Parte 34

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Emma estaba apoyada en su coche, esperando a que Henry saliera de la escuela. Cuando la vio, se puso a correr hacia ella, totalmente contento.

«¡Mamá, estoy contento de que hayas venido a buscarme!»

«Yo también, chico. Entonces, ¿lo pasaste bien en casa de tus abuelos?»

«Sí, fue bien. Y tú, ¿estás mejor?»

«Sí, ¡no te preocupes!»

La rubia iba a subirse en el coche cuando alguien la llamó. Puso los ojos en blanco al ver que era su madre

«Emma, cariño, ¿cómo te encuentras hoy?»

«Super, ¡estoy en plena forma! Tengo que irme»

«¿A dónde vas? ¿A Granny's?»

La sheriff bajó la mirada hacia su hijo como si buscara su apoyo y elevó la mirada después hacia Mary Margaret.

«No, me voy a casa de Regina, me ha invitado a cenar junto con Henry»

«¡Oh!» dijo Snow frunciendo el ceño «creo que pasas mucho tiempo con ella»

«¿Y? Te recuerdo que también es la madre del chico»

«Lo sé, pero antes te daba igual y ahora, ¡la ves casi todos los días, más de lo que nos ves a tu padre y a mí!»

Emma resopló, ya estaba harta de lecciones morales por parte de su madre.

«¡Escucha, tengo 28 años, hago lo que quiero y veo a quien quiero! ¡Bueno, me voy, si no, voy a llegar tarde y sabes muy bien que a Regina no le gusta eso!»

No le dejó tiempo a la princesa para contestar, subió en su coche y encendió el motor. Henry besó a su abuela antes de subir al vehículo. Snow se inclinó en la ventana abierta del lado del pasajero

«Por favor, Emma, pasa un día a comer con nosotros, ¡nos gustaría mucho!»

«Sí, lo pensaré»

La joven maestra retrocedió, la mirada llena de tristeza y dejó marcharse a su hija. Tenía la sensación de que cuanto más pasaba el tiempo, más la iba perdiendo...

En el coche, Emma puso la radio como fondo musical

«¿Cómo fue el cumpleaños de Grace? No tuvimos tiempo de hablar de ello ayer»

La salvadora vio el rostro de su hijo iluminarse ante la evocación del nombre de la muchacha.

«¡Genial! A Grace le encantó el conejo blanco, dijo que era muy original y que lo iba a cuidar muy bien»

«¡Estoy contenta de que le haya gustado! Nos costó atraparlo, sobre todo a mí» dijo la rubia pensando en las carreras que se había dado a causa de la dichosa bestia.

«Sí, además hoy nos quedamos solos en el patio» dijo él enrojeciéndose ligeramente

«¡Ah! ¿Y?»

«Bueno, nada»

«Henry...¡mi detector de mentiras se ha activado!»

El muchacho suspiró

«Bueno, ¡nos hemos dado un beso en la boca!»

Emma abrió los ojos de par en par y tuvo que hacer un esfuerzo para no desviar la mirada de la carretera

«¡No puede ser!»

Henry enrojeció aún más y se puso a mirar por la ventana.

«Cuando tu madre se entere, ¡se va a volver loca!»

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora