Parte 28

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Emma abrió los ojos y fue cegada por los rayos del sol. Giró la cabeza a la derecha y vio a Regina apaciblemente dormida, boca abajo, dejando a la vista su perfecta espalda. La rubia sonrió rememorando la noche loca que había pasado con la reina. No se lo podía creer, ver a la morena desnuda cerca de ella la hacía perder la consciencia de la realidad. Se levantó con dificultad, todo su cuerpo estaba dolorido como si hubiera corrido una maratón toda la noche. Emma recogió sus bragas que estaban tiradas en el suelo y se las puso para salir a buscar sus otras prendas. Abrió despacio la puerta para no despertar a Regina y salió al pasillo, donde vio sus vaqueros un poco más lejos. La rubia se inclinó, los cogió y se los puso. También recogió la falda de la reina y bajó las escaleras hasta llegar al salón. Allí, la sheriff encontró su sujetador y su camiseta que también se volvió a poner. Recogió el ajedrez y el resto de la ropa de Regina y la puso sobre una silla. En ese momento el timbre de la entrada sonó. Miró la hora y abrió los ojos de par en par al comprobar que ya eran las once de la mañana. Sin esperar, fue a abrir y descubrió a su madre y a su hijo.

«¿Emma? Pero, ¿qué haces aquí?»

«He dormido aquí» dijo simplemente mirando a Henry que tenía una gran sonrisa «Hola, chico, ¿todo bien?»

«Sí, todo bien, ¿y tú?»

«Bien...Entrad»

La rubia se apartó para dejarlos entrar

«¿Por qué no viniste a la fiesta ayer?» atacó Snow «¿Y por qué Regina me mintió cuando la llamé ayer?»

«Porque yo se lo pedí» dijo Emma con voz fría

«Pero, ¿por qué?»

«¡Tal madre, tal hija!»

Mary Margaret se quedó con la boca abierta, pero no quería perder su orgullo ante su hija

«No comprendo»

«Sin embargo, es sencillo, ayer por la tarde cuando me llamaste, yo estaba con Regina y sé muy bien que no la invitaste a Granny's, por eso no fui, quería darte un escarmiento»

Henry miró a su abuela con una expresión de sorpresa

«¿Mamá tiene razón?» preguntó él

«Heu...yo...» balbuceó la princesa

«Henry, sube a ver a tu madre» intervino Emma

Él suspiró, pero así lo hizo subiendo los escalones de cuatro en cuatro. De repente, la salvadora se acordó de que Regina estaba totalmente desnuda y que eso podría impresionar a su hijo

«¡No!, ¡Henry, espera!»

Pero demasiado tarde, él ya casi había llegado. Emma sacudió la cabeza, la iba a matar seguramente. Se giró hacia su madre.

«¿Un café?»

«Sí, gracias»

Se dirigió a la cocina seguida de Mary Margaret...

Henry entró en la habitación de su madre y se subió a la cama. Regina gruñó y se giró, los ojos aún cerrados

«Un poco más, Emma»

El muchacho sonrió maliciosamente y se puso a horcajadas sobre la reina

«Hey, mamá, ¡soy yo!»

Como si acabara de recibir un electroshock, Regina abrió los ojos como platos y se subió la sábana hasta la barbilla.

«Henry, pero, ¿qué estás haciendo aquí?»

«La abuela me ha traído»

«No, quiero decir, ¿qué estás haciendo en mi habitación?»

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora