser lo mismo-- es escribir en él.
¿Por qué es indispensable subrayar un libro para leerlo? En primer lugar, porque así nos mantenemos despiertos, totalmente despiertos y no sólo conscientes. En segundo lugar, leer, si lo hacemos activamente equivale a pensar, y el pensamiento tiende a expresarse en palabras, escritas o habladas. La persona que asegura saber lo que piensa pero no puede expresarlo normalmente no sabe lo que piensa. En tercer lugar, anotar las propias reacciones ayuda a recordar las ideas del autor.

Existen diversas formas de anotar un libro de forma inteligente y fructífera. A continuación ofrecemos varios recursos:

1. Subrayado: de los puntos más importantes, de los argumentos de mayor fuerza .
2. Líneas verticales en el margen: para destacar un argumento concreto ya subrayado o un párrafo demasiado largo como para ser subrayado.
3. Asteriscos u otros signos en el margen: para destacar los argumentos o párrafos más importantes del libro. También se pueden doblar la punta de la página o colocar una tira de papel entre las páginas.
4. Números en el margen: para señalar una secuencia de puntos realizada por el escritor en el desarrollo de un argumento.
5. Numeración de otras páginas en el margen: para indicar dónde señalan los mismos puntos el autor, u otros puntos referidos a los señalados o contrarios a éstos. Muchos lectores emplean las letras «cf», que significa «compárese» o «referido a» para indicar el número de las otras páginas.
6. Rodear con un círculo las palabras o frases clave: cumple prácticamente la misma función que el subrayado.
7. Escribir en el margen, o en la parte superior o inferior de la página: para señalar las preguntas (y también las respuestas).

Para quienes tienen la costumbre de poner notas en los libros, las guardas del principio suelen ser las más importantes.

FORMACIÓN DEL HÁBITO DE LA LECTURA
Conocer las reglas de un arte no equivale a haber adquirido el hábito.
El arte como algo que puede enseñarse consiste en una serie de reglas que hay que seguir. El arte como algo que se aprende y que se llega a poseer consiste en el hábito que deriva de funcionar, de operar, según dichas reglas.

No existen normas definitivas para realizar un cuadro o una escultura, pero sí para preparar el lienzo, mezclar y aplicar los colores,y también para modelar arcilla o soldar acero. El pintor o el escultor tienen que haber seguido tales normas, pues en otro caso no podrían haber llevado a término su obra. Independientemente de lo original de su producción final, de lo poco que parezcan cumplir las «reglas» del arte tal como se han venido entendiendo tradicionalmente, han de poseer la destreza para realizar dicha producción, y de ese arte -destreza o habilidad- trata el presente libro.

De las normas múltiples al hábito único

Leer es como esquiar. Cuando se hace bien, cuando lo hace un experto, ambas actividades resultan armoniosas, fáciles, pero cuando lo hace un principiante, resultan torpes, frustrantes y lentas.
Naturalmente, el truco del esquí consiste en no pensar en los diferentes actos que, al unísono, constituyen un movimiento ligero y fácil o una serie de movimientos encadenados, lo que hay que hacer es fijar la mirada en la cuesta abajo, en previsión de obstáculos y de los demás esquiadores, disfrutar de la sensación del viento frío en la cara, sonreír con placer por los movimientos ágiles del cuerpo mientras se baja a toda velocidad montaña abajo.
Hay que aprender a olvidarse de los actos como algo separado con el fin de realizar bien todos y cada uno de ellos, pero para olvidarlos como actos separados, distintos, primero hay que aprenderlos como tales.
Sólo entonces podremos unirlos y ser buenos esquiadores. Lo mismo ocurre con la lectura. Es probable que una persona lleve leyendo mucho tiempo, en cuyo caso empezar a aprender desde el principio puede resultar humillante, pero están aplicable a la lectura como al esquí el hecho de que no se puedan fusionar muchos actos distintos en una actuación compleja y armoniosa hasta ser experto en todos y cada uno de ellos. Cada acto requiere toda la atención de quien lo realiza mientras lo está realizando, y después de haber practicado cada una de las partes por separado, se podrán realizar no sólo con mayor facilidad y prestándole menos atención, sino que poco a poco se podrán unir para formar un todo.
Deseamos que el lector comprenda que aprender a leer resulta al menos tan complejo como aprender a esquiar, a mecanografiar o a jugar al tenis.

El esquiador principiante debe pensar en actos físicos que después puede olvidar y ejecutar casi automáticamente, y resulta relativamente sencillo pensar en este tipo de actos y ser consciente de ellos. El lector principiante piensa en sus propios pensamientos. La mayoría de las personas no está acostumbrada a hacer tal cosa, pero es posible hacerla, y quien lo consiga aprenderá a leer mucho mejor.

Esperamos haber alentado al lector con lo que hemos dicho hasta ahora. Resulta difícil aprender a leer bien. La lectura, sobre todo la analítica, no es solo una actividad mental.

Cómo Leer Un Libro  (Mortimer J. Adler Y Charles Van Doren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora