Parte 35

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Regina iba de aquí para allá en la sala de espera del hospital. Al cabo de media hora, vio a Emma dirigirse a ella, con la sonrisa en los labios.

«El doctor me ha prescrito un tratamiento contra las migrañas, ha dicho que si después de eso, estas persistían, volviera a verlo»

«Espero que pasen»

La rubia quería abrazar a su compañera, pero se dijo que había mucha gente alrededor de ellas para intentar algo.

«¿Qué hacemos ahora?» preguntó la sheriff

«Bien, tú te vas a trabajar»

Emma resopló

«¡No tengo ganas, y además, tengo tanto trabajo que no sé por dónde comenzar! ¡Entre los casos pendientes y lo que hay que clasificar, estoy perdida!»

«Si quieres, puedo ir a ayudarte, no tengo nada que hacer en todo el día desde que ya no trabajo en el ayuntamiento»

«¿Te he dicho ya que eres la mujer perfecta?»

Regina se echó a reír

«¡No, pero puedes decírmelo tantas veces como quieras! Venga, vamos, tenemos trabajo»

La rubia asintió y siguió a la reina fuera del edificio. Algunos minutos más tarde, habían llegado a comisaria.

«Ya ves, hay una tonga de expedientes y una tonga de anexos»

«Sí» dijo Regina

«Bien, debes meter los anexos en los expedientes. Presta atención, no están en orden»

La reina se sentó frene a la sheriff y hurgó en su bolso buscando sus gafas para poder leer mejor los números de los expedientes. Emma encendió su ordenador y lanzó una mirada a su compañera

«¡Mierda, Regina, estás increíblemente sexy con esas gafas, pareces una secretaría de una peli porno!»

Regina miró a la rubia abriendo los ojos de par en par

«¿Ves ese tipo de películas?»

«Bueno, sí, de vez en cuando, no pasa nada, eh. Si quieres, esta noche vemos una»

La morena cruzó las piernas y se hundió en la silla

«¡Ya estoy suficientemente excitada como para eso, te recuerdo que anoche, en el cine, me dejaste a medias!»

«¡Sí, lo sé, pero en mi defensa, no fue mi culpa! ¡No te preocupes, esta noche te lo compensaré!»

Regina le sonrió de manera ávida y clavó su mirada en la de la sheriff

«¡No sé si aguantaré hasta esta noche!»

Emma tragó saliva dificultosamente, ¿acaso la morena estaba haciéndole una proposición indecente? Con solo pensarlo, perdió el habla.

«¿Y bien, sheriff, va a traer su culo aquí o debo hacerlo yo misma?»

Sin esperar más, la rubia se levantó y recorrió la distancia que la separaba de su amante. Tomó la mano de la antigua alcaldesa para que se levantara y la hizo sentarse sobre el escritorio mientras le subía la falda.

«Sobre todo no te quites las gafas» dijo Emma con una voz ronca que desvelaba su excitación.

La salvadora besó apasionadamente a Regina, sin darle tiempo a responder y pasó su mano por debajo de las bragas de la reina que no pudo evitar gemir ante el contacto de los dedos de Emma sobre su sexo ya bien húmedo. La sheriff separó las bragas y comenzó a lamer su intimidad. La morena jadeó aferrándose a la cabellera de su compañera, empujándola para que acentuara sus deliciosas caricias. La salvadora penetró a Regina mientras continuaba acariciándole su clítoris con la lengua. La reina sintió su cuerpo tensarse y sabía que no iba a tardar en correrse. Al cabo de unos minutos de intenso placer, el orgasmo la invadió y gimió tan fuerte que Emma tuvo que besarla para callarla. Regina intento como pudo calmar los latidos de su corazón.

«¿Emma? ¿Estás ahí?»

La sheriff abrió desorbitadamente los ojos al escuchar la voz de su padre. Entrará de un minuto a otro en el despacho y verá a su hija y a la morena en una posición bastante delicada. Rápidamente, Regina bajó de la mesa y se volvió a colocar la ropa en su sitio. Emma fue a sentarse en su silla y fingió que estaba leyendo un expediente.

«Buenos días» dijo David entrando en la sala

«Hey, hola, ¿estás bien?» dijo la rubia sonriendo

«Sí, ¿y tú? ¡Oh, buenos días Regina! ¿Qué hace aquí?»

«He venido a ayudar a Miss Swan con estos expedientes porque lleva mucho trabajo retrasado»

El príncipe estaba asombrado ante tanto altruismo por parte de la joven.

«¡Qué amable!» dijo el príncipe sonriendo

«¿Quieres un café?» propuso la salvadora

«Sí, gracias»

Emma se levantó y se dirigió a la cafetera, tomó una taza y echó el café

«Regina, ¿quiere un café?»

Como respuesta, la reina asintió. La sheriff tendió las dos tazas a sus invitados y preguntó a su padre qué hacía ahí.

«He venido a invitarte a cenar esta noche en casa, con Henry»

«¡No creo que sea una buena idea!»

El príncipe suspiró

«Emma, por favor, ¡hazlo por mí! Hace mucho tiempo que no pasamos una noche todos juntos»

Ante la mirada suplicante de su padre, la rubia cedió

«Muy bien, iremos, ¿sobre qué hora?»

«A las siete, ¿te va bien?»

«Sí, de acuerdo, pero no nos quedaremos hasta muy tarde, el chico tiene cole mañana»

«Podríais dormir en casa, si quieres»

«No precipites las cosas»

«De acuerdo, como quieras»

David se bebió su café de un tirón y dejó la taza sobre la mesa de la sheriff

«Bueno, os dejo, hasta esta noche entonces. Adiós Regina»

La reina hizo un gesto con la cabeza al príncipe. Cuando hubo salido, Emma se giró hacia Regina

«¡Esta noche va a ser una pesadilla!»

«No exageres» dijo la morena

«Sí, te lo aseguro, preferiría mucho más quedarme contigo»

«Yo también, pero si quieres, puedes dormir en mi casa esta noche»

«Hmmm, esa proposición es muy tentadora. Acepto con gusto»

«Bien, ahora podemos volver al trabajo»

La sheriff asintió y se puso a hojear uno de los expedientes que había sobre su mesa. A pesar de todos sus esfuerzos por mantenerse concentrada, le costaba mucho no mirar a Regina que estaba tan sexy con su expresión seria. No puedo evitar felicitarse interiormente por haber utilizado el hechizo que le desveló el pasado de la reina, porque sin él, nunca habría conocido la felicidad de estar con la mujer más hermosa del mundo...


ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora