Parte 12

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Después de haber arropado y consolado a Henry, Regina decidió ir a visitar a Emma. Por discreción y facilidad se teletransportó. Estaba muy oscuro en la pequeña habitación, la reina podía a penas distinguir a la rubia acurrucada en su cama. Se acercó, pero Emma tenía una expresión aterrorizada

«Soy yo» susurró Regina

Emma se quedó fija un instante, y una vez que estuvo segura de que quien le hablaba era Regina, corrió a sus brazos. La morena se sorprendió, pero no la rechazó.

«Emma, me está asfixiando»

La rubia, sin embargo, no aflojó el agarre. La reina entonces tomó a Emma por los brazos y la alejó dulcemente. La salvadora emitió un gemido de dolor

«¿Le he hecho daño?»

Emma no respondió y solo miró su piel enrojecida por la violencia del enfermero. Con un movimiento de muñeca, Regina hizo aparecer una lámpara y la acercó a la joven

«¿Quién le ha hecho esto?»

«Es por culpa de ella...»

«¿Por culpa de quién?»

«Mary Margaret, ella pidió al enfermero que viniera para calmarme...»

«¿Al enfermero?»

«Pero yo no me dejé hacer...»

La sangre de Regina se revolvió, Snow le había mentido y además había dejado que un hombre le hiciera daño a su hija, a la madre biológica de Henry. Cerró los ojos para calmarse y cuando los abrió, vio que Emma la miraba con expresión preocupada. Ella le sonrió

«No se preocupe, ¡me ocuparé de que él no le vuelva hacer daño nunca más!»

La sheriff pareció aliviada y se acostó en su cama. La reina dejó la lámpara sobre la mesa y se sentó cerca de Emma

«Me quedaré con usted hasta que se duerma» dijo con voz dulce

«Gracias»

La joven cerró los ojos, sintiéndose segura por la presencia de la que ocupaba sus pensamientos, día y noche.

Una vez que Emma se hubo dormido, Regina se levantó y salió de la celda, asegurándose que cerraba tras ella. Después, se dirigió al mostrador de las enfermeras y abrió los cajones buscando información sobre el tirano que le había hecho daño a la sheriff. No tuvo que buscar mucho. En efecto, solo había un enfermero que trabajaba en el sector psiquiátrico del hospital. Anotó su nombre y su dirección en un pedazo de papel y volvió a dejar los documentos en su lugar. Satisfecha, regreso a su casa tan rápido como hubo salido.

Tomó una buena ducha, lavándose rápidamente, cansada por las emociones del día. En la cama, no pudo evitar pensar en Emma. Regina no soportaba saber que un bruto se había aprovechado de la debilidad de la rubia para someterla. De repente se sintió asustada por sus pensamientos y sobre todo por sus sentimientos. ¿No detestaba ella a Emma y no se alegraba de su suerte? Pero sentía completamente todo lo contrario, quería ayudar a Emma por Henry, pero también por...¿ella? La reina se dio la vuelta en su cama y reflexionó un plan para que el enfermero no pudiera tocar nunca más ni un solo pelo de la salvadora. Al cabo de varios minutos, sonrió, estaba ansiosa de que ya fuera el día siguiente para ejecutar su plan...

Regina se despertó muy temprano y se vistió a toda prisa. Salió de su habitación y fue a verificar que Henry aún dormía. Todavía dormía profundamente. De todas maneras lo que iba a hacer solo le llevaría unos pocos minutos. Cerró con cuidado la puerta y se teletransportó a la casa del enfermero. Apareció en lo bajo de las escaleras. Estaba oscuro porque el sol todavía no había aparecido en el cielo. Felizmente para ella, el despertador sonó en una habitación no lejos de donde estaba. La reina se deslizó detrás de una cómoda y esperó a que su presa se levantara. Algunos minutos más tarde, él estaba allí, preparándose para bajar las escaleras. A penas había dado tres pasos que con un giro de muñeca, Regina lo hizo rodar por los escalones, rompiéndole los huesos uno por uno.

El hombre gritó de dolor, arrancándole una sonrisa de satisfacción a la morena. Una voz de mujer se escuchó en el dormitorio.

«¿Cariño?»


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