Parte 4

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Mary Margaret volvió del trabajo casi acabando la tarde. Pidió a Henry que se fuera a lavar antes de ponerse a hacer los deberes. Apenas hubo entrado en el cuarto de baño, salió rápidamente.

«¡Abuela, ven a ver esto!»

Snow dejó lo que estaba haciendo y siguió a su nieto

«¿Qué...?»

Lo que descubrió la dejó sin palabras. El cuarto de baño estaba literalmente patas arriba. Había agua por todas partes, la bañera incluso sin vaciar y las toallas tiradas por todos lados.

«¡Ya estoy aquí!» gritó Emma

«¡Emma! ¡Ven aquí en seguida!»

Mary Margaret había perdido su calma y pensaba cantarle las cuarenta a su hija.

«¿Qué? ¿Qué he...?»

«¡Eso!» gritó su madre enseñándole el baño con un dedo

Emma giró la cabeza hacia el interior del baño y abrió los ojos de par en par. ¿Qué había hecho? No se acordaba de nada, sino de haber entrado y salido de la bañera. En medio, un agujero negro, excepto por los recuerdos de Regina que le encogían el corazón.

«Yo...yo» balbuceó la rubia

«¿Tú qué? ¡Te escucho!»

«Voy a limpiarlo, no te enfades»

«¡Oh, por supuesto que vas a limpiarlo!»

Se marchó a la cocina para calmarse, dejando a Emma y a Henry solos.

«¿Estás bien, mamá?» dijo preocupado el muchacho

«Sí, todo va bien» respondió la rubia con un tono seguro «ve a hacer los deberes»

Emma se dirigió a la bañera para sacar el tapón. Al contacto con el agua, sus ojos se dieron la vuelta y entró en trance. Los recuerdos de Regina desfilaban de nuevo por su cabeza. Cayó pesadamente al suelo y perdió el conocimiento.

«¿Emma?» gritó su madre

Al no obtener respuesta, ella se dirigió al cuarto de baño y encontró a su hija tirada en el suelo. Comenzó a gritar. David corrió y entró en el baño

«Snow, ¿qué...?»

No acabó su frase al ver a Emma inconsciente, y a Snow inclinada sobre ella. Entonces, cogió su teléfono y llamó a urgencias...

En el hospital, el doctor Whale se hizo cargo de Emma. David, Snow y Henry esperaban en el pasillo.

«Henry, voy a llamar a tu madre para que venga a buscarte. Te vas a quedar algunos días con ella hasta que Emma mejore, ¿de acuerdo?» dijo Mary Margaret.

Henry asintió, estaba muy preocupado por Emma, pero también tenía ganas de ver a su madre. Snow tecleó el número de Regina

«¿Diga?»

«Regina»

«¿Snow?» dijo asombrada «¿Henry, está bien?»

«Sí, él está bien, pero Emma...»

La joven contuvo un sollozo

«¿Qué pasa con Emma?»

«Ha tenido un accidente, la encontramos inconsciente en el cuarto de baño, estamos en el hospital...»

«Oh...¿está...bien?» preguntó la morena con voz indecisa

«No sabemos nada por el momento, está con Whale. ¿Puede venir a recoger a Henry?»

«Sí, por supuesto, ya salgo»

«De acuerdo, gracias»

Colgó y se sentó entre su marido y su nieto. David le cogió la mano para tranquilizarla.

«Todo va a ir bien, nuestra hija es fuerte»

Snow esbozó una sonrisa, esperaba que el príncipe tuviera razón, pero no podía evitar un mal presentimiento. Regina llegó y Henry corrió a sus brazos. Él se hundió en lágrimas, conmoviendo a su madre. Se puso a la altura de su hijo

«Cálmate, cariño, tu madre va a salir de esta, estoy segura»

El doctor Whale hizo su entrada, el rostro serio. Los Charming se levantaron al mismo tiempo, mientras que Henry miró al médico, con sus ojos llenos de esperanza.

«No voy a mentirles, su hija está en coma. Y a decir verdad, no sabemos lo que ha pasado»

Snow comenzó a llorar, David la abrazó, mientras que Regina no se movió de su sitio, sin saber qué decir o qué hacer.

«Voy a llevarme a Henry, supongo que no sirve de nada que nos quedemos, ¿no podemos verla?» preguntó la reina al doctor

«No, de momento»

Regina agarró a su hijo por los hombros y se dirigió a la salida. Se giró una última vez hacia Snow y David

«Llamadme si hay algo nuevo»

«De acuerdo» respondió el príncipe «cuide a Henry»

La morena hizo un ligero movimiento de cabeza y salió. Una vez en el coche, puso su mano en la de su hijo para tranquilizarlo. Y por primera vez en su vida, rezó para que Emma Swan saliera de esta sana y salva.

Emma se despertó con un sobresalto, se sentía ahogada. Paredes blancas, una cama blanca y una máquina que indicaba su ritmo cardíaco le hicieron comprender que se encontraba en el hospital. ¿Qué le había pasado? Reflexionó un momento y de repente todo le vino a la mente. Entonces se arrancó la perfusión que tenía en el brazo, levantó las sábanas y salió de la cama

«Regina...»


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