Parte 18

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Ahora hacía poco más de una semana que Emma pasaba la noche y parte de la madrugada en casa de Regina. Siempre lo mismo, jugaban a un juego de mesa con Henry o veían un dvd. Y después de haber acostado a su hijo, ellas se iban a la habitación de la reina donde hablaban durante horas antes de caer en un profundo sueño. Al amanecer, Regina despertaba a Emma y la llevaba a la celda justo antes de la ronda de las enfermeras.

Mary Margaret se dirigió a Granny para hablar con Ruby. Todavía era temprano y el restaurante estaba prácticamente vacío.

«Hola» dijo la camarera al ver a su mejor amiga

«Buenos días Ruby, ¿estás bien?»

«Sí, ¿y tú?»

«No demasiado, ¿podemos hablar un momento?»

«Claro» dijo ella saliendo de detrás de la barra

Se sentaron en una mesa al final del restaurante para estar tranquilas

«¿Quieres un café?» preguntó la excéntrica loba

«Sí, por favor, gracias»

«¡Granny! ¡Un café para Snow, por favor!»

Se escuchó a la anciana murmurar en la cocina, pero unos minutos más tarde, trajo la taza de café a la princesa. Mary Margaret le dio las gracias con una ligera sonrisa, bebió un sorbo y se aclaró la garganta.

«Me gustaría hablarte de Emma. Cada vez que voy a verla al hospital, apenas me habla y cuando lo hace es para decirme palabras hirientes. Sé que está encerrada por mi culpa y la de David, pero, ¿qué otra cosa podía hacer?»

Ruby sentía pena al ver hasta qué punto su amiga estaba angustiada, le tomó la mano para reconfortarla

«Estoy segura de que no piensa lo que dice» intentó tranquilizarla

Mary Margaret movió suavemente la cabeza, no muy convencida

«El otro día fui a visitarla con Henry y tuve la sensación de volver a ver a mi hija. Estaba sonriente, hablaba con Henry de cualquier cosa. Y después quise entablar una conversación con ella, pero me mandó a paseo»

Snow tenía lágrimas en sus ojos, se sentía totalmente desesperada

«¿Podrías ir a verla e intentar hablar con ella?»

«¡Por supuesto! No te preocupes, después de que hable con ella, encontrarás a la Emma de antes» dijo la joven sonriendo.

«Gracias,¡ no sé lo que haría sin ti!»

«Para eso sirven las amigas»

Mary Margaret sonrió, se sentía aliviada y su corazón estaba lleno de esperanzas.

Ese sábado por la mañana, la morena estaba acostada en el sofá, los ojos cerrados. Estaba cansada por la noche que había pasado con la sheriff, se dormían cada día más tarde. Emma le había hablado de su vida pasada, de las familias de acogida, del padre de Henry, así como de su estancia en prisión. Por supuesto, Regina evitaba hablar de su pasado para que la rubia no cayera nuevamente en un ataque de locura. La reina abrió despacio los ojos, un dolor lacerante le taladraba la sien. Se levantó con dificultad y se dirigió hacia la cocina para tomar una aspirina. Se sirvió un gran vaso de agua y esperó a que la pastilla se disolviera. Fue en ese momento en que alguien tocó a la puerta. Regina frunció el ceño y miró la hora: las nueve y media. ¿Quién podría ser? Fue a abrir y descubrió a su ex hijastra.

«¿Snow?»

«Buenos días Regina, me gustaría hablarte de Henry, ¿puedo entrar?»

Solo nombrar a Henry, bastó para que la dejara pasar

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