Parte 9

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De forma mecánica Regina recorrió la distancia entre el hospital y su casa, aún bajo el shock de lo que ella y Henry acababan de vivir. En efecto, Emma había tenido una nueva crisis después de la revelación que le había hecho a Regina. Esta estaba además disgustada por no haber preguntado más. Whale y los Charming se habían precipitado hacia la habitación de Emma para calmarla y mantenerla en la cama para que no se hiciera daño ya que su crisis era muy violenta. Henry, hundido en lágrimas, subió corriendo a su habitación, Regina lo siguió.

«Cálmate» le dijo sentándose al lado de su hijo

«Pero, ¿por qué han hecho eso?» lloriqueaba él

«Era la única solución, se estaba volviendo muy peligros para ella y para los de su alrededor»

Acarició tiernamente los cabellos de Henry.

«Está completamente sola ahí abajo y triste sin mí»

«Es por su bien, cariño. Mary Margaret y David van a ir a verla todos los días»

«Los odio, ¡es su culpa si Emma está encerrada!

Regina contuvo la sonrisa de satisfacción que le quemaba los labios. Se sintió feliz al escuchar decir a su hijo eso sobre sus abuelos.

«¡Tienes que ir a verla, debes salvarla!» dijo el muchacho

La reina frunció el ceño, sin saber qué responder. No quería ver a la rubia, pero al mismo tiempo, quería saber más sobre sus revelaciones. Miró a su hijo unos segundos y acepto finalmente. Henry le saltó al cuello, feliz y lleno de esperanzas. Al caer la noche, después de la cena, Regina le leyó un cuento para ayudarlo a dormir y sobre todo para que no pensara en Emma.

Por la mañana, Regina acompañó a Henry al colegio. Descendieron los dos del coche, y la morena besó a su hijo.

«¿Vas a ir a verla?»

«Por supuesto, te dije que iría y lo haré» dijo con voz dulce, «ahora a divertirte con tus amigos»

Él sonrió antes de alejarse hacia el patio. Regina se dirigió al aula de Mary Margaret para asegurarse de que esta no iba a ir a visitar a Emma durante el día. Quería tener campo libre para llevar a cabo su pequeña investigación. Snow estaba sentada en su escritorio, con la mirada en unos papeles. La reina tocó a la puerta para avisar de su presencia. La joven maestra levantó la cabeza.

«Buenos días Regina»

«Buenos días Mary Margaret, venía a ver si tenías noticias de su hija, ¿cómo está?»

«No muy bien, ayer por la noche los doctores tuvieron que pincharla para dormirla, estaba aún en pleno delirio, repitiendo sin cesar su nombre»

La morena de repente sintió nauseas, ¿qué le habría ocurrido a Emma para que estuviera tan obsesionada con su persona?

«Ya veo. ¿Piensa ir a verla hoy?»

«Sí, después de las clases, ¿por qué?»

«Solo por saber, Henry se inquieta mucho por ella, así que si puede tenernos al corriente del estado de salud de Emma, se lo agradeceré»

«Sí, por supuesto, ella es la madre de Henry a fin de cuentas»

Regina asintió

«Gracias, la dejo, la clase no tardará en comenzar»

La joven salió sin girarse y se dirigió al coche. Decidió dirigirse directamente al hospital. Una vez ante el inmenso edificio, entró en el hall y se dirigió hacia una puerta disimulada cerca de recepción. Bajó las escaleras que llevaban al subsuelo, las mismas que ya había recorrido cuando visitaba a Belle, encerrada con los locos. Nunca hubiera pensado que un día vendría a visitar a Emma. Una enfermera bajita, bastante gordita, estaba detrás de la recepción del servicio psiquiátrico. Elevó los ojos cuando vio la silueta de la reina delante de ella, tragó saliva con dificultad y se aclaró la garganta

«Buenos días Majestad, ¿qué puedo hacer por usted?»

«Buenos días, he venido a visitar a Emma Swan»

La enfermera parecía turbada y asustada a la vez, haciendo pestañear a Regina

«¿Algún problema?»

«No está autorizada a verla, solo la familia tiene derecho a entrar»

Regina suspiró, molesta por la situación y por el hecho de que le impidieran ver a quien quisiera, cuando quisiera. Si hubiera podido, habría arrancado el corazón de esa mujer ingrata y el problema estaría resuelto. Pero no hizo nada y se contentó con sonreír. Una sonrisa fría que hizo temblar a la mujer que tenía delante. Sin una palabra, dio media vuelta y subió al hall. Tenía que encontrar un medio de ver a la sheriff y qué mejor que un hechizo de metamorfosis para transformarse en aquella en la que todo el mundo confiaba: Snow White. La reina se dirigió al baño y con un movimiento de mano se transformó en la inocente y pura Mary Margaret. Se miró en el espejo y sonrió de satisfacción antes de salir y de volver otra vez al subsuelo. La enferma aceptó sin rechistar que Snow entrara a ver a su amada hija. Le indicó el número de la celda y la joven se dirigió hacia allí sin decir nada. Tocó a la puerta una vez y entró sin esperar respuesta. Emma estaba allí, echada en una cama cubierta con una delgada manta. Tenía las rodillas dobladas hacia su pecho y la cabeza entre sus brazos. La celda era pequeña, desprovista de todo calor y de todo objeto personal. Había un pequeño lavabo al fondo de la pieza, una pequeña mesa con una silla y un WC cerca de la puerta.

Regina se aclaró la voz y la rubia levantó lentamente la cabeza. Cuando cruzó la mirada de la morena, sus ojos se llenaron de cólera.

«¿Qué haces aquí? No tengo ganas de verte, ¡es tu culpa que esté aquí!»

La reina sonrió al darse cuenta de que Emma estaba realmente enfadada con su madre. Decidió no jugar más con los nervios de la rubia y cambió de apariencia. Emma dejó de hablar y se levantó de la cama, su mirada cargada de esperanza

«¡Regina, eres tú! ¡Has venido a salvarme!»

Emma avanzó hacia la morena para abrazarla, pero fue rechazada por esta

«No he venido a salvarla, tengo preguntas que hacerle»

La rubia se sintió decepcionada y volvió a sentar en la cama. Con paso vacilante, Regina se dirigió a la silla y se sentó

«¿Qué le está pasando?»

«No lo sé, solo sé que no dejo de pensar en ti»

Regina tuvo que hacer un esfuerzo para sus mejillas no se sonrojasen, mantuvo un rostro impasible, concentrándose en su objetivo

«Ayer, en el hospital, me dijo algo que me sorprendió»

«¿Ah, sí, qué?»

«Que conocía todo de mi pasado»

Emma tragó saliva, no quería confesarle a Regina que había utilizado un hechizo para hurgar en su pasado. La morena no se lo perdonaría nunca y eso, Emma no lo podría soportar.

«No me acuerdo»

Regina suspiró, realmente quería saber

«¿Se ha encontrado con mi madre, Emma?»

«¿Por qué tiraste mis fotos?»

La reina frunció el ceño intrigada

«No ha respondido a mi pregunta»

«Puedes tutearme» dijo la rubia sonriendo

«Muy bien, ¿has encontrado a Cora?»

Emma clavó su mirada en la de la morena

«¿Por qué tiraste mis fotos?»

Regina abrió los ojos desmesuradamente, Emma se estaba volviendo loca. Podía ver la locura en sus ojos, la misma mirada que la noche anterior en casa de Snow. Al ver que no obtendría ninguna respuesta, se levantó

«Me voy Miss Swan»

La rubia se levantó de un saltó y retuvo a Regina por la muñeca

«¡No! ¡Quédate, no me abandones!» gritó al borde de la histeria

Regina se soltó y se transformó en Mary Margaret justo antes de que dos enfermeras entraran en la celda para calmar a la sheriff. Una para sujetarla y la otra para administrarle un sedante. Regina salió de la celda sin darse la vuelta, impresionada por lo que acababa de vivir...


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